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Mostrando entradas de julio, 2013

Institucional

  Volviendo al tema de las instituciones, es innegable su valor, para el desarrollo de nuestra vida, como catalizadoras de una necesidad de simulacro ético y moral, de inocencia y candidez, de respetabilidad, que ya es imposible de generar en el tipo de sociedad actual que construimos.     Nos sometemos sin quejas y  a cambio obtenernos la posibilidad de hacer jugar a nuestro favor el imperio de la impunidad, la arbitrariedad, el abuso de poder, el desatino económico, ecológico y social.     Lo cierto es que, a tamaña cantidad de jugadores, nuestras aspiraciones chocan con la realidad palpable de nuestra impotencia, solo comparable a nuestra arduamente construida indiferencia.     Y así es como  los más cínicos y audaces se deciden a tomar el infausto lugar desde donde pueden usufructuar, sin verdaderos contratiempos, el gran surtidor que forman nuestras comunes delegaciones de poder: el núcleo mismo dentro de las instituciones, el puesto ejecutor o directivo desde el cual se ejercit

Poder de decisión

  La otra vez me pare en una esquina, había una luz roja a mi lado y yo había decidido darle un nuevo propósito a mi vida, trazando un camino desconocido e inexplorado, completamente ajeno a mis parámetros hasta ese momento.     Había una luz roja, yo quieto permanecía y no sabía a ciencia cierta cómo conducirme ¿qué es lo que se esperaba de mí?   Entonces a un lado tenía la luz roja, y frente a mí la luz verde, en esos extravagantes armatostes llamados semáforos, que cambian sincronizadamente de un color a otro a cada rato…nunca les había prestado atención, aunque recordaba vagamente que me habían enseñado su funcionamiento en la escuela primaria.     Ya hace dos días me había propuesto la meta de respetar las normas de tránsito.  Esta nueva forma de andar por las calles me brindo por un lado una serenidad absoluta en la marcha, un cambio total de paradigmas y circuitos, un esfuerzo mental permanente por recordar las calles y sus direcciones autorizadas para calcular donde dar la

Aniquilados por la esperanza

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        Como siempre, los valores predominantes en la sociedad, no son los necesarios, ni los mejores, ni más acertados, sino solo los más adecuados.     ¿Adecuados a qué? A su eterna transformación en guardianes de la hegemonía, de lo estático, de lo incambiable: el poder, la dominación de unos pocos sobre el resto.   y como un triunfo de los valores burgueses sobre la decadencia del perezoso o salvaje oriente, del África primitiva, de las islas perdidas en el océano y las selvas en nuestro propio continente, se alza el valor más utilizado para convencernos de que estamos en el camino correcto…ese tenebroso índice: la “esperanza de vida”.     Y así nos empaquetan una vez más con la grandiosa preminencia del norte sobre el sur, de los países ricos sobre los pobres, de la moral contra el libertinaje (o lo que se quiera justificar, bueno, de alguna manera se mete en el paquete).     De hecho, las investigaciones médicas son la excusa eterna para la tortura y la degradación de miles

Operario Calificado

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      ¡Por fin conseguí trabajo!  En la fábrica de alimentos, después de una hora entera de charlar con el encargado…    Es así, no confío en los curriculums, ni en los clasificados, siempre hay mil mejores que yo, más temprano, mejor vestidos, más preparados.     Es imposible, inútil, además nunca resulto, pero nunca.  Así que hago lo mismo de siempre, un día, me despierto con la certeza absoluta de que voy a conseguir trabajo, y salgo, puerta por puerta, negocio por negocio, fabrica por fabrica, hasta que llego al hueco en el momento justo y quedo.    Después viene lo más difícil, que es aguantar, no sé ustedes pero yo no nací para trabajar, eso de despertarme temprano día tras día, de noche en invierno, con calor en verano, bajo lluvia o viento y como sea.     Y después la rutina agobiante, destructiva, de aguantar a los jefes, los capataces, los ingenieros, los dueños, los chupamedias, los botones que desde que entras no tienen otra idea en la cabeza que sacarte para afuera…

Status Quo

    ¿Qué es lo que esperamos como sociedad, como individuos parte de ella?   Podemos hacer esta pregunta y responderla, sin dudas, con una larga lista de exigencias, expectativas y deseos largamente merecidos, tampoco faltaran los dictámenes, los determinismos  morales, las condenas y los crucificados, los culpables y los Mesías autoconvocados.    Porque no vamos a dejar de aprovechar la oportunidad para dejar bien sentada nuestra posición en la vereda sana del bien común, la verdad, el progreso, y la verdadera convivencia donde los que sobran son los otros. ¡Claro que no!     Pero aun teniendo en cuenta que estas palabras gastadas llegaran a otorgarse un sentido a sí mismas, ya que nosotros se lo restamos… ¿Qué estaríamos definiendo?    El simple marco ficticio donde se supone apuntaríamos si tuviéramos la voluntad de actuar en privado según declaramos en público: nosotros, el presidente del club de la esquina, el dueño de la rotisería, el arquitecto, el petrolero, el intendente,

En la prisión

      Estaba terminando de lavar la ropa justo a tiempo antes que se termine el agua, el domingo se arrastraba entre las barrosas calles al ritmo del viento frio del mediodía.  Terminaba de preparar el mate mientras se llenaban los baldes para la última enjuagada, cuando por la ventana veo detenerse en mi vereda una moto.     La conducía un extraño personaje: apenas se habían detenido las ruedas, tocando bocina, cuando aprovecho el tiempo para tomar un trago de la espumosa botella que llevaba en el canasto delantero del ciclomotor.    ¡Miguel! ¡Como andas! Salí a saludar, secándome las manos en el pantalón.  Y en consecuencia, acto seguido paso a explicarme los motivos de su visita, aunque disculpándose del poco tiempo que le impedía pasar para ver la forma en que tengo organizada la huerta en mi casa.     Me subí a la moto y fuimos a buscar un pescado, mientras seguía comentándome más en detalle los pormenores del asunto. Quince minutos más tarde regresábamos, yo para terminar c

Volar

  Un hilo del destino se ofrece, como una travesía, una posibilidad.  Las probabilidades de éxito son prometedoramente una en un millón, si llegan a tanto, y la tarea se define como eterna, aunque hermosa en su sentido abstracto y total.     Asirse a esta línea en el universo, es sin dudas, a pesar de su esquiva inasibilidad, más coherente que seguir las carreteras de la homogenización social que nos descaracterizan.     En su aparente fragilidad, la fibra del espíritu que la agita la hace tan fuerte que sin darnos cuenta un día somos (¿llegaremos a serlo?) Uno con el camino, y los parámetros pierden su estricto significado.    Tiempo y espacio no son verdades, sino fluctuaciones a las que nos podemos acomodar, y en un área acotada como la cabeza de un alfiler brota el interminable despliegue del fluir de la vida, en un eterno segundo que no nos alcanza el año entero para extenderlo.   Pero incluso antes que podamos seguirlo el viento eterno que barre lo inconmensurable borra todo

...Cuando vinieron los indios

      Siento la necesidad de expresarme porque mi tribu esta tan dispersa que pocas veces se cruzan nuestros caminos para compartir el fuego y la sal, las estrellas y el aire vibrante…   Soy un indio entre los indios, mi camino se apareo mil veces en el camino de mis hermanos, sin cruzarse, sin juntarse, porque más que una nación determinada, nos une una sed de libertad que no entra en parámetros definidos por los convencionalismos.     Es más, incluso los esquiva como anclas pesadas, que aun izándolas a cubierta cuando sale el sol, no pueden más que volverse trastos inútiles y pesados, que nos hacen perder el valor de las tormentas, pasadas y futuras.    Mucho menos pretendo volverme un parámetro, o ser guía de nadie, acalambrando mis pensamientos en ideas muertas, sino que prefiero nutrirme de la realidad cambiante como herramienta de reformulación constante de mí mismo.   Tal vez por eso no me importa hacer un libro de esto, ni que quede tan claro lo que escribo, pues eso si