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Mostrando entradas de abril, 2016

Tanta hipocresía

     El mundo se desangra y nadie busca sino cubiertos, para no ensuciarse las manos, pero los problemas reales se ignoran con un estilo… ¡Único! ¿Y porque? Porque las catástrofes de cualquier tipo golpean predominantemente al sector más desfavorecido de la sociedad, a la pobreza de los pobres, a la miseria de los miserables, al hambre y al frío de los desamparados…    Y eso no molesta a casi nadie, a casi nadie que tenga voz, claro, voz y voto en esta sociedad estratificada.   Algo que se permite a cuentagotas, y siempre que no amenace el estatus quo, la relación de poder, el predominio sobre el territorio…    Entonces, vamos a salvar el mundo, de la puerta para afuera, de nuestras conductas para afuera, sino no podríamos marchar contra el fracking con nuestras camionetas, “protegiendo” un acuífero que se usufructúa por los más poderosos contaminadores de nuestro suelo, mientras no hay agua en los barrios, mientras alimentamos industrias reales en tiempo real, en nuestro territorio

Coherencias...

    No hay una forma, ni una formula, para ser coherente, porque el mundo es inconcebiblemente misterioso, extraño y diverso, a veces nos engaña con sus apariencias hasta hacernos percibir las cosas exactamente al revés, pero no podemos verlo.   Y aunque fuéramos conscientes no podríamos parar a hablar con nosotros mismos el tiempo suficiente para dilucidar una verdad, eso está fuera de discusión: las verdades no pueden ser aprehendidas, ni sentidas, ni comprendidas. Las verdades, como todo lo que emana poder en este mundo, deben ser impuestas sin miramientos, obedecidas, loadas, protegidas y dogmatizadas para evitar cualquier peligrosa evolución que mueva en el futuro las estanterías de las categorías impuestas…   Entonces somos coherentes en base a una verdad arbitraria. Eso, por si mismo, es bastante peligroso, pero no nos conforma, queremos libertad, no estar atados al dogma, entonces quemamos los libros de ética y filosofía, nos olvidamos del arte y la historia y pasamos a col

El juego de las diferencias...

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      Somos testigos, silenciosos, somos arte y parte: día tras día lo que está mal empeora, lo que nos mata se oculta, y lo que es cierto se ignora silenciosamente. En busca de recursos que serán desperdiciados se arracima el mundo sobre sí mismo para comerse sus propios huesos, mientras atentos miramos, a ver si alguna miga, astilla o gota de ese tuétano secreto cae a la distancia justa para poder hincarle los dientes…   Nos han hecho creer que la vida es virtual, que podemos modificar el mundo a través de nuestros nerviosos dedos sobre el teclado de las redes sociales.     Nos convencieron que las películas reflejan nuestra posible realidad, para que no nos demos cuenta del guion macabro sobre el que tomamos nuestras decisiones, que la felicidad es propia de las telenovelas, que la sangre solo corre en las guerras, y que estas son justas (y lejanas), y que luchan por nosotros.     Mientras tanto, ajustan sus cercos, incendian nuestras naves para que tiremos de su carro y nos emp