La batalla urbana
La muerte es una casualidad, es más, ni siquiera se busca, en esta neo guerra -permanentemente siniestra- no se pretende asesinarnos sino hacernos durar como marionetas, supuestamente felices como peces de acuario, obedientes, sumisos e inútiles, como apáticas mascotas rellenas de alimento balanceado. Es este, tal vez el último siglo que verá al ciudadano y la financiera-comercial humanidad como pretendidos dominadores y amos del planeta: hasta la estupidez colectiva tiene un límite. Mientras tanto, los nuevos Príncipes ni siquiera necesitan a Maquiavelo, con generaciones enteras que pasan de jugar en la tablet a asesinar personas manejando un dron, o de la discoteca al campo de concentración sin ni siquiera darse cuenta. Hoy, la derrota no tiene épica ni honor, la muerte heroica ha pasado de moda como los ideales que la provocaban, en lucha por un nebuloso y tal vez posible mundo mejor. Pero no, no mata la estupidez, la ansiedad ni el conformismo. Como palomas, bandadas