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Mostrando entradas de octubre, 2012

Democracia hoy

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    Un niño vive con frio todo el invierno, con hambre todo el año, jamás se le ocurrió ir a la escuela, jamás podría, huele como un animal enjaulado, y con sus ocho años se defiende como un hombre, de los hombres y su malicia, su sed de poder…    Un día muere en el basural que le daba de comer cada día, y la gente se entera que existía.  Muchos se alegran, uno menos, piensan, otros siguen indiferentes, y algunos se entristecen, pero unos cuantos hipócritas se rasgan las vestiduras usando su memoria como un arma política, para repartir culpas y elevarse sobre los restos mortales, sin siquiera pisar el mundo degradado que lo cobijaba y que no compartirían ni un segundo.     Sin entender nada ni pretenderlo siquiera, esparcen su oportunismo de manera que nada que realmente importe pueda ser dilucidado.    Y siguen, por supuesto, sin hacer nada de nada.   Un bebe vive en la calle, al lado de sus padres, tomando vino de la teta, y respirando el humo de los autos del aire, cuantos pre

Hembras y machos

    Bueno, “perdón” por decirlo, pero el machismo es tan malo como el feminismo, o viceversa, tan soberbio, tan inútil, tan falto de propósito real…   Si el nuevo mundo que adquirimos al meternos de lleno en la sociedad de consumo, no tuviera su punto fuerte en la incomunicación, tal vez no existirían.     Y punto fuerte antes que nada y sobre todo en la incomunicación entre los distintos sexos, como forma de impedir una complementariedad primaria que genere cohesión y fuerza en su mismo estilo de relación.     Como personas nos volvemos -elegimos- volvernos egoístas y mezquinos, y plantarnos en una posición que genere los parámetros elegidos por ingenieros sociales hace doscientos años, y apuntamos a todo lo que viene decidido, predefinido, como si nos gustara o nos llamara desde nuestro nacimiento.  Como si el llanto primigenio de una criatura estuviera pidiendo desesperadamente un televisor y una estufa eléctrica, en vez de la teta y el calor de un corazón.     Vivimos pensand

Recalentamiento

    Hoy me desperté con miedo, y no es la película que vi anoche, ni los sueños malditos que ya no puedo recordar. Hoy me desperté así porque ya en el aire había algo raro… por suerte no hay lugar abajo del somier para que se esconda nada, sino hubiera tenido que buscar la linterna y revisar, porque indudablemente había algo malo, lo sentí sin ninguna duda.    Paso sin calzarme por la cocina pero me arrepiento enseguida y vuelvo a ponerme las pantuflas, ahora sí, voy hasta la puerta de calle y abro un poquito, entreabro la puerta, lo suficiente para que me encandile el sol, y el calor de la tarde se meta sin permiso… las rejas brillan después del patiecito delantero. El calor es como una ola que sube, bailando en el cemento.  Esto está cada vez peor.   Pongo el aire a 18 grados y me arreglo con un pulóver finito de lana de vicuña, muy lindo, con dibujitos de indiecitos saltando y todo, creo que lo compre por internet…    ¡Internet! ¡Corro a la computadora a ver si dice algo de la

El tren fantástico

      Hoy me di cuenta de una cosa, cuando haces las cosas de una manera distinta y sin embargo logras resultados, nadie los ve.     O si, poca gente, tal vez los aprecia y hasta los comparte, los disfruta, los reproduce.  Pero la gran mayoría de la gente se dedica a ignorarlos porque no podría reconocer el costo tremendo que paga, solo para recostarse a mirar televisión.    Y encerrada en su cuota de aislado poder, en su casa, en el segundo en que pueden hacer valer su autoridad, en vez de sufrir la ajena, la usan para asegurar y establecer que las posibilidades frente a sus ojos no son reales, que solo la esclavitud voluntaria es realizable.    Y yo vivo mirando como en un circo, un teatro permanente, donde espero cada gesto y cada nuevo acto, infinitamente repetido, para reír hasta el hartazgo, y definir los límites de mi mundo libre, siempre cambiante, frenándolos o atrayéndolos con las apariencias, con la legalidad, con su ambición de poder, de energía ajena.     Y se retu

Ética para extraños

    Vivimos esclavos de una ética de la dominación, pues quienes la imponen no la ejercen, no la respetan, no la temen.  Vivimos esclavos de la estupidez sin fin de deshumanizarnos, de desanimalizarnos, en nombre de la antisupervivencia, solo para que puedan juntarnos a cucharadas quienes se ríen de todo, y sobre todo de nosotros.     Cuando se acaben las buenas causas que defender, se volverá un crimen espantoso matar un piojo, y serán crucificados aquellos a los que no se los vea rascándose afanosamente la cabeza.    Claro que para sumar el control absoluto  y el miedo a la hipocresía y la doble moral que desintegran  la sociedad, los señores del castillo de acero inoxidable ejercerán el derecho de revisar a los sospechosos, entrar a los hogares controlando del primero al último, y absorber su tiempo contando los insectos que circulan por cada cuero cabelludo.  Y todo se deberá al azar o a la voluntad maquiavélica, para lograr el ascenso de unos y la perdición de otros.   Los