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Mostrando entradas de febrero, 2015

El lenguaje y lo dicho

     Hubo un tiempo en la historia de la humanidad en que solo existían las palabras, solo los hechos y las cosas, y las personas, vivas…     La palabra tenia sentimientos propios, peso, sabor, describía antes que prescribir, y sus dicientes hablaban con la fuerza y la responsabilidad de transmitir un mundo.    El que hablaba era escuchado porque abría una ventana al entorno no inmediato, a las raíces, a la tradición, y su poder de autoridad iba enlazado al poder hablar, lenta y pensadamente, con las mismas palabras heredadas de un paisaje exuberante y simple, armónico, aun cuando estuviera en permanente búsqueda de equilibrio, a veces pareciendo trabajoso o cruel.     Luego los negocios comenzaron a complicarse, una primera globalización en pequeña escala y números, bienes, tropas, precios y reglas… asirios, caldeos, romanos, árabes, mayas y aztecas, chinos y tantas otras civilizaciones antes o después comenzaron a definir tecnologías de escritura y archivo, de permanencia de lo e

Quince segundos...

   Mirando hacia afuera, en el calor de la tarde que empieza a acumularse, de repente, entre el paisaje de perros arena y polvo, de adolescentes y motos llevando pescadores, cruzan dos niños, caminando aceleradamente por el frente de mi casa.  Inmediatamente llaman mi atención.  Pasan y se detienen frente al quiosco, en la vereda de enfrente.     Mirando pasar la niña, un poco más alta que su flaco rapado hermano, los dos de alrededor de siete años, se siente un escalofrío: sus rodillas resaltan como una molesta necesidad de articular los huesos, parecen pequeñas pelotas de tenis entre dos varillas que son sus piernas.     Mirándola caminar, parece un muñeco armado con un corcho y escarbadientes, su magro cuerpito parece volar adentro de la remera, como una capa la cubre su pelo amarillento y  sucio, como si fueran patas de cangrejo se mueven sus bracitos…    ¿Estamos en África? O solo es una realidad cotidianamente ignorada en la zona sur de concordia, y en los demás suburbios del

Acorralado (Poesías)

   Vida, vida   El desprecio de los mediocres La ignorancia de los felices La sonrisa del siniestro Somos emociones, gestos Y tiempo, azotado por el viento. Somos física, química exacta En ese escalofrió que recorre el cuerpo La adrenalina se dispara, y gana… Somos cosmos, somos dioses Aunque traten de engañarnos Somos ese segundo intenso En el que el mundo es nuestro… Somos sombra, somos luz Con estos dolores, con estos colores… …con los huesos destrozados por tantos trabajos. Tanta rutina atravesada por flechazos de conciencia, Vida, vida y muerte entrelazadas, siempre. Con esta locura y esta sed de ser humano Atascado en la última civilización, Intentando aggiornarse a un mundo que ya fue… Más vale prender fuego el alma Que seguir refinanciando este viaje al cielo         Sinónimos   No tengo dos palabras O tal vez poca memoria Lo que soy es lo que es Salvo que este fingiendo Lo que digo es lo que hago ¡Lo que p

Un árbol al día

    “Hasta que caves un agujero, plantes un árbol, lo riegues y lo hagas sobrevivir, no has hecho nada. Sólo estás hablando”.   Y eso lo dijo Wangari Maathai  ¡y con cuanta razón!  Wangari, que vivía en África, que es un lugar donde hace mucho calor y toda la gente es negra y caza elefantes y leones, tras lo cual quedan resoplando y necesitan árboles para descansar un rato a la sombra y no pasmarse mientras patalea el elefante, que con la cantidad de sangre que debe tener, seguro que no muere antes de dos horas, dos horas y media más o menos…    Así que en África necesitaban árboles y la tipa se dedicó a plantarlos uno por uno todo al borde de donde pasan los elefantes así la gente vivía más feliz, o  por lo menos eso me imagino yo, sino para que vas a plantar árboles en África donde todo queda re lejos y hace tanto calor como para estar dando vueltas por ahí con una pala al hombro con riesgo de enterrarte hasta los tobillos en una bosta de elefante…     Bueno, ahora no podemos pre

Un día sin feis

Imagen
      El Face* me pregunta en que estoy pensando, me pregunta… ¿Le contesto? En que estoy pensandoooo….    En que voy a estar pensando, no puedo subir una puta foto, y me pregunta en que estoy pensando, en eso, en que esto anda para el culo, o bien es un asunto personal conmigo, voy a tener que anotar al Sr Facebook®** en mi lista negra.     Pero siempre que voy a argentina nunca me acuerdo de comprar la libreta y así pasan los días hasta que me olvido, claro, para eso es la lista negra… ¿Qué? Ah, que dije Puta, ah bueno, eso está muy mal  ¡No quise ofender a las putas! Ni a las mujeres, ni a las lesbianas, ni a las amas de casa, ni a nadie…    Solo es una expresión cultural  hereditaria,  solo estoy un poco desconcertado por este insignificante contratiempo y la reconcha de la lora… Uh otra vez, dije lora, no sé si está bien o mal.     Concha si, esta re bien, re de moda, más de moda que ser gay, concha concha concha, así se lucha por el verdadero feminismo, lanzando una palabra al

Venas en negro

     No tengo ganas de escribir, no tengo ganas de leer, me espanta en algún lugar profundo de mi ser, la forma en que parte de la gente espera, consume, internaliza y reproduce las fabulas mas alocadas y nefastas que hoy en día leemos en formato de noticias.   Claro que no somos autómatas a los que se pueda alimentar con tinta, como un alegre robot de película de ciencia ficción.  ¿No lo somos? ¿Lo soy?     Estas preguntas perdieron importancia frente a la urgencia por absorber la realidad de alguna manera, la realidad que no vemos, que no vivimos, atrincherados bajo un equipo de refrigeración de aire.    Queremos saber que pasa, que hay allá afuera, entre la puerta de nuestra casa y la otra puerta donde empieza nuestra absorbente rutina, y queremos saberlo claramente para no tener que pensar, ya no hay tiempo para eso, queremos soluciones, no nuevos problemas, queremos tiempo, y no lo tenemos.   En realidad, tampoco nos importa, amamos nuestra segura y previsible rutina, anhela