Sin embargo no va a finalizar, no puede. Su permanencia es la permanencia del sistema, de un esquema de asociaciones espurias y oscuras que atraviesa casi todo el planeta. La continuidad de la guerra es la única garantía real de la continuidad de los gobiernos occidentales, de su forma de gobierno, de su organización política y social.
La guerra de Ucrania continúa, porque su desarrollo es el campo de pruebas de la guerra mundializada contra el ser humano, y como tal, refleja la guerra interna dentro de cada país. De las teorías sociológicas se pasó a la experimentación, a la re-administración del poder. Ahora solo hay laboratorios a cielo abierto, y sus experimentos con seres humanos abarcan territorios inmensos, millones de personas.
No son mas que eso, Ucrania y Gaza, Sudan y Siria. Enormes centros de experimentación con seres humanos. A mayor o pequeña escala, su dinámica de exterminio, saqueo y corrupción, se repite hasta atomizarse en ciudades, dentro de países auto aclamados como democráticos, y dentro de barrios arrinconados en ciudades auto definidas como progresistas, y en cada cuadra, dentro de familias mixtas, multiétnicas, interraciales, o lo que sea.
La funesta experiencia del Covid-19, primer e inédito logro mundial de enclaustramiento humano voluntario de larga duración, demostró que -así como las invasiones de Irak, Afganistán o Libia- solo hace falta un gesto teatral, algunos apasionados del drama que esparzan el miedo, y un implacable y monolítico aparato de prensa y comunicación.
A través de ese teatro, de ese escenario de infinitos cortinados, la sola repetición, la inmersión en la rutina moderna de consumir noticias chatarra hace que el temor a caerse del escalón, la indiferencia, el miedo, pero también el oportunismo y la ambición, sean los vehículos que conviertan las adustas poses, los rostros serios y circunspectos de los dirigentes mundiales en verdades absolutas e indiscutibles.
Pero sus palabras se fraguan en un molde que de tan usado y gastado, empieza a resquebrajarse.
Desde este plano, este teatro de operaciones global, donde el aplauso está garantizado, cualquier ejercicio de suplantación de la realidad, cualquier fraude, cualquier forma de manipular relaciones interestatales, cualquier toma de poder, territorio o recursos ciudadanos en manos de corporaciones, lo único que necesita para tener éxito, es un guion dinámico y simple, un par de payasos grotescos que disculpen la propia disfuncionalidad humana del público, y un poco de dinero cayendo desde el techo, que pueda ser esparcido por grandes ventiladores.
O sea, tampoco debe ser fácil!! Para ganar su premio, los emprendedores y audaces deben gatear a cuatro patas, entre las piernas de los que siguen mirando el show. Si tienen suerte, algún multimillonario les dará una palmadita en la cola.
Así que el escenario esta garantizado, a tiempo completo, 24/7, como dicen. Y eso pasa por varios motivos pero fundamentalmente por dos: uno, porque si la música sigue sonando, si los posters con personas sonrientes siguen imprimiéndose, siempre habrá nuevos aspirantes soñando con el protagonismo, y para que solo algunos lleguen al papel principal, miles, millones, ensayan, memorizan y repiten el guion hasta acalambrarse los labios.
El segundo motivo es mucho mas simple, se trata de la mas simple supervivencia, y esto se puede ver en Ucrania, desde siempre en Israel, y ahora mismo en EEUU, y por supuesto, en cualquier momento en la mitad de Europa.
Cuando un dirigente llega al cenit de sus contradicciones, y sus mismas bases amenazan con desbancarlo y exigirle cuentas de la confianza que depositaron en sus promesas, cuando la incoherencia simplemente se exhibe sin mas explicaciones, porque no las hay, cuando todos los resultados son exactamente opuestos a los que se iban a lograr, el poder se convierte en una cornisa donde el viento sopla cada vez mas fuerte.
Entonces, es cuando la única manera de aferrarse al poder, de interdictar los parámetros normales de funcionamiento del gobierno, de arracimar a propios y extraños detrás de una misma trinchera, es, sin dudas, la guerra. Cuando ante la caída en desgracia inminente, ya ni siquiera se puede ganar tiempo, solo el furor ciego de la violencia y la muerte puede disculpar la corrupción absoluta, derrotar la lógica del bien común, de la buena gobernanza, de la búsqueda del bienestar y la prosperidad.
Para eso somos formateados, cada día.
Y si, es como si hubiera un botoncito en el cerebro, que puede ser fácilmente detonado ante el flamear de una bandera. Un comando antihumano que inmediatamente estalla en películas hollywoodenses y en documentales sobre vikingos, en la fraguada falsa historia del desarrollo humano, que no hubiera existido sin la cooperación y la colaboración, en la efímera gloria del ser humano disidente de la horda primitiva que decidió matar para imponer su superioridad no reconocida, para acaparar y dominar. De ese linaje venimos, por eso, siempre la guerra va a ser una opción irremplazable, y, por supuesto, incombatida.
Porque...vamos, no sería difícil detener la guerra antes de su inicio, si hubiera una real y masiva oposición a su ejercicio!Pero la guerra, por supuesto, no empieza con balas, no da comienzo con muerte, sangre, destrucción y cadáveres volviendo a casa! En principio, la guerra que dio comienzo hace miles de años, nunca finalizó, y su frente de batalla sigue firme y avanzando siempre, contra indefensas poblaciones y territorios a lo largo y ancho del planeta.
Es así como millones de africanos siguen siendo masacrados en los pozos de las minas de oro y diamantes, mientras sus animales se convierten en prolijos trofeos en las salas de los gerentes de la masacre. Millones mueren de sed mientras la selva se esfuma para convertirse en elegantes pisos lustrados, en envidiables mesas corporativas de exóticas maderas.
Mientras, todo se convierte en desierto, excepto los feudos que pueden acaparar el agua y su insensata tecnología del desperdicio, para producir alimentos que puedan ser intercambiados por oro y petróleo, y diamantes...
Pero esto pasa en el Amazonas, ahora mismo y desde hace cientos de años. El imperio de la muerte no tiene prisas, solo contratos a ser cumplimentados, y las tribus y la vida multicolor, la increíble diversidad de animales y plantas, se sigue masacrando y extinguiendo sin retorno, sin piedad, porque siempre hay nuevas guerras que financiar, y todo debe ser convertido en granos y carne, que puedan ser intercambiados por armas, misiles y pólvora, y aviones.
Pero bueno, eso no resta nada, con solo pagar los impuestos que financian a los inmensos ejércitos invasores, las grandes democracias del mundo, nos ofrecen la posibilidad de autopercibirnos,ya no como hombres mujeres o las dos cosas a la vez -que ya de tan antiguo es algo anecdótico- sino directamente como osos koala o perros salchicha, como arboles exóticos o personajes de historieta...o como montañas nevadas
La biodiversidad está garantizada!
Claro que, para que esa indiferencia criminal, esa estupidez y complicidad garantice el éxito, los ejércitos no se componen solamente de soldados, seria muy tosco seguir pensando así, al día de hoy! Los ejércitos se forman de aguerridos empresarios, capitaneados por salvajes cónsules y embajadores, por impecables patrones del narcotráfico, seguidos por sus paseadores de mascotas políticas, todavía cumpliendo el rol de senadores y diputados, presidentes y gobernadores...prolijos, sumisos, obedientes.
Los ejércitos no solo se agrupan en bases militares, sino en centenares de miles de agencias y fundaciones, de organizaciones no gubernamentales, de asociaciones humanas aparentemente indefensas, de iglesias y clubes de campo.
Estos emprendedores mapean territorios y recursos, definen, eligen y marcan a las futuras victimas, diseñan planes para blanquear y usurpar capitales y bienes ajenos, chantajean y amenazan, pero siempre, con una afectuosa sonrisa que prometa mejorar tu vida, sacarte de la miseria mental de no encajar en el sistema.
Imperdonablemente hipócritas
La guerra actual esta tan interrelacionada con las finanzas y las bolsas de comercio del mundo, tan facilitado y blanqueado el genocidio, tan institucionalizado el despojo, la corrupción y la mentira, que solo con existir y respirar nos sumamos a ella.
Y esto es así porque en el interminablemente complejo entramado de relaciones políticas y económicas que el poder rediseña a su gusto cada día, ya no hay territorios libres de la usurpación y la dominación del sentido, de la fabula moderna de la cigarra y la hormiga, que permitan un esfuerzo humano dirigido a valorizar al ser humano antes que a las instituciones, privilegiar la vida antes que a las corporaciones.
La narrativa interminable de los medios lo hace posible, ya que su dinamismo y su participación en el pastel les permite borrar y reescribir la realidad cuantas veces al día sea necesario.
Nuestra participación como consumidores "responsables" lo hace posible, ya que vivimos atados a una nueva forma de esclavitud consentida, que nos permite evolucionar desde una montaña de basura a otra, sin dejar de hacer responsables a los demás. La culpa siempre es del otro, del sistema, de las élites, de las lagartijas, de los tecnócratas, de los corruptos, de los mercenarios, oligarcas, imperialistas, etcétera, etcétera..
La culpa es nuestra. El mundo entero está siendo aplastado por nuestra huella ecológica, para que podamos reír como idiotas frente al último clip de video realizado por una inteligencia artificial... Estamos listos, casi listos...
Un buen día las noticias mundiales nos dirán que ha llegado la paz. Será un gran día.
Atrincherados en nuestra isla de realidad virtual, nuestro mundo diseñado por algoritmos se hará cada vez mas perfecto y suave, mas acompasadamente tenue, y al fin, seremos felizmente explotados y consumidos por un mundo que se restablece en nuestras pantallas, aunque nunca deje de incendiarse.
Como si fuéramos niños que jugaran a la guerra, en nuestros bolsillos guardamos el desierto, la extinción, y algunas pocas balas...



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