Una noche en
la glorieta…
Hoy salía de mi casa rumbo a una opción reemplazativa de lo que en realidad quería hacer cuando no había hecho ni media cuadra y empecé a escuchar unos gritos desgarradores mezclados con unos ladridos de perros salvajes, el tema sonaba más o menos así:
¡Socorrrooooo! ¡Ay dios miooo!
Y así repetidamente en tonos altos y quebrados, y mucho guau guau guau guau, y yo que llegaba tarde a un lugar donde pensaba llegar temprano, pero sin ninguna gana de ponerme a solucionar problemas ajenos, menos de perros, caminando mientras esperaba la extinción del cotorreo, aunque en su dirección.
Pero el griterío de la mina seguía y seguía, histeriqueando como una loca, hasta un punto en que llegue a pensar que se la estaban comiendo(a veces pasa) y yo ya cruzando la esquina y veo a la media cuadra un perro Bull Dog o Bóxer o algo así, trenzado con un perrito, dos manchas de color marrón claro girando enloquecidas, la mina llorando, apenas despeinada por su gesto de agarrarse la cabeza, y otro tipo mirando.
El espectador era, seguramente el dueño del perro grande (ah, porque el otro perro era una carcacha, esos terrier de pelo corto que no miden más de dos baldosas de largo incluida la cola y el hocico)
Y un auto frena, tal vez porque ya se habían separado los perros, retrocede y el tipo se baja y quiere a garrar al perrito casi medio muerto(no se para que), aunque yo lo que hubiera hecho es callar a la histérica de mierda como primera medida, pero el perrito no quería nada, estaba vivo y había zafado del perrazo e intentaba morder al comedido mientras saltaba como una marioneta que le cortaron la mitad de los hilos.
El tipo seguramente habrá quedado igual como un héroe frente a su mujer y sus hijas que miraban desde el auto, y yo que me iba arrimando no se para que porque no andaba con la cámara, y dado que el problema se había solucionado, seguí mi camino y desde una ventana en la esquina una vieja que intentaba conversarme con su baba diciendo “…ese perro mato al mío la semana pasada…”
Lógicamente no me detuve a escucharla pero me hizo pensar en cuan estúpida se está volviendo la raza humana y también en este terrible condicionamiento con que son educadas la mayoría de las niñas en nuestra sociedad, de una manera que muchas se hacen mujeres y luego ancianas y después se mueren sin tener ni siquiera conciencia de sí mismas, sin saber defenderse, sin darse la menor posibilidad de pensar solas.
Y como la mente agarra cualquier miguita y se la cocina, me imaginaba a la primera mujer en el caso de que el perro hubiera agarrado a una criatura gritando cada vez más fuerte sin reaccionar, sin intervenir, viendo morir a su hijo con el espanto más grande del mundo, completamente desolada, pero de cualquier manera imperdonable, por lo menos para mi punto de vista, no descarto que haya otros.
Por suerte ya iba como a media cuadra y no se escuchaba más
nada y seguí pensando en otras cosas, seguramente con algo más de sentido pero
no tanto como para que las recuerde.
Entonces llego a la plaza y en la
glorieta estaban estos gurises del Hip Hop haciendo acrobacias, y les digo yo
tengo que enchufar acá, y sin ningún problema corrieron sus mochilas y me
dejaron un lugar donde pude observar, a su vez, la forma increíble en que dominan
el cuerpo, y mientras me conectaba a la señal ya apareció uno de estos jipis si
podía mandar un mail, y por supuesto esperame un minuto que mando el mío antes,
y después no vino más, tal vez no se volvió a acordar del tema, mientras me
interiorizaba de esta forma de arte y sus exigencias, viendo cuando nos
podíamos volver a cruzar para hacer algunas fotos…
Y se fueron, ya era la hora, y anochecía mansamente y viene otro a ver si esta vez sí podía recuperar su Facebook, que como hace un año que no lo abría, le pedía mil requisitos. Uruguayo, entre otra gente, pateaba con una misionerita que se había escapado de su casa, que también quería volver a hacerse un Face pero ya se le había cerrado hasta el mail.
Yo venía de tomar una birra y quería seguir adelante, así que nos fuimos a buscar algo con ella mientras el novio se enredaba en internet, y gracias a la ley seca que justo ayer se habían puesto a recordar, por no sé qué cambio de inspectores, según me comento un quiosquero, tuvimos que recorrer la mitad del centro hasta que un quiosco nos vendiera Fernet.
Así tuve la oportunidad de escuchar algo de la historia de esta chica, que se quería quedar a vivir y trabajar en Concordia, y como siempre estaba al cuidado de alguno de los otros, por los motochorros y etc. y volvimos...
Todavía estaba mi computadora por suerte y el pibe todavía no había podido recuperar su Face (eso paso recién como a la mitad del Fernet) y mientras los gurises definían si estaban todavía de novios o habían cortado, lo que parecía bastante difícil de deslindar, la glorieta se iba llenando de gente de barrios lejanos, como si lloviera, apareciendo los cumpas de viaje.
Pasó el rato, mientras se quedaban a curiosear los gurisitos que cuidan los autos y las chiquitas que venden tarjetas (colaboración a voluntad) y algunos se dieron la posibilidad de tener su primer contacto con la tecnología.
Nunca me deja de asombrar lo naturalmente que la incorporan y la manejan, y yo que entre el fernet y las historias de los pibitos y los Facebook ajenos me iba olvidando de mis planes, o tal vez no tenía planes que recordar esta vez, me dedique a beber y vivir, con el riesgo de mearme de risa de su desfachatez y la mía.
Solo un policía nos advirtió que no molestáramos a nadie, tal vez porque percibió que nos estábamos riendo de su chaleco antibalas.
Y así corrieron las agujas del reloj hasta que se hizo
de día y fui a desenchufar mi maquina la metí en la mochila y encare la vuelta,
sin acordarme hasta hoy que tendría que haberme puesto a estudiar matemáticas…
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