Entradas

Mostrando entradas de abril, 2014

Compasión

           Tristeza...    No la siento por los perros sarnosos, por los caballos apaleados, por los tigres cancerosos enjaulados, ni por los halcones con las alas cortadas.     No la siento por los niños descalzos con frio, con hambre y sed, con sueño y miedo en la calle.  No la siento por los policías y delincuentes mutuamente acribillados por la necesidad de un sistema de delegar las culpas a los microbios.     No la siento por los adolescentes que van a la escuela obligados o los niños que no conocerán la selva virgen y los árboles que son más gruesos que un abrazo.     No la siento por los extranjeros y las prostitutas, expuestas en la noche, por los negros en un mundo de blancos, por los enfermos terminales que esperan su muerte y cada día tarda más en llegar, en realidad podría seguir enumerando hasta el infinito situaciones que no me causan ninguna compasión, pues todos ellos tienen aún una oportunidad de ser libres...   Lo que realmente me da lástima por la especie humana s

¡Volviendo a casa!

        Acabo de fumarme un porro, por azar, por hacer algo distinto.  Ante una situación nueva, una forma de apreciarla con una mentalidad nueva.     Pasada la incertidumbre, constatados los hechos puntuales: como un picotazo, una puerta y una ventana rotas para dar un manotón.    Atrás queda la paranoia, de no saber por qué, la bronca de la reacción emocional primitiva ante la agresión...  Entonces la crudeza de la realidad barre con cualquier duda y se manifiesta como un síntoma latente de la época en que vivimos, como seres humanos, acorralados por la impunidad, o más bien por la inclemente perseverancia del sistema para deshumanizarnos, para esclavizarnos.     Tan aferrados a lo material como imposibilitados de defenderlo o siquiera disfrutarlo a tiempo.   Y así caemos en la trampa de un juego de manos perverso, demasiado ansioso para pensar en otra cosa que la retribución inmediata, del trueque y la mercancía instantánea.     Hace un par de años largos que no fumaba, tenía

Tener miedo

      Como una sombra que se acomoda en nuestra espalda, como una presencia, mordiéndonos los talones, ahí está el miedo…   ¿Miedo a que?    ¿Miedo a la muerte? ¿A la deshonra? ¿Al ridículo? ¿Miedo al miedo? ¿A la soledad?    No puede llegar a determinarse tan bien las proporciones que componen nuestro miedo pero… ciertamente se definió hace tiempo una respuesta a ese asunto: el miedo es una preferencia, además de una elección, porque elegimos tener miedo, y elegimos luego, a que…    Arañas tenebrosas parecen inofensivas para el que teme subirse a los aviones, y volar es un placer para el que llora de espanto al pensar en la oscuridad de la noche a campo abierto…y así por el estilo… tal vez, tal vez no.     Es imposible saber a ciencia cierta lo que acontece dentro de un ser humano, más aun llegar a sus más profundos sentimientos.    Pero si se puede decir que el miedo lastima, consume, atrasa y perjudica nuestra calidad de vida y de relación con los demás, alimenta y se nutre de

Confort, sociedad y sumisión: final del juego

      De a ratos, solo de a ratos, me canso.     Me canso, pero completamente, un día como hoy que llueve y llueve y ya me canse de mojarme, entonces me pregunto, que opciones tengo a salir bajo la lluvia…   ¿Y que opciones tengo?    Demasiadas, demasiado estereotipadas, demasiado gastadas, demasiado prefabricadas para que las prefiera a quedarme acá, escribiendo, y pensando en buscarle alguna razón, una respuesta a este cinismo social que define las opciones en base a estadísticas, escalas de valores, tradiciones, normas, morales, principios y estándares económicos, reglas de etiquetas y masificación sumisa.   Sí.     Obediencia, es en definitiva lo único que importa, no importa a que, lo importante es obedecer y mantener las jerarquías, justificar las verticalidades, asumir las millones de formas en que delegamos nuestra soberanía humana sin ninguna contraparte, sin ninguna retribución.     Teniendo controlados esos parámetros, cualquier aberración es posible ¡y somos nosotros lo

La debacle del gran capitán

Imagen
    Estaba el capitán del portaaviones mirando los gráficos, el nuevo caza de combate había prometido superar las limitaciones de sus predecesores, y estos pilotos lo estaban demostrando.     Maniobrabilidad y rapidez, capacidad de respuesta, autonomía, poder de fuego, todo perfectamente balanceado para la lucha en el aire y la caza de los grandes bombarderos y aviones de transporte o la destrucción invisible y rápida de los cruceros y tanques enemigos…    Sintió un cosquilleo de  orgullo en el pecho y se imaginó volando uno, encendiendo buques enemigos como candelabros.     Por el silencio de los hombres a su alrededor, fijos todos los ojos en la pantalla que mostraba el desarrollo de las pruebas, la repetición implacable de los blancos explotando en el mar supo que compartían la misma emoción, y casi tuvo ganas de llorar y tomarlos de las manos y felicitarlos a todos con un abrazo y preguntarles por su vida lejana en las costas, por sus familias olvidadas, por sus mascotas y balcon

Publico sacrificado

Imagen
      Como si fuera tan fácil, como si fuéramos tan justos, tan imparciales, juzgamos… y no nos conformamos con eso, prejuzgamos y tiramos a matar, por las dudas, que salte el bicho malo, cualquiera sea, de su cueva, de la vereda, del restaurante, de donde sea.     Como en las trincheras inmóviles de la primera guerra mundial, apostamos nuestra mira en un punto fijo y hacemos guardia por si aparece el enemigo (¡y dale, ni lo pienses…! ¡Pum!)     Uno menos, que alivio, pero seguro quedan más, muchos más, nunca estaremos tranquilos, con esta trampa permanente de tener que compartir el mundo con tanta gente equivocada que piensa que tiene razón… ¡igual que nosotros!   Que ilusos, si la razón está de un solo lado y es donde estamos parados, pero bueno, no hay porque ponerse triste, llegara el día en que el mundo sea perfecto cuando todos estén debidamente controlados, o sencillamente eliminados.      Si, si, no es tan descabellado, estamos hablando de la justa razón, no hay un motivo l

Avasallaje

    Cuando la realidad es un mar revuelto que se consume a sí mismo, cuando el porvenir es un pasillo oscuro donde se robaron los focos…    Aun en este vacío de sentido, en este cansador viaje a través de la nada, un ser humano encuentra una isla, por azar o destino, donde no flameen banderas que no sean de libertad.     Es entonces cuando la fuerza de su irrevocable tenacidad en llegar a un lugar que desconocía, encuentra por fin el fruto de sus afanes a su alcance, con la única certeza de saber sin vergüenza que no estaba preparado.   Es allí en ese lugar fuera del tiempo, fuera del mapa, donde un segundo se crea ajeno al tiempo para enfocarse en otra dirección aparte de la marcada por los poderes facticos e históricos que hasta ese momento, tanto apoyaban como resistían su viaje, aleatoriamente o por contradictorias conveniencias.    Pero el sujeto ha devenido ser, y todo eso pasa a formar parte de la historia, y al poner pie en tierra, por más desconocidas y salvajes que puedan