Completamente
Agua y alcohol Recostado contra la pared, las piernas chorreando harapos arriba del cartón sucio, en la semipenumbra de la sala, los ruidos se habían apagado, las risas y las discusiones a los gritos ya no se oían, ahora un general ronquido entrecortado era todo lo que se podía escuchar, y a veces, una canaleta a punto de caer, raspaba del lado de afuera, cuando soplaba alguna ráfaga de viento particularmente intensa. sentía el cuerpo como una bolsa de arena, que alguien había arrimado, digamos arracimado, a la pared para que no moleste, las pulgas haraganas caminaban por el piso, buscando un cuerpo que morder, aunque para un observador desprevenido hubieran parecido hormigas, de tantas que eran sobre el cemento gris perla. Yo tampoco las distinguía pero sabía bien que eran pulgas. Estaba mirándolas porque tenía los ojos abiertos, se parecían a dos lámparas de querosén, cuando alguno se levanta trabajosamente y apoyándose en mis hombros, me saca la gorra, segur