15 septiembre

Por un par de monedas

 


 

 

Conté las monedas una por una, acomodándolas en pilas, bien despacio, disfrutando del momento de ansiedad que pasaba el Monito… sonó el timbre y me levante volteando todo, antes de terminar.  Era el Pingüino, mande a la Cuca a vender y volví, empezando de nuevo, la ansiedad del Monito lo llevo a decir que ya estaba, que estaban bien. 

  Agarro todo en mis manos y se lo entrego: mira, si vos me vas a decir cómo hacer mi negocio, tal vez… no, seguramente lo podes hacer mejor que yo y no necesitas revisar los cajones de tu vieja para comprar un puto porro, ni llorar que te faltan 25 centavos solo para comprarte un chupetín como un nene, toma.

  Se me queda mirando, con el metal en las manos, desconsolado, yo prendo uno y empiezo a fumar para bajar un poco, en realidad hace rato tenía ganas de pegarle pero quedaba demasiado abusivo, iba a tener que mandar uno de los gurisitos, más de su talla… la Cuqui callada me trae un billete y se lo muestro a él. ¿No podes cambiar esa mierda por esto en un quiosco? ¿O estas tratando de hundirme el piso de mi casa con tantas monedas?...


  La Cuqui miraba atentamente, solo me estaba divirtiendo, el monito aguantaba la humillación callado, y quieto, así que le hago volar todo de un manotazo.  Ahí quedamos solos: juntalas vos rata y contalas y si falta un solo centavo te voy a atar al ventilador para que puedas aprender el negocio de cerca. (Lo que pasa es que habíamos estado leyendo la cenicienta esos días, hoy capaz lo terminábamos, casi voy a buscar una bolsa de lentejas para agregar a las monedas).  

  Yo sabía que faltaban 25 centavos, porque ya las había contado, y esperaba a ver que hacía, y el audaz que dice: faltan 25 centavos, se deben haber perdido debajo de un mueble, estaba todo. Bueno.  Agarro y pongo las monedas en un frasco vacío,  los gurises lo querían porque sabían que odio las monedas, y terminaban siendo para ellos… Cucaaaaaaaaa!!!

Grito tan fuerte que el Monito casi sale corriendo, sin entender nada, cola de paja jajajaja, trae una escoba vamos a revisar todo, se perdieron 25 centavos, ¿Me convidás? Dice el… Ni le contesto, y me tiro en el sillón mientras fumo y cambio la música.  ¿Qué? ¿No te pega el humo? ¡Para vos es gratis! Barre todo “debajo de los muebles” lo reparo (a ver si aparece la moneda que nunca existió) y ya no había vueltas, tenía que aparecer, iba a largar el canuto o no entraba más. 

  ¡Un peso! Ese es mío, toma Cuqui, gracias por portarte bien, y se lo regalo. Yo lo miraba atentamente, tratando de localizar el momento en que saque la moneda de su bolsillo, pero no, barría con dedicación todo abajo, todos los rincones, y hasta la cortina… esa es la pieza de las nenas atrevido ¿Que querés, robarte una bombacha?

  ¿Y? No, no sé qué paso, no está, dice para disimular. No sabía cómo seguir, estaba pensando en darle el porro, o en venderle una mitad jajaja o… ¡tengo un chupetín, dice, te lo doy para la Cuca por los 25!

  Mirá, los dulces hacen mal a los dientes, y a ella le compra las cosas su papa, además se llama Graciela, la próxima vez que le hables a mi hija te mato como un perro, toma, anda al quiosco, y devolvé ese chupetín, y cambiale las monedas, seguramente le van a re servir y te va a decir que si ¡y vení cuando tengas papel, o no vengas más! 

  Agarro todas las monedas del frasco y se las pongo en las manos, distrayendo una de 25 entre mis dedos, para que sigan sin dar las cuentas, sonriendo mientras nos mirábamos a los ojos, el esquivando y yo moviéndome para no perderlo. 

  No volvió hasta la noche, tanto le había costado conseguir el resto, lo hago atender por la Graci, mientras nos quedábamos con Macarena espiando a ver como se portaba… todo bien.

  Mañana voy a tener que comprar más, pienso mirando los pocos billetes, el montón de monedas, armados, y los últimos papelillos, mando a dormir a los gurises, con el libro bajo el brazo, no alcanzo a terminar, porque se duermen antes, y yo también, salvo el Tomi que tiene los horarios cambiados, la Negra que ya debe estar por llegar, hoy vuelve tarde.  Pero palmean las manos, agarro las velas y salgo a la puerta ¡no puede ser! ¡El Monito otra vez! 

  Con la mano cerrada, mientras sigue rebuscando en los bolsillos, ya sé que está lleno de monedas… ¿qué te dije la concha de tu madre? A ver pasa… (Este viene a hacer el mandado) toma Nego, contalas vos… (¡¡¡Como si fuera el mulo de él!!!)  Ta bien, ta bien, no quiero escucharte más, o voy a tener pesadillas, todo bien, toma, chau. Y me voy a acostar, pero antes de dejar todo como esta, quiero asegurarme de algo y vuelvo a contar las monedas, faltan cincuenta centavos, Mono de mierda, jajajajajajaja ¡mañana te arreglo! 

  Que difícil que es vender, pienso, mirando el cielorraso, donde escondemos el baguyo.  Un día de estos largo todo, pienso sin creerme, sé que no alcanza vender armados, encima quemo la casa al pedo.  Que solo tengo que mejorar la compra, armar paquetes y hacer volar la mercancía, poner un par de guachos a mover así dejo de trabajar por monedas. 

 Me levanto y pongo la pava en el fuego, ya casi es la hora… pienso en el Monito y su necesidad, ¿hasta qué punto puedo confiar en una persona que le roba a sus padres? Lo tacho.   Todavía no tengo a nadie…

 

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