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Mostrando entradas de abril, 2015

La era de la felicidad

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       Crecimos soñando con argumentos de películas, mientras nos acostumbrábamos a esperar, a tolerar todo, a durar hasta que las cosas cambien, y claro, no llegamos al final feliz ni el hada madrina universal toco con su vara la realidad que despreciamos.     Vivimos en la era de la infelicidad, y en base a eso fundamos nuestras relaciones: la queja como un ruido constante que envuelve la comunicación, la seudoindignacion que nos protege de la responsabilidad, de la acción, del pensamiento constructivo, la ambición que siempre corre diez pasos adelante, fogoneada, acicateada para tenernos atrás de un sueño estéril  y destructivo.   Mientras tanto, nos hallamos sometidos al poder demoledor de la burocracia, intentando sacar la cabeza a flote en el turbio mar de la legalidad, rehenes de facciones y sectas políticas, de empresas que deciden día a día desangrarnos, comerciantes que se adueñaron del aparato productivo, multinacionales que abusan a su gusto y conveniencia de los recurs

Recetas para el no futuro

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     No, no, no es que este enojado con el mundo ni nada de eso, sino que me da una tristeza matizada con rabia comprobar cotidianamente el origen de los problemas que nos cercan en lugares lejanos, en otras, ajenas realidades que se benefician con nuestra piel.     Pero en el proceso de súper especialización en el que nos insertamos social y laboralmente en la “comunidad” así también se ha acostumbrado nuestro pensamiento sistematizado, a pensar lo que los demás piensan, a saber lo que los que saben, saben, entonces nos enfocamos en un pequeño detalle y nos acercamos hasta olvidar el panorama.   O nos conformamos, mejor dicho, con la mirada ajena sobre cualquier cosa (¿para ganar tiempo?) Por ejemplo: criminalidad, delito, homicidio, tortura, fraude, guerra, genocidio, corrupción, poder etc.  Palabras exclusivamente humanas, racionales, que escapan al poder de las definiciones, que designan una intención, un sí o un no depende del lado del tablero, un formato de verdad que debemos

Un pedazo del mundo

     En un mundo que ya no le interesa esconder sus incoherencias, hasta la misma ONU se está volviendo una cascara vacía, cada vez más descaradamente funcional al poder, más abiertamente contraria a los fines por lo que teóricamente se creó.     Hace rato ha dejado de proponer soluciones, mucho menos hablemos de tener algún poder real de llevarlas a la práctica.    Más allá de ser testigos, mas allá de un recuento estadístico de los hechos o las situaciones, cada sección de la organización de naciones solo prepara el camino para la hegemonía de las dominantes, y ha perdido, por lo tanto, su credibilidad, fungiendo hoy casi siempre como instrumento legal,  legitimador de las más atroces invasiones y genocidios, silenciosos o silenciados en países “lejanos” “de la periferia” “subdesarrollados” o como se los pueda calificar de acuerdo a esta decadente visión del planeta como propiedad indiscutida de los participantes en la carrera económica-armamentista...    Hoy en día, cuando el ac

Tierra arrasada

   No son los partidos políticos, las tribus, los reyes, no son las ideologías, son las personas.  No es el sistema, son los individuos.    No existen siempre los otros, solo el yo, y ese roce de cada uno con el resto del mundo procesa la energía que hace girar el planeta.  Mientras tanto, ciudadanos pensantes, seguimos pretendiendo que se resumen, terminan nuestras oportunidades, nuestras posibilidades de influir no sé de qué manera en qué, el día mismo de las elecciones.     Después de eso podemos dormir y ver correr el viento para uno u otro lado, y dejarnos diseñar por las políticas dominantes hasta que nos sintamos cómodos en un sistema de vida, en una organización social que navega siempre hacia la debacle mientras entregamos nuestra aprobación por pequeños beneficios personales…    Porque está muy claro que no vamos a inmolarnos por alguien que no registramos, como suele ser el resto del mundo, por evitar una hipotética catástrofe que sucedería quien sabe cuándo pero no va a

Mil años

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      Han pasado mil años, y antes mil días.  Los imperios que destruyen el mundo para después usurparlo han caído bajo su propio peso y vuelto a levantarse de sus ruinas…   Mientras, nos hemos acostumbrado a vivir en la polvareda, a ignorar escombros, a esquivar cadáveres, nos hemos vuelto insensibles surfeando titulares a través de la avalancha de información falsa y tendenciosa.    Nos han acostumbrado a tolerar marionetas, a creer en fabulas que solo demuestran la intención inalterable de las elites de sujetar las riendas por mil años más…     Nos llenaron de fronteras para no avanzar, para cortar la circulación de ideas y la comunicación. Se apropiaron de todo solo para enajenarlo, para negarlo, y como corolario, nos usan alegremente como campo de pruebas para fantasiosos experimentos políticos y sociales, como para recalcar claramente: “tenemos el control”.   Claro que la idea es reciclarse, siempre, hasta el punto que la esclavitud sea preferentemente voluntaria y mansa, como

Por qué sembrar:

    En medio de esta sequía, cuando la vida no recibe más que desprecio y risas, y cada brote es pisoteado por la ambición ajena...  Tarde o temprano me lo pregunto… tarde o temprano nos acosa una duda, casi un dolor.     Una pregunta que crece y  carcome la cabeza, y  se multiplica en miles de dudas paralizantes, en una necesidad de echar luz sobre el futuro de nuestras acciones, para eximirlas de ese componente irracional, suicida, de esa carrera a ciegas hacia la solitaria oscuridad de la derrota.   Como no estamos en el terreno de la lógica no hay formas mecánicas de despejarlas… simplemente tenemos que transcurrir nuestro tiempo y navegar en este hambriento mar.  Descontando el esfuerzo de nuestros brazos en los remos, la temeridad de volver una y otra vez a enfrentar el océano chato de lo establecido, la fragilidad desafiante de nuestros sueños que no encajan con nada, lo único comprobable es nuestra condición de blancos móviles.     Lo más seguro es que nos asedien desde el

Sangrando

        Acabo de sacarme “un par” de vampiros modernos del cuello, prendidos hace tanto tiempo que ya se creían con derechos sobre mí sangre, mí tiempo mi vida, y hoy están ofendidos… “dolidos”… “destruidos”… porque nunca terminan de simular.     Y como suele pasar, mis venas se hinchan de nuevo, mi cerebro empieza a funcionar de vuelta,  y mi tiempo vuelve a mí, a ser mío, para poder encarar las ruinas en que estaba quedando mi casa, porque siempre alguien paga el pato, aun cuando no se sepa, atrás de la asquerosa hipocresía, de las sonrisas oportunistas del que escupe hasta para arriba…     Entonces estaba ordenando y barriendo, tirando lo que murió esperando que vuelva, sin tiempo de lamentar nada más…   Mientras pongo, saco, corro, de a un lado a otro, junto, lavo, recuerdo… escucho en los parlantes a la "Mala Rodríguez" como un itinerario, y me saca una sonrisa… porque en este mundo la música que me gusta más casi siempre está en la voz de una mujer, y no es casualid

Ningún Plan B

     Yo no elijo a mis enemigos, solo a veces el campo de batalla, soy un pacifista convencido a pesar de conocer como todos, la teoría de algunas artes de matar… simplemente, a veces parezco vulnerable(y lo soy) o por un momento custodio bienes intangibles como la libertad o la vida y me caen encima.     Pero no es la violencia la panacea para todos los problemas del mundo, no va a llegarse a ninguna solución mediante la exclusión y el exterminio ni va a construirse la humanidad sobre los huesos de los más indefensos.   En cada vidriera se demuestra ostentosamente la función  primordial de restarle sentido al ser humano y en cada poster la necesidad imperiosa de detener el pensamiento, para poder embicarnos en la cinta transportadora que nos lleva cada minuto a través de un glorioso tren fantasma de estímulos y miedos, de chantajes y traiciones.     Entonces no hay nada que hacer, solo dejarse llevar por la corriente como un globo hasta el final, aunque sea una catarata -metafóric

El camino de vuelta

      Somos una definición total del mundo, somos dios, somos el dios que habita en el fondo olvidado y simple de las religiones, y en nuestra memoria, descansa intacta la fuente y el verdadero valor de toda divinidad.     Desde que nacemos, han pretendido olvidarnos, han pretendido que olvidemos todo lo que somos, todo lo que el mundo habita en nosotros, reduciéndonos a países y banderas, a sectas y guerras por poder, a mentiras, lideres, religiones y banalidades, pero basta un segundo de comprensión ínfimo para que pierda sentido la máscara de la espiritualidad como mercancía.   Cuando tomamos contacto, cuando por un segundo nos cerca el infinito, la muerte se torna una tentación inmanente a nuestra imposibilidad de conectarnos, ya que no podemos devolver en la misma medida el regalo de la vida, ya que no encontramos en la cotidianidad arrasada ningún valor ni punto de apoyo para expresarnos a un nivel más profundo.    Pero la vida es experimentar, y la muerte, solo una forma de