Una de las características del fascismo, de esta siempre renovada ola de neonazis, es que no genera ni acepta acuerdos para detener la guerra.
Siendo su lucha sagrada, no hay motivos para suspenderla antes de la victoria total, y esto implica la absoluta aniquilación del enemigo, la supremacía total y eterna sobre la superficie del planeta.
Claramente entonces, cualquier acuerdo será nada más un método de ganar tiempo, y cualquier derrota una forma de concentrar posiciones para volver a comenzar.
Claro, como todo, ahora que el transporte y las comunicaciones se han diversificado y casi, universalizado, la doctrina y los combatientes se esparcen, atomizados, por cada rincón del mundo, dentro de cada gobierno, corporación, profesión, ciudad, o sea, cualquier forma de organización o intercambio humano.
Una de las claves de su renovación y persistencia, es que no necesita de la realidad ni de la historia. Su reinado será un nuevo paraíso que se creará permanentemente a si mismo como el sol crea rayos de luz. Que atrayente!! Pero para el resto, están las ametralladoras, que ademas de imponer las ideas propias, eliminan las de los demás.
A vuelo de pájaro, dado lo minoritario de su presencia en el tejido social o institucional, pareciera insignificante esta dispersión, pero en la práctica, son millones de fuentes donando poder y financiamiento.
No lo sabemos, pero están siempre listas para iniciar o profundizar la guerra, allí donde sus actividades se dirijan a un enemigo común cuya destrucción, conquista o sometimiento pueda ser redituable -también- para la banca mundial y el ultracapitalismo, otros dos esquemas de interpretación completamente caducos, cuya única forma de permanencia es la violencia sistemática y extrema.
Por supuesto, es esperable que nunca dejen de financiar los totalitarismos.
Mientras las hostilidades se mantengan en estado de latencia, sirve tanto generar deudas impagables como extender el odio, los prejuicios, la enfermedad o el hambre, contaminar o saquear, exterminar animales o naturaleza: cualquier actividad que genere acciones y respuestas no constructivas, pensamientos y discursos de confrontación, que "legitime" la violencia es como el pan, y es como el agua profunda donde los tiburones nadan, sean banqueros o ministros, vándalos o mercenarios.
Más adelante - y siempre hay un "más adelante"- cuando los cañones hablen, resultará fundamental la capacidad individual combativa, el desempeño en el campo de batalla, la decisión de vivir y morir con las armas en la mano.
Y así, seres reales de carne y hueso, paisajes y ciudades, son quemados implacablemente en el mundo real, solo para mantener en funcionamiento el reflejo fantasmagórico de las ideologías que los oprimen.
Si tenemos en cuenta que todos esos desfasajes, ese violento devenir es a la vez el combustible y la justificación de todos los esquemas sociopolíticos en supuesta pugna, la buena y mala noticia a la vez es que el único poder capaz de generar alternativas ínfimamente viables, reales y humanizantes, proviene de nosotros mismos.
Es el poder que todavía podemos poner en juego individualmente, el poder ser y hacer desde el punto de vista de una persona, de un ser vivo consciente de su pertenencia a una heterogénea comunidad llamada planeta tierra.
Sueño un día despertar de esta pesadilla, y ver que vivimos como dioses en este paraíso increble en abundancia y belleza.😭
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