La Gran Fiesta
En un lugar no muy lejos de algún lado, después de uno de los tantos descabezamientos de cúpulas policiales que hay a cada rato porque los comisarios después del yate quieren la isla, acaeció en la ciudad un repentino cambio (recambio) de autoridades, y todo empezó a funcionar de nuevo: pintaron las comisarías, hablaron por la radio municipal, prometieron cambiar todo, organizaron algunas reuniones con los vecinos y así por el estilo, desde el vamos tomando el toro por las astas de la seguridad. Al tiempo de volver a poner en marcha, ya aceitados, los engranajes de la ley y el orden, sin embargo, alguien que por no estar muy ocupado se había puesto a trabajar sin sentido, cae en la cuenta y toma nota de que de las denuncias por disturbios y/o ruidos molestos amontonándose en los papeleros de la jefatura, había una llamada de protesta que se repetía cada día, desde distintas locaciones, en el Barrio Industrial, pudiéndose comprobar en la estadística, los 42 días de funciona