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Mostrando entradas de octubre, 2014

Fanáticos de ayer y hoy...

     Una profunda y pasajera tristeza, por el espíritu humano, y luego a seguir como si no pasara nada…    Miro el tremendo despliegue policial: seres humanos, enfundados en un traje azul, botas y chaleco en una fila de cinco, aferrando un palo, un pedazo de madera dura y recia cuyo único fin practico y definido es ser estrellado con toda su fuerza contra el cuerpo y la cabeza de otros seres humanos, a un lado, claro, una pistola del calibre 9 milímetros, fabricada para atravesar con un proyectil incandescente a un cuerpo humano a más de trescientos metros por segundo.   Miro a otro lado y veo otro grupo acorazado y con escopetas… ¡¡¡¿¿ametralladoras??!!! Mi cuerpo tiene un escalofrió pero yo sigo… es increíble que toleremos esta forma de vida, este condicionamiento total, absoluto y absurdo, esta coerción infinita en todos los órdenes de la vida…   A la que justificamos con nuestra violencia y nuestra incapacidad de convivir.  Hasta donde me da la vista solo veo grupos de policí

Al galope (Poesías)

    Puntualmente   He dejado de derivar Al ritmo del azar Ahora tengo agenda Avísame con tiempo Cuando sea el evento Un segundo antes… ¡Mañana podría estar muerto!     Lejos del vertedero…   Hay personas que se dedican A escribir: poesías… Revuelven un tacho de basura Donde tiraron metáforas usadas, Clásicos de la época clásica Donde todas las mañanas son prístinas Y el alba atrona de trinos y encima rima Y el sol se eleva como un ígneo disco Para envolverse después de sombras, al ocaso… Y como todo basurero, su ruido solo atrae ratas Que juegan entre las palabras gastadas Saboreando metáforas rancias Y viles coincidencias estilísticas: Disfrutan, festejan, y después no queda nada. Pero una poesía viva no necesita de callejones Oscuros, donde juntar versos descartados Ni de la pantalla que afirma el ego como único Producto de un altivo desprecio a los incrédulos, Sino que cae como una semilla, a campo abierto Donde tierr

Temiendo el nuevo día

     Vivimos en un mundo de etiquetas, vivimos en un mundo de miedo, de miedos celosamente protegidos  alimentados por las dinámicas sociales.  Aun abriendo los ojos al amanecer, despreciamos la vida y salimos agobiados y ojerosos de la cama temiendo el nuevo día.     Y caminamos entre la gente buscando una ventaja sin dejar de especular, sin dejar de intentar entrever entre la niebla de la ambición y el pantano de la rutina, el daño inminente y oscuro.  Cuando niños temíamos (¿Nos enseñaron a temer?)    A los monstruos, y aprendimos a adivinarlos, en la oscuridad, acechando bajo la cama, en los rincones… Y esa sensación fue aprovechada al máximo, aceitada con películas de terror, y terrores de película que nos envuelven desde los diarios y noticieros.     Ahora ya no esperamos que un monstruo nos muerda las patas, si cuelgan de la cama, nuestros temores han crecido con nosotros, y son mucho más elaborados y complejos, mucho más fuertes y persistentes.   No esperemos consuelo ni co

Niños, niñas...

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     No es el calentamiento global ni el terrorismo especializado, no son los banqueros ni la contaminación, no es el hambre ni la pobreza…   La tragedia común que abarca a la humanidad a lo largo del globo, es la forma en que tratamos a los niños.   La barbarie está en nuestra mirada, en nuestra forma de negarles, o digamos retacearles humanidad, sin permitirles expresarse a sus anchas, en nuestra forma de normalizar un mundo de coerción y violencia, en la naturalidad con que pisoteamos su libertad de conciencia, mientras asumimos su total exclusión sobre el poder de decidir su futuro…hasta que lo decidamos.    Al margen de cualquier lógica todo se vuelve más triste y perverso cuanto más desarrollo y poder económico pueda ostentar la sociedad que los cobija.  Además, cualquier otro problema humano no tendrá solución antes que este, aunque logremos plantearlo, porque seguiremos generando el monstruo que nos devora, antes de resolverlo…    ¿O vamos a resolver la dominación, la vio

Rebeldes de papel

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     En las trincheras crecen los lirios, en las praderas las cruces, en los territorios libres brotaron alambrados o huertas, en las plazas se sientan las madres a amamantar a sus crías o los soldados a emplazar sus baterías antiaéreas…    En cada recodo de la historia personas comunes se hicieron de acero hasta volverse gigantes, personas normales asumieron las necesidades de su época hasta volverse líderes, personas insignificantes y anónimas soportaron todo hasta arrastrar al resto…    Y se hicieron historia, y luego ídolos, y luego posters, remeras y frases que podamos repetir sin dejar de comer pororó mirando la novela.   De hecho, la historia los guardo para que los usufructuemos, y eso hacen algunos, en el bar, en la escuela, el trabajo, en la calle, discutiendo, repitiendo, ensalzando a muertos que aun así están más vivos que ellos.     Y caminan, caminan desparramando su baba, saltando sobre los mendigos, esquivando los niños descalzos, justificando el despojo cuando lo t