¡Gracias! ¡Sigamos juntos!
Como una vez me paso, después de años de dejar de tocar la batería, un día me di cuenta que podía volver a escuchar música, aunque me había olvidado de todas las letras de las viejas canciones… Pero un día pude volver a disfrutar la música, nada más que eso, de escucharla, despegándome de la fijación rítmica que me hacía estar atento a cada golpe, destello, silencio, matiz que le diera a los parches y demás el batero o los percusionistas de cada caso en particular… Después de eso, muy pocas veces volví a tocar pero ya no sentí lo mismo, me había liberado, éramos dos, nuevamente, el ritmo y yo, y yo tenía una vida aparte y otras cosas que hacer, y mi tiempo fue derivando por otros caminos, cada vez más lejos de los escenarios y de la música en vivo, salvo la de los tractores y los pájaros saltando sobre la tierra recién arada, salvo la de los parlantes de mi computadora… Y así como todo cambia y cambiamos y cada cosa tiene su ciclo, después de cinco años de vivir pegado a