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04 mayo

...Parámetros humanos

  

  No me gusta hablar de algunas cosas porque parezco el loquito del barrio, pero cuando proponen bajar la edad de imputabilidad y ese tipo de infamias, me da la sensación de que es solo para evitar que se hable de la responsabilidad social que compartimos en la crianza de los niños, de la responsabilidad total que compartimos como integrantes de la sociedad, del estado de abandono de la infancia de algunos niños, algunos de los cuales no superan esta etapa, como si fuera algo normal, admisible, incontrastablemente rutinario.

  Pero no, matémoslos a todos parecemos decir, como si no fuéramos especie, como si no fueran iguales a nuestros hijos, como si centenares de millones de niños muriendo alrededor del planeta hubieran tomado tal decisión, como si fueran responsables ellos, en su estoica niñez de frio, hambre y abandono, de violencia, de desafecto, de automatismo digital y encierro.  

 Pero claro, los mismos hipócritas que hacen esas propuestas, para desafectarse de todo, que no entienden que el niño juega y aprende por naturaleza, como si fuera una pura hoja en blanco caída de su jardín del "heden", son los mismos que pasean por la resaca social de las ciudades, por los escombros del desenfreno del sistema en busca de instrumentos para su diversión, para su explotación incesante de la persona, de la conciencia para beneficio del dinero.

  Porque no les duele nada, es una máscara, no sienten pena ni por sus propios hijos, el único rey es el dinero, y su cochero es el control, para que las ruedas del carruaje que pagamos todos sigan corriendo y dejando sus surcos sangrientos donde antes había estado, la tan citada “libertad”, el misterioso “ser humano” que desaparece entre la violencia y la contraviolencia  entre la mentira y la hipocresía.

  No quiero hablar mucho más de este tema, aunque es muy poco lo que se dice al respecto, como si fuera un tema tan importante como la clasificación de las arvejas en latas, un detalle técnico, un dato en una planilla. 

  ¿Es que no vamos a caer en la cuenta de que estamos hablando del futuro del ser humano?  O solo vamos a admirar a los irracionales animales, en el Discovery Chanel, defendiendo a sus crías mientras ignoramos a las nuestras, agrupándose en formaciones donde protegen a los más débiles e indefensos, mientras cerramos el vidrio al pasar junto a los descalzos por miedo a que nos pidan algo, esperando que nos agradezcan por no haberlos chocado.

  Pero claro, la niñez tiene sus defectos, uno de ellos es que es improductiva.  Salvo que sea utilizado como fuerza de trabajo, muchas veces directamente esclava, digamos, bien fácil, no… el niño no genera dinero.  Punto.  

  Como, entonces, vamos a agregarle una pérdida de nuestro valioso tiempo debatiendo su bienestar, me parece obvio y atendible que pasemos a otro tema, discúlpenme, estoy algo alterado.  Hoy no puedo pensar en parámetros.  



12 julio

"Policiales"

 

 


 

  Claro que no me importa, pero no quiere decir que no esté pasando.  Luego de que el oficial Riquelme me eche de la seccional primera -en una discusión que termino siendo observada por el resto del personal de la comisaria- junto con el testigo que iba a aportar datos clave al asunto del robo de mi casa, habíamos derivado finalmente hacia los tribunales: la fiscalía,  donde la arbitrariedad y la incompetencia son acotados por el imperio de la ley escrita en códigos recopilados para el beneficio común.  

  Teóricamente.

  Esta situación no era muy distinta al momento de la denuncia, que me llevo, ya en ese primer momento, cuarenta minutos de debates, donde el oficial a cargo insistía que hace un mes y medio no había detenidos en esa jurisdicción, donde impunemente arreglan con cada vendedor de drogas a vista y repulsión de todos, por lo que mis versiones de que  uno de los ladrones había sido detenido con alguna de mis pertenencias, serian sin duda falsas porque les habrían avisado a ellos y estaría alojado en la susodicha comisaria.  

  Muy lejos de mis intenciones estaba enredar mi vida con esta anacrónica institución, pero para recuperar algo, debía empezar por la formalidad que permitiera poner en marcha las comprobaciones, y así había llegado a una de las oficinas más corruptas de concordia… 

  Finalmente, el oficial Ramos, como quien le abre a un perro que rasca la puerta sin parar solo para que no moleste más, accedió a sentarse frente a una computadora y redactarla. 

  Como demostrando la política de la desigualdad total, el delincuente había sido apresado en un lugar no muy lejos del centro, con solo intentar entrar por el techo en una casa: habiendo sido advertido por una vecina, motivo su sucesiva llamada la inmediata presencia de una camioneta policial.  

  Muy lejos, muy diferente del momento, un rato antes, en que se treparon al techo paseando escaleras para espiar por el ventiluz del baño, luego rompiendo los vidrios de mi ventana, y minutos más tarde, logrando con gran estrepito destrozar la puerta de mi casa para manotear rápidamente lo que había a mano…

   Obviamente, esto no motivo la presencia policial, en un barrio donde hace casi dos meses que no hay detenidos, no se puede catalogar de delitos este tipo de cosas, ni atender a denuncias ni ver ni escuchar ni decir nada.  

  Claro que el destino es inescrutable y la computadora robada impunemente en el barrio pobre, quedo descansando bajo un frondoso jazmín en el patio delantero que tras las rejas, enmarcaba la hermosa casa céntrica, y esa noche, a los diferentes actores.  Y solo por eso fue recuperada.

  Ahora me resulta hasta cómico, cuando pretenden avasallarme, intimidarme, como anoche, como si yo no estuviera mirándolos también a ellos atrás del desprecio y el asco, por corruptos, delincuentes y narcotraficantes, arruinando aceleradamente una generación de jóvenes que no alcanzan a ver otra opción que ensimismarse en la intoxicación nocturna con los productos más baratos y adulterados del mercado.   

  Mientras me hacen abrir la mochila, les explico que llevaba a devolver una garrafa prestada a sus dueños y que iba para el lado del cementerio y no sabía exactamente la dirección, y siguen revisando los bolsillos de mi mochila (lo cual ellos y yo sabemos que es ilegal) y sacan a relucir  la vaina de mi hermoso cuchillo panzón (o verijero, con el cual he capado animales de más de 300 kilos) con un agujero en la hoja para pasar el dedo índice, una artesanía total…

-¡No podes andar con esto!

-¡Por quee! ¿Es un delito?

- ¡Porque es un arma!

- No, no, eso es un cuchillo, una herramienta, sería un arma si yo se lo clavo en el cogote a alguno, soy jardinero, todos los días ando con machetes tijeras y serruchos, es una herramienta permanente de trabajo ¿Pero si quisiera matar a alguno cualquier cosa podría convertirse en un arma no? (y me contuve las ganas de decirle: ¿Querés probar?)

Pero ellos tenían mi cuchillo, admirándolo y envidiándolo en el patrullero, yo ni me había bajado de la bicicleta, nariz con nariz contra el patrullero, lo había visto venir en el reflejo de las luces, y aparearme y luego hacerme señas, frenando, pero yo había seguido unos metros más, girando en redondo como diciendo, paro porque yo quiero… 

  Pero no tenía documentos y pasaban mis datos “…presas, con Petrona…” con esos códigos infantiles que usan remplazando un nombre para cada letra.  

  Y yo que ya escuche esto mil veces y no pienso subirme de nuevo a un patrullero, ni volver a dormir estúpidamente en el frio cemento de una comisaria y tampoco perder mi cuchillo para que un policía corte feliz el asado del fin de semana, pero sé que no tengo el menor antecedente policial, así que esperaba que iban a hacer… 

  Entonces me dice bueno presas, y me lo entrega “no vayas a lastimar a nadie” a lo que me encogí de hombros, como si necesitara recomendaciones.  En el camino me volvieron a cruzar un par de veces más, ¿Era el mismo patrullero? Y otra camioneta… apuesto que mientras tanto estaban robando una o dos casas sin que ellos se enteren.

  Pero semanas antes de eso, ya recorría los pasillos de la jefatura y el comando radioeléctrico, a cara de perro, interrumpiendo las mateadas y las siestas, hasta lograr una fotocopia de la actuación policial y la certeza de que mi maquina estaba depositada en la fiscalía, era eso, la computadora, lo único que la extraordinaria suerte me permitiría recuperar.  

  El comisario, gentilmente, me había recomendado que me hiciera fabricar una factura para recuperarla, ya que me iban a pedir un comprobante que demuestre que era mía, pero no, es mía y punto, no voy a falsificar nada, así que por suerte, con solo un par de días de gestiones, logre que la fiscal me permitiera el acceso a la prueba envasada al vacío… 

  Y me la llevé, adjuntando copia de la actuación del comando y de mi denuncia, lo cual no relacionaron  -aunque se supone que es el organismo que fundamenta y ordena las investigaciones-  a pesar de devolverme la máquina.

  Por las dudas, intente expresar que estaba dispuesto a una mediación penal, porque me parece que no vale  la pena mandar a una persona a la prisión por tan poca cosa cuando puede resolverla, compensarla, arreglarla y quedar libre, aunque tal vez ya  lo estuviera.  

  Entonces me hacen firmar un acta mal copiada donde me entregaban el cuchillo secuestrado junto con el cinto y los cordones, que te sacan cuando quedas detenido para que no te vayas a ahorcar comprometiendo al personal.  

  Corregido lo cual y sin llevarme lo que no era mío, nos retiramos con la abogada, amiga, que había ofrecido acompañarme para darle agilidad al trámite, y había quedado charlando con algunos colegas en otra oficina…

  El día anterior, mientras esperaba que le tomen declaración infructuosamente a mi testigo, me había lastimado la visión de algunos reos esperando para declarar en fiscalía, perdiendo su libertad por quien sabe que hechos, porque objetos o violencias estaban quedando entre rejas, encerrados como animales feroces, resignados, esposados, acostumbrados, charlando con sus cuidadores… 

  No hay mayor aberración social que el sistema judicial de seguridad y reclusión que todos sufrimos y defendemos alternativamente sin que por eso deje de multiplicar las causas del delito y la violencia social, consumiendo de paso, enormes presupuestos para, cualquier día, hacer estallar la ciudad impunemente.  

  Mientras, los grandes ladrones se sientan en sillones tapizados y roban a través de lapiceras enchapadas en oro o con un solo clic del mouse, o a través de obras y trabajo estatales que también terminan cayéndose sobre nuestras cabezas…

  Pero ya me estoy yendo del tema, además que el resto de la historia es aburrida, quedemos hasta acá.

11 agosto

Conciencia vegetal

 

 

 


 

  Escuchaba atentamente el ruido de la pava, el vapor empezando a acelerarse, liberando la presión…pienso: así empezó todo, la máquina de vapor, y luego todo lo demás.  Es increíble el camino que hemos recorrido como seres humanos.

  En un par de generaciones hemos dominado la naturaleza, las reglas del mundo, y luego como si no supiéramos que hacer con tantos instrumentos, empezamos a destruirnos y dominarnos entre nosotros, cada vez más descaradamente.  

  En la televisión hablan de una planta…hace días, está en todos los canales.  Ahora esta chica del grupo “Conciencia Vegetal” con su campera de cuero de colores, que habla desesperada y explica y dice y acusa…llora.  Me da risa, la verdad, no se a que apunta. 

  Pareciera que hay un yuyo a punto de extinguirse, y por ese solo merito se volvió muy importante, me gustaría saber que hizo de su vida todos estos años anteriores esta muchacha… pero no vale la pena, para que bucear en las causas de la hipocresía ajena, si no podemos encarar la propia: cambio de canal.  Es increíble, están en todos lados, juntando firmas en la plaza, haciendo marchas  

  ¿Qué paso, el mundo se volvió loco? A ver… ah parece que encontraron un espécimen y acampan alrededor para cuidarlo, que tiernos, no creo que alguno de estos realmente tenga que ganarse la vida, o se hubieran puesto más serios. 

  Lo más gracioso es que no muestran la planta, como será, espero que tenga una flor aunque sea jajá. 

  Que rápido que va esto, en la plaza donde encontraron la plantita, que por cierto, nadie puede ver ni sabe cómo es, salvo ellos, la carpa de protección fue reemplazada por un edificio de madera y vidrios, mientras un equipo de herreros trabaja noche y día para enrejarla en su totalidad, no puedo creerlo, es un chiste o están poniendo una garita de vigilancia… voy para allá.

  Bueno, es indignante, estaban todos estos mamarrachos con sus remeras nuevas dando vueltas como hormiguitas por todo el parque, fierros y materiales maquinas rompiendo todo, arboles desgajados para hacer lugar al refugio, que (¿existirá la plantita?) Ahora ostenta un colorido cartel que dice, por supuesto “Conciencia Vegetal”.  

  No me dejaron entrar, por supuesto.  No esperaba tanto pero no deja de ser parte de la lógica... Pero no al edificio, no me dejaron entrar al parque, seis manzanas arruinadas por las ruedas de las topadoras, robadas al esparcimiento público en una desaforada carrera hacia la salvación de una planta desconocida.  

  Hace años que no me humillaban tanto,  en la puerta, angosta por cierto, para ser un parque tan grande, me pidieron los documentos para anotar la visita, según dijeron, pero ahí nomás el poli salió con mi documento para adentro, y yo que le grito:



   ¡Ey! 

  Y el otro milico de la puerta me mira y poniendo la mano tranquilizadoramente en el garrote, me dice, “ya viene” y ahí me tuvieron media hora para decirme que no estaba autorizado. ¡Autorizado! ¡Para acceder a un espacio público! Ah bueno, y adentro, esta gente con sus remeras de colores…

  ¿Es verdad? ¿Están tomando mate con el intendente y los concejales, y un par de milicos sonrientes? Mientras trastabillo empujado por el camarógrafo del equipo de noticias del canal oficial, creo ver que el  milico que se había llevado mis documentos me sonríe, como ellos sonríen… no sé porque me da un escalofrió.

  Ahora desayuno en silencio, no quiero ni prender la televisión, paso por el parque caminando hacia mi trabajo: siempre las camionetas de la tv, los camiones de bomberos y policías, las rejas cada vez más altas.  Hoy habría como cien personas, la mayoría de traje, y las remeras de colores como abejas revoloteando entre flores negras.  

  Los aplausos se repetían cada minuto, mientras pasaba lentamente por la vereda, ahora angostada por las rejas.  

  Hace cuanto empezó esto ¿Un par de meses? Como un golpe en el estómago, recibo la impresión de ver la cámara de seguridad en la esquina del parque, filmando la vereda.  Descompuesto, me voy a trabajar…

  ¿Sonó el despertador? No lo sé, tal vez lo apague en sueños, tal vez no lo escuche, pero esta claridad me suena a diez de la mañana, no pude dormir en toda la noche, pesadilla tras pesadilla me hicieron traspirar y enfermar hasta que en algún momento debo haber tomado la decisión de faltar, ahora dormí un par de horas, voy a llamar al laburo… 

  No, como siempre que uno necesita la tecnología, no funciona, tendré que ir a llamar a una cabina, pongo el agua para un café, y espero con la mente en blanco, mi cabeza fluctúa entre el vacío total y las imágenes de la pesadilla que vuelven como una bandada de golondrinas. 

  Basta de televisión ¿Cuándo la prendí? La verdad que no lo recuerdo, esto ya me está asustando ¿Estaré volviéndome loco? 

  Termino el café escuchando la misma letanía y el murmullo de las voces conocidas que saturan los medios… tengo la panza dura, no tendría que haber tomado café, pienso, pero ya es tarde… apreto el botón y la televisión se enciende ¿¿¿¿¿????? 

  La apago, el murmullo continúa, la enciendo, la apago, siento un cosquilleo en las orejas, y la realidad me golpea como una ola. Lentamente, horrorizado, corro la cortina…

  Están ahí afuera, están acá, en mi casa, en el jardín de adelante, me visto y salgo apresurado, sin atarme los cordones, olvidándome completamente del trabajo… me derrota ver los canteros de flores aplastados, los pies yendo y  viniendo, las camionetas descargando materiales.

  “¡Ey que pasa! Que están haciendo!” “Quien es usted” El dueño de casa, por supuesto! Que hacen en mi jardín?? No ven que están rompiendo todo… !!

  Movimientos rápidos me rodean, todo pareciera estar sincronizado, sin saber cómo, una cámara me está filmando, al lado mío habla esta chica, habla y habla, de la colaboración ciudadana, de que se yo, Cuándo quiero decir algo la apagan y se van al camión, seguramente para sacarlo al aire.  

  Me siento aplastado, avasallado, acorralado, en el medio del jardín un cerquito… no… no…

  Me acerco a ver  pero me sacan de un brazo, me suelto ¡En mi propia casa! 

  Dos payasos me sujetan, no quiero pelear pero esto es demasiado, mientras, tapan el mini cerco con una cubierta de nailon, otros toman medidas, y prolijamente, todos y cada uno, pisotean el resto del jardín, cada planta, cada flor, hasta volverlas una masa de barro espesa. 

  Uno mea contra la pared mientras charla con otro, que se ríe y levanta un inmenso martillo, comenzando a pegarle al Angulo de la pared, demoliendo… 

  Salto pisando a uno de los gorilas que me sostienen y me escapo, no quiero verlos más, le saco el martillo y lo arrojo lejos, empiezo a arrojarlos para afuera, gente, herramientas, metros y reglas, cuerdas y planchuelas, grito, rompo, y me desconozco hasta que el estampido inconfundible de un disparo me corta en seco.  

  Miro mi cuerpo, buscando sangre, se me aflojan las piernas, al frente un milico me apunta directamente con su pistola, aunque debe haber disparado al aire.  Las coloridas remeras entran cuidadosamente atrás del uniformado mientras otros dos me esposan y me aplastan contra la tierra.  

  Con la cabeza contra el suelo, alcanzo a ver un tallito verde en un resquicio del nailon, pero también, entre los gruesos dedos del policía que aplasta mi cara, a la chica de la tele que entra a mi casa con un termo, riendo sin dejar de hablar, tal vez a calentar agua…a mi casa.  



  Mientras me arrastran, solo atino a pensar que todo es un mal sueño, una pesadilla, claro, todavía no me desperté, dejo de buscar un sentido, hasta sonrío a las cámaras que me filman, mientras los periodistas al lado hablan sin parar…

  Estoy incomunicado, aislado, no se desde cuándo, no sé dónde estoy, creo que hasta hace no mucho tiempo recordaba mi nombre.  

  ¿Esto es una institución psiquiátrica? ¿Estoy loco? 

  Me pregunto cómo comenzó?  Hago un esfuerzo por recordar, tan intenso que todo mi cuerpo se tensa bajo el esfuerzo.  Intento una palabra y solo me sale un gruñido, me arrastro en el suelo sin poder sacarme de encima esta opresión de adentro, esta cárcel de no saber quién soy 

  Y lloro, solo puedo llorar, termino llorando como todos los días hasta que viene la enfermera y me da la pastilla azul, la pastillita rosada y el vaso de jugo.

  Y sin saber por qué, me tranquilizo, sin  poder manejar mi mente en blanco, busco un banco y me siento.  

  La música me tranquiliza, esas guitarras y esas voces cristalinas, me arrimo a la reja, con miedo, espero que no me tiren una piedra, como esos niños de guardapolvos blancos.  

  Pero no, estos tienen ropa de colores y cantan en ronda, me saludan y les respondo, levantando la  mano, hace tanto que alguien no me trata como un ser humano que me sorprende y hasta me asusta un poco, mi corazón palpita acelerado y me pego a la reja, siento la baba gotear sobre mis puños, enroscados contra el fierro.

  Uno se acerca, por lo que me alejo inmediatamente, los otros lo miran, trae algo en sus manos, una maceta.  Una pequeña planta, con solo cuatro o cinco hojas, me la ofrece, lo miro, espera, con los brazos extendidos.  

  Finalmente la deja en el borde de cemento y se retira volviendo a la ronda, donde cantan y ríen, y me acerco, lentamente, tomando la planta en mi poder.  Jamás había visto algo así, una planta más bien extraña, pero su tallo me recuerda algo…

Vuelvo a mi lugar y me siento, con la planta en mi regazo, la baba gotea sobre sus hojas, pero en mi mente, un pequeñísimo motor se puso en marcha, ese tallo estaba tras los dedos de un policía que sujetaba mi cabeza…. 

  Empiezo a recordar, la realidad me duele como una puñalada, comienzo a tomar conciencia, ellos me miran y ríen, los saludo, ahora entiendo quiénes son, voy reconociendo sus caras, voy reconociendo sus caras destrozando mi casa, soy tan consciente de mi situación que sigo babeando, más que antes, no quiero despertar sospechas, miro a los zombis que me rodean y pienso… 

  Así me veo, como ellos ¿Dónde estoy? Cuando otro zombi trata de sacarme la planta forcejeamos y la enfermera viene corriendo, me saca la planta, veo la lapicera en su bolsillo y forcejeo, sin soltar la planta, me hamaco hasta poner la punta de la lapicera entre mis dedos anular y pequeño, y la extraigo tocando apenas sus tetas… 

  Suelto la maceta llorando y me prendo a la reja, balbuceo y gruño, tentado a emitir palabras, palabras, palabras, mis pensamientos formulan palabras, y tiemblo de miedo a delatarme, la enfermera, y dos enfermeros más, hablan con los jóvenes de remeras de colores, uno me devuelve la maceta y me tranquilizo, pero ya no puedo parar de llorar, mi vida anterior pasa por mi memoria como una película que no pude terminar de ver. 

  Me dan una pastillita rosada, y un vaso de jugo, me tomo el jugo mientras con la lengua empujo la pastilla hacia mis dedos, retengo la pastilla y me siento a babear en el banco de nuevo, con la planta, la birome apretada en el elástico del pantalón sin bolsillos. 

  La maceta es un tesoro, envuelta en  blanco papel de embalar, no quiero perder más tiempo, lo desarrugo, aliso, doblo y guardo junto con la lapicera ¿Cómo podría mandar un mensaje en este aislamiento? Y en ese momento miro los departamentos de enfrente... 

  ¿Al oeste? A solo veinte metros de la reja, creo que la mejor posibilidad es esa ventana que se abre solo a veces, dejando ver una pareja, de apariencia normal, que, abrazados, nos observan por un rato y vuelven a entrar.  

  Me llevo una  semana escribir el papel de los dos lados, y conseguir un pedazo de piola para atar el papel a la piedra que hoy vino a mí, tropezando contra mis pies sucios, redonda y perfecta (luego envuelta en una bolsa por las dudas que vaya a caer en un balde o algo así).  

  Disculpame por romper tu vidrio, fue necesario.  He perdido mucho más que eso pero te lo compensare, si llegás a leer este mensaje desesperado, por favor, ver a verme a la institución psiquiátrica, soy el que tiene la maceta, siempre en mi regazo como si fuera un bebe… me reconocerás por la planta, la misma que está en todos los canales de televisión. 

Tomo carrera, debí alejarme un poco para tirar por arriba de las rejas, pero me tengo fe, hace días que practico, cuando nadie me ve.  

  Lanzo, vuela… como un pájaro llegando al nido, atraviesa el vidrio -exactamente por el centro- que estalla, y respiro de nuevo, mirando rápidamente a mí alrededor.  

  Impensadamente  sale el muchacho al balcón, en cueros, mira.  Yo miro de reojo mientras acaricio mi planta. 

   ¿Y si sale mal? Antes de que venga alguien escondo la lapicera en una rajadura de la pared y la tapo con barro, traspirando frio, alcanzo a teñir el barro con un poco de cal en polvo que consigo moliendo unas escamas de pintura descascarada…no puedo perderla….

  Ahora vuelve a salir, el tipo joven del balcón, ya somos más en el patio, pero me mira, siento que me mira, me miran, ahora la chica abrazada a él, con una camisa larga, mirando, intentando leer en la hoja arrugada, sé que hoy no podré dormir, de la ansiedad, le gruño a la enfermera mientras suavemente me empuja hacia el pabellón.  Protejo mi planta como si fuera lo único que me importara en el mundo.

  Camino entre los demás, como si nada hubiera pasado.




 

27 julio

Institucional

 

  Volviendo al tema de las instituciones, es innegable su valor, para el desarrollo de nuestra vida, como catalizadoras de una necesidad de simulacro ético y moral, de inocencia y candidez, de respetabilidad, que ya es imposible de generar en el tipo de sociedad actual que construimos.  

  Nos sometemos sin quejas y  a cambio obtenernos la posibilidad de hacer jugar a nuestro favor el imperio de la impunidad, la arbitrariedad, el abuso de poder, el desatino económico, ecológico y social.  

  Lo cierto es que, a tamaña cantidad de jugadores, nuestras aspiraciones chocan con la realidad palpable de nuestra impotencia, solo comparable a nuestra arduamente construida indiferencia.  

  Y así es como  los más cínicos y audaces se deciden a tomar el infausto lugar desde donde pueden usufructuar, sin verdaderos contratiempos, el gran surtidor que forman nuestras comunes delegaciones de poder: el núcleo mismo dentro de las instituciones, el puesto ejecutor o directivo desde el cual se ejercita el desfasaje social de recursos hacia los fines más diversos y más alejados de su aparente función. 

  Y así jugamos día tras día a que todo está bien, sin control, sin interés ni responsabilidad, sin ninguna necesidad de saber cómo se llevan a cabo las cosas.  

  Sin preocuparnos de la destrucción que causa la fábrica de nuestras inofensivas servilletas descartables, alejando nuestras miradas de la pobreza y el abandono, cuando no pueden ser erradicados hacia las afueras de las ciudades.  

  Y así también con las cárceles, ejércitos, fuerzas de seguridad y comisarias, mundos ajenos cerrados sobre sí mismos, donde estamos seguros que alguien dio el mandato de que todo se haga bien, por lo que todos esos garrotes y escopetas, esas botas y dientes apretados por la furia, solo pueden trabajar por la libertad.  

  Y así con el manicomio y el congreso, la suprema corte y todo el resto de esas instituciones derivadas de segunda mano heredadas de un intento fallido de trasladar parámetros éticos a payasos ambiciosos, en medio de la más voraz sociedad capitalista de consumo.  Estamos realmente locos. 

  En realidad no tienen mayor importancia los resultados, mientras se pueda seguir manteniendo la farsa de la legalidad que brindan las elecciones, el sistema “popular” “representativo” en una farsa de legitimidad que se acepta sin la menor convicción.  

  Nadie nos sacara nuestra silla mientras se pueda mantener a raya a los eternos perdedores, carne de cañón del sistema: pobres, inmigrantes y desplazados, alcohólicos y drogadictos, enfermos, locos, artistas y criminales, ancianos, niños y obreros explotados hasta el fin en industrias sucias.  

  Todos los arroyos de aguas negras del mundo reflejan el mismo paisaje de casas miserables e inclinadas por el tiempo y las tormentas, donde terminan viviendo, frías, húmedas, sucias de humo, abandono, hambre y desesperación.  

  Y la violencia, claro, como un marco normativo alternativo que rodea a estas autárquicas urbanizaciones.

  Esta, a pesar de las apariencias y la propaganda, se ejerce mucho más desde afuera, desde la ciudad, que desde adentro, donde la mutua impotencia(jaqueada día tras día con creatividad) genera un matiz de reconocimiento del otro, de comprensión, que impone algunas reglas básicas de convivencia, ausentes más allá de los límites de la villa. 

  Salir del barro hacia el cemento y la tentadora luz del centro, no implican tantas oportunidades de progreso como de sometimiento, cárcel, discriminación y muerte.

  Pero votamos, y nos acordamos de ellos cuando hay que pedirles que nos acompañen en el voto, porque estamos convencidos de que no piensan, de que no tienen patria, capacidad organizativa ni ninguna otra, conciencia política ni visión de futuro, cuando es a todas luces al revés. 

  Cuantos se engañan poniéndose en el papel de idóneos, hasta convencerse de que están mejor que ellos y terminar en algún eslogan ridículo intentando “llevar la cultura a los barrios” o cosa por el estilo. 

  Y salen un rato de sus prisiones habitacionales, dejando a los niños en la computadora para que no se aburran, para ir a mirar espantados como los descalzos juegan alegremente en la calle a miles de juegos que no sabían que existían, y aun así, algunos hasta se hacen un tiempo de prestarnos atención y aprender un poco de la “cultura” formateada en el extranjero que llegan a derramarles tan generosamente.

  No es raro que esos proyectos no duren, si no se dejan colonizar por la idiosincrasia y los contenidos locales: en esos casos quedan tan aislados  que su fracaso acompaña a los aristocráticos “benefactores” que ahora desnudaron una sensación de vacío en sus vidas, de falta de sentido, que solo podrán exorcizar descalificando completamente al fruto de su prejuiciosa mirada. 

  De ahí a apoyar el discurso institucional que barre todos los  males hacia los suburbios, no habrá más que un impasse temporal de incomprensión irreflexiva, y luego la represión y el exterminio serán aceptados sin mayores recelos como solución práctica. 

  Los alcaldes, directores, comisarios, jueces y diputados se ajustan el nudo de la servilleta, y atacan con cuchillo y tenedor.

  Después de eso, la normalidad será establecida nuevamente, y los cauces del concilio social serán remarcados como deben ser: para los pobres la caridad, para los ricos la cultura, para acá la delincuencia, para allá la honestidad, para acá la conciencia, para allá el desinterés, y así etcétera, etcétera… 

  Como si fuera un juego de niños que no les importa ganar ni perder, se reparten los roles, sin derecho a queja. 

  Para superarlos, de un lado o del otro, habrá que superar el contexto, pero el mismo es apremiante, aplastante y coercitivo, en todos los niveles, en todos los extremos, porque las estructuras no están hechas para trastocarse, ni los alambrados para saltarse, y así, lo único aceptable en un principio es desarrollarnos en el nicho que tenemos asignado,

    Porque las mismas personas se vuelven instituciones, y eso si está muy bien visto, y muchos se acostumbran a dormitar a la sombra de otros como si fueran edificios.  

  Lo inmutable, lo inapelable, lo intransigible, todo lo que remita al poder como fuente de legitimación de la vida es inmediatamente homologado, categorizado, adulterado o podado en sus facetas poco edificantes, y remitido inmediatamente al almacén de ejemplos de vida. 

  Desde ahí será propagado, divulgado, propagandizado y exigido a la generación que le toca, como único valor y fuente de felicidad personal.  

  Y si logran ser felices de otra manera, están equivocados y todo el peso de los estabilizadores sociales caerá sobre sus cabezas, función altamente prestigiosa y honoraria, que más que por policías y jueces, es ejercida en primera instancia por padres y hermanos, por maestras y vecinas, por amigos y colegas.  

  En definitiva, dado que el sistema es capitalista, nos quieren seguir vendiendo el negocio de la guerra social, por lo que la única alternativa para la paz, es la independencia económica, no como países, que ya están bastante atados al palenque y han perdido la importancia ideológica, sino como individuos, en cualquier lugar del planeta.  

  El sistema hace una sola pregunta: ¿Cuánto? Y esa independencia que nos ofrece, solo económica en desmedro de todo lo demás, no es la que nos sirve, no la que estamos buscando en este caso… hay que empezar a preguntarse sobre todo el cómo, y también por qué y para qué. 

  Quién, cuándo y dónde es la única respuesta que ya tenemos en la mochila: somos nosotros, ahora mismo, en el lugar donde estamos.

   Ahí es donde podremos cuidar la semilla del mundo nuevo, donde las personas vuelvan a ser personas.



Gracias Palestina!

    Gracias Palestina.  Gracias por cargar sobre tus hombros la última batalla por la conciencia humana.   Gracias por tu amor interminable,...