04 diciembre

Equitativización

 

 

 


  No se trata de justicia sino de equidad, de darle a cada cual no ya lo que le corresponde sino lo que necesita. Y en ese aspecto, vivimos en una sociedad profundamente equitativa.  

  Pareciera un eslogan pero es la realidad más comprobable y cierta pues si una persona necesita un pedazo de pan para no morirse de hambre y otra un chalet con piscina climatizada para no morirse de tristeza, se atienden estas dos necesidades necesarias como si fueran iguales, poniéndolas en un mismo plano.  

 Aun mas  y por evidentes razones de complejidad de una sobre la otra, seguramente se empiece a cumplimentar la más compleja antes que la más simple, y si en ese ínterin el individuo que necesitaba un pedazo de pan muere efectivamente de hambre la culpa es solo suya por no haber sabido como el otro balancear sus necesidades.

  Y si esta llega a subsanarse antes de ese hecho lamentable (y ciertamente inesperado y fuera de lugar, ya que en esta sociedad nadie se muere de hambre, como todos sabemos que si pasa en la india, con su sistema de castas, que son gente que se discrimina entre ellos por no me acuerdo que razones incomprensibles..

   O en África donde la sequía, la degradación ambiental, las guerras entre tribus y todo un combo de problemas que aquí no tenemos y otros casos patéticos a lo largo del mundo, que si los analizamos nada tienen que ver con nosotros y por lo tanto no me voy a extender en su análisis ni discutir lo evidentemente imposibles de ocurrir en estas latitudes) 

  Y luego vuelve a hacerse sentir en su crueldad repetitiva, como si fuera un tipo que los dioses castigaron por un pecado terrible haciéndolo pagar el mismo castigo día tras día, seguramente, a pesar de su falta de iniciativas, el estado benefactor que solventamos entre todos, seguramente digo, va a poner en su mesa sin costo alguno, otro pedazo de pan, horneado de los mejores trigos argentinos, sol de nuestra patria condensado en espiga.

   Y de la espiga luego en masa y miga crujiente y esponjosa, tal vez con un poco de bromuro de potasio u otras substancias prohibidas pero en todo caso necesarias empresarialmente para asumir los costos de producción que tiene todo proveedor del estado que seguramente cobra con atraso su remisión en tiempo y forma de lo mejor de su arte para que podamos solucionar diariamente los acuciantes problemas alimenticios de la gran familia argentina.

  Pero no descuidemos la otra punta de la balanza, pues dejamos al individuo solo en su chalet con piscina climatizada, y por fuerza es justo que el también vuelva a ser atendido en sus necesidades, lo que haremos ahora mismo, y con gran satisfacción ya que demostrando su superior virtud y diversificación (y acá estamos hablando de iniciativas propias, no de esperar dulcemente que el estado defina hasta el rumbo que deben tener las necesidades) él nos pide ahora un automóvil de alta gama para poner a la sombra del gazebo, que por falta de espacio suficiente, se encajona entre el quincho y la pileta, haciendo parecer a todo como una ostentación.

  Y a decir de los provocadores, una provocación, pues pareciera que alguien le regalo algo o que ha recibido más que los demás cuando simplemente supo expresar sus necesidades en tiempo y forma, en un lenguaje coherente, ante los espacios de poder idóneos para subsanarla, y al igual que el otro y por obra y virtud de la democracia, también va a tener que efectuar su contraprestación, haciendo algún favor al estado, que somos todos, o, en el peor de los casos, a los esforzados funcionarios que como todos sabemos dejan de comer para absorberse en la rutina del trabajo, poniendo los intereses de su gestión prácticamente por encima de los de su propia familia.  

  Entonces, como decíamos, le damos la mano a este tipo y las llaves del auto, que bien merecido se lo tiene por saber esperar mientras que el otro solo pudo arrastrarse de aquí para allá haciendo gala de sus miserias que atribuye falsamente a los demás. 

  En vista de esto, tal vez también invitemos al tipo idóneo a formar parte del gobierno, ya que ha demostrado con creces su ambición de progreso su iniciativa y su tenacidad, motores fundamentales de las naciones prosperas que queremos incorporar en las más altas esferas de la gestión pública.

  Pero no olvidemos a su contraparte… oh contrariedad, irresponsablemente, se ha muerto de hambre, olvidando convertir su pedazo de pan en dos y luego en cuatro, como habría hecho cualquier hombre de negocios que se precie de pensar un poco, mínimamente en el porvenir, cualquier individuo con un poquito así de ganas de progresar, pero no.  

  Indiferente a todo y a todos se ha muerto de hambre, el muy gandul, y perdónenme que lo maltrate verbalmente por esta sola vez pero hay cosas que me sacan de quicio.  Bueno entonces toma, tu, tu pedazo de pan, recíbelo en lugar de tu hermano… 

  Y así seguimos como hasta entonces con la misma mecánica, y al individuo que hoy está en la cima de las responsabilidades sociales, en la difícil gestión de los deberes públicos, también le buscamos un hermano o cuñado para repartir los subsiguientes chalets con piscina climatizados que teníamos en lista de espera perezosamente.

  Y así es como se construye la verdadera democracia atendiendo a todos y a todas las necesidades sin distinción de sexo ni discriminaciones de ninguna índole pues es sabido que eso pasa en otras partes y aquí queremos ser un modelo de luz para el mundo, alejados de la corrupción que sabemos ocurre en países lejanos como Ucrania o Mauritania o lugares por el estilo.

  Es solo en estos países, donde la mala suerte de no contar con el acervo patriótico que los padres de la patria han dejado impreso prácticamente en la sangre de los hombres ( y mujeres, por qué no, puede darse el caso, quien lo niega, si no hay impedimento para que asuman las más altas responsabilidades, es más, están invitadas a ello) que, como sabemos, sacrifican, hoy también, en estos tiempos de paz, su (valga la redundancia) tiempo, su bienestar, su relación familiar y tantas otras cosas que no vamos a detenernos a enumerar en aras del bien de la patria, que vendríamos a ser todos, o sea yo, y vos, y todos los demás, con disciplinado desinterés.

  Y así es como se forma una nación fuerte como la nuestra, o por lo menos quería explicarles algunas pautas básicas que los incoherentes y ambiciosos de siempre se dedican a ignorar para seguir desestabilizando con su molesta predica el sistema benefactor en el que todos salimos beneficiados. Hasta mañana, o en su defecto, ¡hasta la próxima, amigos!

 

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