Sal
Llorando sin control, sin medida, pero en silencio, se apartó pausadamente. Entorno el rostro como quien cierra una puerta sin hacer ruido, como no queriendo hacer cargo de su dolor al portador de la noticia, quien seguía arrodillado en el mismo lugar, mojando el piso con su frente afiebrada, rompiendo el silencio vacío con su temblor contra el piso de maderas toscamente ensambladas como un rompecabezas. Lloró hasta que sus lágrimas se unieron en una línea y bajando por su ropa resbalaron hasta el piso. Lentamente fueron haciendo un charco que se desbordo por entre los huecos de la pared y fue anegando el barroso patio hasta encontrar su camino hasta la zanja que empezó a llenar el zanjón de la vereda, corriendo hacia el bajo y más allá hasta la laguna crecida. El cuerpo terso, lleno de vida, se fue escurriendo en sí mismo, mientras seguía mirando por la ventana como si fuera una pantalla al más allá, o al futuro, al pasado, o simplemente una ventana que le traía