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Mostrando entradas de 2012

¡Gurisitos!

    Salí a comprar tomates a las once de la noche, y en la cuadra estaban las mujeres en el medio de la calle, mirando para la avenida. Pasándoles por al lado, les pregunto:  _¿Todo bien? Porque ya sé que significan estas tribunas, aunque la calle se veía despejada.    _¡Todo bien! Me responden sin ganas.   Y sigo mi camino sin preguntar más nada, aunque elongando mis brazos por las dudas y tratando de divisar que es lo que estaba pasando…que clase de bronca…  unos pasos más y en la esquina de la carretera se vislumbraban algunos muchachos, en el trayecto por donde yo tenía que pasar.  Sigo de largo respondiendo el saludo a los gurises del barrio, que estaban reunidos en la esquina de la virgen, en número de doce o quince, llego a la vista del almacén cerrado y me dicen “capaz aquel otro está abierto” con lo que encaro cruzando la calle y media cuadra.     Llego, silbo y llamo, gastando un minuto exacto contra los barrotes antes que la señora se digne salir a atender, pero tampoco

¿Alienación?

    ¿Somos engañados?   ¿Manipulados?   No, somos personas. No somos personas, sino consumidores, y lo aceptamos porque así nos encajonaron desde que nacimos, con el chupete y la mamadera.  ¿O el bebe no rechaza la teta de la madre una vez que se da cuenta que puede lograr lo mismo sin mayor esfuerzo? El reflejo ha sido creado, el instinto sojuzgado.   Y después muerde la tetina, agranda el agujero, claro, y empieza a hacerle trampa al sistema, y empieza a recibir más y más rápido pero ya no importa, como no importa cuántos caramelos robe, cuantos semáforos en rojo se cruce cuando crezca, ya está domesticado, es parte del zoológico que se mira a sí mismo, y como un tonto buscara opciones en un abanico falso de comederos atestados de mugre y moscas.     Parecen metáforas pero son realidades ¿Tristes? ¿Penosas? Increíbles realidades que nos han enseñado a aceptar, no hay modas, solo necesidades del mercado.    El diseñador usa lo que le toca, lo que se le ofrece barato, cuand

Democracia hoy

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    Un niño vive con frio todo el invierno, con hambre todo el año, jamás se le ocurrió ir a la escuela, jamás podría, huele como un animal enjaulado, y con sus ocho años se defiende como un hombre, de los hombres y su malicia, su sed de poder…    Un día muere en el basural que le daba de comer cada día, y la gente se entera que existía.  Muchos se alegran, uno menos, piensan, otros siguen indiferentes, y algunos se entristecen, pero unos cuantos hipócritas se rasgan las vestiduras usando su memoria como un arma política, para repartir culpas y elevarse sobre los restos mortales, sin siquiera pisar el mundo degradado que lo cobijaba y que no compartirían ni un segundo.     Sin entender nada ni pretenderlo siquiera, esparcen su oportunismo de manera que nada que realmente importe pueda ser dilucidado.    Y siguen, por supuesto, sin hacer nada de nada.   Un bebe vive en la calle, al lado de sus padres, tomando vino de la teta, y respirando el humo de los autos del aire, cuantos pre

Hembras y machos

    Bueno, “perdón” por decirlo, pero el machismo es tan malo como el feminismo, o viceversa, tan soberbio, tan inútil, tan falto de propósito real…   Si el nuevo mundo que adquirimos al meternos de lleno en la sociedad de consumo, no tuviera su punto fuerte en la incomunicación, tal vez no existirían.     Y punto fuerte antes que nada y sobre todo en la incomunicación entre los distintos sexos, como forma de impedir una complementariedad primaria que genere cohesión y fuerza en su mismo estilo de relación.     Como personas nos volvemos -elegimos- volvernos egoístas y mezquinos, y plantarnos en una posición que genere los parámetros elegidos por ingenieros sociales hace doscientos años, y apuntamos a todo lo que viene decidido, predefinido, como si nos gustara o nos llamara desde nuestro nacimiento.  Como si el llanto primigenio de una criatura estuviera pidiendo desesperadamente un televisor y una estufa eléctrica, en vez de la teta y el calor de un corazón.     Vivimos pensand

Recalentamiento

    Hoy me desperté con miedo, y no es la película que vi anoche, ni los sueños malditos que ya no puedo recordar. Hoy me desperté así porque ya en el aire había algo raro… por suerte no hay lugar abajo del somier para que se esconda nada, sino hubiera tenido que buscar la linterna y revisar, porque indudablemente había algo malo, lo sentí sin ninguna duda.    Paso sin calzarme por la cocina pero me arrepiento enseguida y vuelvo a ponerme las pantuflas, ahora sí, voy hasta la puerta de calle y abro un poquito, entreabro la puerta, lo suficiente para que me encandile el sol, y el calor de la tarde se meta sin permiso… las rejas brillan después del patiecito delantero. El calor es como una ola que sube, bailando en el cemento.  Esto está cada vez peor.   Pongo el aire a 18 grados y me arreglo con un pulóver finito de lana de vicuña, muy lindo, con dibujitos de indiecitos saltando y todo, creo que lo compre por internet…    ¡Internet! ¡Corro a la computadora a ver si dice algo de la

El tren fantástico

      Hoy me di cuenta de una cosa, cuando haces las cosas de una manera distinta y sin embargo logras resultados, nadie los ve.     O si, poca gente, tal vez los aprecia y hasta los comparte, los disfruta, los reproduce.  Pero la gran mayoría de la gente se dedica a ignorarlos porque no podría reconocer el costo tremendo que paga, solo para recostarse a mirar televisión.    Y encerrada en su cuota de aislado poder, en su casa, en el segundo en que pueden hacer valer su autoridad, en vez de sufrir la ajena, la usan para asegurar y establecer que las posibilidades frente a sus ojos no son reales, que solo la esclavitud voluntaria es realizable.    Y yo vivo mirando como en un circo, un teatro permanente, donde espero cada gesto y cada nuevo acto, infinitamente repetido, para reír hasta el hartazgo, y definir los límites de mi mundo libre, siempre cambiante, frenándolos o atrayéndolos con las apariencias, con la legalidad, con su ambición de poder, de energía ajena.     Y se retu

Ética para extraños

    Vivimos esclavos de una ética de la dominación, pues quienes la imponen no la ejercen, no la respetan, no la temen.  Vivimos esclavos de la estupidez sin fin de deshumanizarnos, de desanimalizarnos, en nombre de la antisupervivencia, solo para que puedan juntarnos a cucharadas quienes se ríen de todo, y sobre todo de nosotros.     Cuando se acaben las buenas causas que defender, se volverá un crimen espantoso matar un piojo, y serán crucificados aquellos a los que no se los vea rascándose afanosamente la cabeza.    Claro que para sumar el control absoluto  y el miedo a la hipocresía y la doble moral que desintegran  la sociedad, los señores del castillo de acero inoxidable ejercerán el derecho de revisar a los sospechosos, entrar a los hogares controlando del primero al último, y absorber su tiempo contando los insectos que circulan por cada cuero cabelludo.  Y todo se deberá al azar o a la voluntad maquiavélica, para lograr el ascenso de unos y la perdición de otros.   Los

Maia y Ciro

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    Para mis hijos:   No empezare por una frase tan trillada del tipo “daría la vida…” o de esas, porque la vida es importante, y necesaria de mantener, en toda circunstancia, para la prosecución de cualquier fin, pero algo de eso hay.   En mi caso, mis hijos fueron fruto del amor absoluto, y esa es la primera enseñanza que trate de transmitirles siempre, sin medias verdades, sin medias mentiras, aunque todo a su tiempo.     Y tal vez por esa misma realidad, vivimos años y años y años de la guerra más estúpida que alguna vez sufrí, con el amargo objetivo de  fracturar y desmembrar a mi familia, por parte de gente que tiene un concepto distinto de este tema, y ve a sus hijos como objetos, como propiedades, como seguros para la vejez, mascotas etc., y quiso convertir a mis hijos en lo mismo, cuando debían ser personas… lo cual deje de analizar hace rato por serme incomprensible.     Solo pude oponer la libertad.   Como frutos del amor, de una responsabilidad, me parece inadmisibl

El sol del gallego

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      “Cuando el sol se pone en nuestro corazón, pareciera que nunca va a terminar de dar la vuelta al mundo, pero un día los pajaritos nos anuncian que la claridad está por llegar y si estamos despiertos, podemos agarrarla de lleno…”   Con estas ingenuas palabras había terminado el discurso, y el 38 descansaba sobre la mesa.     Los platos vacíos, los vasos llenos, los demás esperando desinteresadamente que tomara una decisión, sin hablar, por respeto al Gallego, que lo miraba a los ojos, quemándolo con el recuerdo de los recién contados relatos de tanta muerte, tanto sadismo reciproco, de tanta frialdad para definir el destino de cualquiera para siempre.     Servía o no servía.     Dependía de el mismo, y el Gallego se lo hacía notar… igual no se iría con las manos vacías, pero no era lo mismo, salir como un mendigo, lastimoso y sin dignidad, o quedarse como uno de ellos, sin mendigar más nunca, ni bajar la vista, ganando lo suyo como todos, a la par de todos, al lado de los mi

Niño Dios

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    El niño no terminaba de entender, y acosaba al dios: _…Señor -preguntó-  ¿Porque debo ser sacrificado, entonces? _Porque solo así saldrán adelante los predestinados… _¿Y porque no pueden hacerlo solos?  Preguntó otra vez _Porque tienen mucho que aprender, y tú lo vales, eres su comida, digamos, sino el conocimiento que hace girar el mundo se perdería y todos perderíamos nuestro mundo, es bastante fácil de entender, porque no lo haces y ya… _¿Y porque no podrían hacerlo solos?   Lo interrumpió el niño, sin conciencia de haberse convertido en una molestia, y estar irritando al dios. _Porque aprender a alabarme los convierte en niños indefensos, y tienen que ser acunados, alimentados y guiados hasta el último día, aunque, créeme, es la única manera de que las cosas sigan como están… _Yo no me siento indefenso.  Podría defenderme o elegir no ser sacrificado, afirmo rotundamente la criatura… _¡No, no lo harás! Se impaciento el dios, vociferando, ya harto de dar explica

Basural

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    Estábamos con el Pato, y el Matungo, habíamos cruzado un viracho en la laguna, persiguiéndolo con nuestras piedras, antes de recorrer la costa buscando anzuelos y plomadas, piedras buenas y pescados muertos, al final dejamos todo en un escondite, para volver a pescar mañana.     El día era soleado y no queríamos volver porque habíamos salido sin nuestros gorros, y seguramente nos castigarían dejándonos adentro.     Recorrimos el basural, entonces, sin encontrar nada que valga la pena, salvo el Pato que se llevaba un hermoso conejo de peluche, azulado, que solo estaba un poco descosido y sucio.     Dábamos vuelta la basura para ver si aparecía alguna víbora de colores,  o algo raro, que nos sirviera para hacer una nave espacial o un auto de carrera, pero todo estaba quemado, y encontramos muy pocas piezas, aunque una, llena de luces de colores, botones y palancas, valía la pena por todas y nos decidimos por la nave espacial, arrastrándola para casa, ya encontraríamos otras piezas.

Creciendo juntos

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      Tuve que retarla a Maia, porque les había dado un par de aerosoles, para que dibujen en la pared, y había puesto, además de los suyos, además de las abstractas pinturas y caritas, los nombres de un par de amigas, en nuestra casa, lo que ya le daba un aspecto de lugar abandonado, y yo que pensando en irme lejos y dejar todo a la buena de dios y la colaboración de mis vecinos, le explicaba lo que son las paredes y los nombres, y que ella solo podía poner su nombre, en su casa, y ninguno ajeno…     A veces en mi barrio, cualquier provocación redime a los usurpadores de culpa, y la más grosera es el tiempo y el abandono de hogar.  Entonces a ordenar un poco y retirar los pedazos de nailon que habían aterrizado para matizar, a ver si la próxima vez el juego no es a dejar todo revuelto, ya que sus amiguitos se vuelven a su casa, y yo quedo con poco tiempo de recomponer la situación.  Cosechando de la huerta y cocinando se fue media tarde, aunque salimos igual a ver si todavía pod

De madera

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  19 de septiembre de 2012          Llovía, llovía, llovía, llovía, una vez el Pato le había contado de la lluvia en alta mar, de cómo la tormenta  empezaba sin avisar, de golpe, y la tormenta misma se encargaba de borrar todo punto de referencia, toda dirección, toda esperanza, hasta que la única ilusión se remitía a no toparse de golpe, mirándose las caras espantadas, con otro barquito amarillo y perdido, viejo de maderas caducas, y entrelazarse en un crujido de árboles cayendo, que nadie oiría, sin embargo, preocupados de aferrarse a una tabla, para congelarse colgando los pies en el agua, flácidos como la esperanza de ver el  sol.  Ocho de cada diez solo se dejarían ir, para no alargar el sufrimiento, porque, inexplicablemente, era regla que casi ninguno de los pescadores artesanales supiera nadar, mucho menos en el mar picado, en ese espectáculo avasallante de espuma viva.   A pesar de todo soñaba con ser pescador, a pesar de la cara de espectro del Pato cuando volvió para