14 marzo

Juegos de guerra


 

No son juegos 

 

 Hoy, y no recuerdo si antes alguna vez, vi pasar un avión de guerra por arriba mío, solitario en su zumbido ultrasónico, elegante y conciso en sus formas, y la admiración por semejante maquinaria me hizo pensar enseguida en como lo verían y sentirían en un suelo a punto de ser bombardeado, y como nos enseñan a admirar todas estas maquinarias de muerte.

  Y recordé, también, una vez que vi pasar a uno de esos helicópteros de doble hélice,  estruendosamente, y  pensé como deben temblar los corazones mucho más que el piso, mucho más que el aire, cuando aterrizan esos monstruos metálicos, cuando vienen arrastrándose  los tanques, y las horas que pase jugando a los soldaditos cuando era chico todavía me confunden.

  Y ese revolver de lata que tenía que parecía de verdad porque brillaba como metal, y jugar y jugar a matarnos, a perseguirnos y matarnos, a morir agonizando como un chiste… como en las películas, como en cualquiera de las  mil películas de guerra que miramos antes de los ocho años.

  ¿Igual que ahora? ¡Ahora es peor!

  Y si, sin embargo, a tono con la ausencia total de crítica con respecto al marco de consumo en que nos encauzan, hoy en día se sigue usando al cine, la televisión, los diarios y revistas y hasta a la radio como herramientas para imponer a cada hecho de violencia injustificada, a cada invasión, a cada asesinato político, un aura de inexorabilidad y romanticismo que nos hace encogernos de hombros.

  Los medios nos educan para dejar de lado las opiniones y aun mas, repetir y apuntalar el discurso oficial del estado o intrincados organismos supranacionales, verdaderas mafias que no detienen su marcha por inocentes escrúpulos.

  Y sigo pensando mientras como las últimas uvas, claro, si pensar no lastima, no genera, no detiene nada, sigo pensando y hago de cuenta que me importa algo.  

  Entonces: cuantos padres completamente cansados y faltos de imaginación, por no decir incompetentes o canallescos, amenazan a sus hijos de cuatro años con “que te va a llevar la policía” si hacen tal o cual cosa, generalmente nada malo sino solo ir un poco más adelante saltando y  jugando a ser niños, inocentes, crédulos.

  Y en esa materia sagrada ponen los padres su desgraciada impotencia y desilusión, su experiencia oscura del mundo, porque a ellos también los asustaron con el cuco, porque le temen al policía, a la ley que rodean en cuanto pueden;  porque ya no cuestionan ni sacan conclusiones, las compran hechas; porque ni sueñan ya con ser libres, inocentes y crédulos

  Porque el sistema exige que para triunfar tienen que consumir a sus hijos, en vez de alimentarlos, para que todo pueda seguir siendo tan fácil, tan pasmosamente decadente, tan artificial y cínico como es el mundo que construimos.

  Y así mientras miramos el noticiero, ansiosamente esperamos la sangre manchando la pantalla que nos libere de nuestra propia auto masacre, que nos justifique en nuestra indiferencia del dolor ajeno  y lejano.  

  Y una guerra cualquiera se vuelve interesante si la pasan por televisión, donde queda demostrado para siempre que los malos son los que mueren y que las bombas apenas si hacen un puffff y un destello en la noche, que por lo demás se ve hermosa, pintoresca ¡hermosa la guerra! 

  Y seguimos comprando armas de juguete para nuestros hijos, y nos instalamos a mirar la última película del Rambo actual sin darnos cuenta que un día el argumento va a dar en venir a libertar un país del sur de sus execrables corruptos dictadores y como vimos la película no querremos cambiar el final, feliz, feliz, y abriremos las puertas a la ocupación ya no tan lejana, ya no tan pintoresca, ya no la veremos por televisión.

  ¡Uy qué miedo! No, no es para tanto, si todo esta digitado de antemano, en algunos lugares se definen las cosas con un doble clic-arrastrar y van miles de millones para acá vienen nuevas instrucciones para allá, o era al revés, bueno, el tema es que no hay de qué preocuparse, nadie va a bombardear su propia casa, sus negocios, bancos, empresas, trenes, campos etc.

 ¿O ustedes lo harían? ¡¡En qué cabeza cabe!!  Solo es cuestión de que algún día se haga un tratado en algún lado repartiéndose la argentina, para que empiecen a cambiar las banderas de color y lo peor es que una parte de la población seguramente estaría completamente de acuerdo.

   Hoy en día las guerras se dan por la necesidad económica de mantener trabajando a las fábricas de armamentos y pertrechos, astilleros y etc., por eso no son como antes: espada, tajo, cabeza rodando, el que sigue… hoy en día para matar una persona se gastan un millón de dólares, y la cuestión ni siquiera  es ganar, sino seguir y seguir generando gastos militares, seguir imponiendo soldados que necesiten gastar un millón de dólares solo para ver si deciden matar a uno o a mil. 

  Claro que estas cosas no las vemos así después de Hollywood, porque ahora parece que lo importante es poder disfrutar de un despliegue organizado y perfecto de soldados milimétricamente sincronizados ultra tecnologizados y que muy bien podrían sentarse a nuestra mesa de lo educados y corteses que son hasta cuando disparan. Invitémoslos a comer, así nos sacamos las dudas, pero que se limpien las botas primero, porque en nuestra casa no van a dejar sus manchas.  …porque hoy somos más derechos y humanos que nunca.

 Porque todos estos son problemas ajenos, allá lejos, que se resuelvan allá, hasta mañana, buen provecho.

Pd (se canta con palmas):


       Los enanitos del bosque están

       Todos preparados para merendar

       Uno dos y tres, cuatro cinco y seis

       ¡Ya podemos comenzar!

       ¡Ya podemos!

       ¡Buen provecho!



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