Recuerdos de familia
Camino, camino, camino y camino. ¿Caminante no hay camino? Aja, pero se hace, dijo un catalán. Como mi primo, que vive por allá en otro lado, y antes no éramos primos, ni yo de acá, ni el de allá, pero el viento nos cruzó y nos llevó a otro lado. Pero ese no era catalán, el que cantaba, sino que lo había llevado el viento, a través de la panza de su madre, desde otros países que había recorrido su esperma antes de caer desesperado, atravesando las fronteras entre la vida y … Entre la vida y que? Nadie lo sabe, por suerte, sino no tendría misterio, solo sería un nuevo cielo prometido, un nuevo infierno, una nueva religión sin gracia: como agacharse a rezarle a un dios que no nos escucha ni nos responde, ni se calza el nombre que le pongamos. Solo adentro nuestro están todas las fronteras, y seguimos sin darnos cuenta. Pusimos una frontera entre la vida y la muerte, y de ahí salieron todas las demás, y pagamos caro por eso, el peaje diario de buscar el pan