¿Podemos mantener Disney y niñez? ¿Libertad y tarjetas de crédito? ¿Moral y bancos? ¿Paz y ejércitos? ¿Selvas y confort? ¿Ríos y tecnología? ¿Pensamiento y televisión? ¿Seguridad y justicia?...
Y la
lista podría ser tan imaginativa como interminable, más larga que el tiempo
mismo que pudiéramos destinar para leerla…
A veces, cuando me miro en el espejo de la realidad que avanza hacia mí, empiezo a creer que estamos en una encrucijada monstruosa, y la verdad que tristemente cada día la hacemos más irresoluble.
Conscientes o no de eso, tratamos por todos los medios de que no tenga sentido
ni siquiera pensarla, menos resolverla, muchísimo menos aplicarla y ni siquiera
hipotéticamente pensar en las consecuencias de todo lo anterior.
Y de que se trata todo esto, analicémoslo muy por arriba… de que estamos tan acostumbrados a ver el ser humano como un consumidor de productos que ya alcanzamos el nivel de pensamiento estructural dirigido para aceptarlo como un producto.
Todavía y más que eso, como un insumo, materia prima de las ideologías-tecnologías dominantes o cualquier otra cosa. Lo deseable para aceitar el sistema actual seria que el gran mercado del mundo, brinde estos referidos insumos sin tantas restricciones nacionales y éticas (¿o estéticas?)
Como todavía se mantienen, lo ideal sería abolir los nombres y toda otra sensación subjetivamente estúpida, innecesaria de individualidad, y clasificar a las personas por números, códigos, donde solo estén expresadas claramente sus características, potencialidades y recursos aprovechables como seres vivos.
Es un paso ineludible si queremos sobrevivir, el sistema
actual de convivencia social (bastante forzado y aceptado solo por la coerción
de las instituciones, por cierto) debe ser abolido sin más demora y reemplazado
por lo que dio tantos resultados en la cría y multiplicación de otros insumos
básicos o comodities.
Esto nos permitirá sobrevivir evitando el desperdicio de recursos, maximizando el rendimiento, y dejando de una vez por todas de mantener un sector tan grande de personas completamente caducadas que no pueden ser consideradas ni por un remoto recurso filosófico como necesarias.
Tal vez con solo poner este último punto en marcha la solución a
los demás problemas se simplifique, acelere y optimice, con lo cual, obviamente
debería ser la primera cuestión a resolver, más teniendo en cuenta que estamos
hablando de más del cuarenta por ciento del stock, aproximadamente.
¡Ok entonces, adelante! Pero seguramente algunos se preguntaran ¿Quién tendrá a su cargo la responsabilidad de poner en marcha tan vasto plan?
Los mismos que hoy en día lo llevan a cabo,
aun a pesar de tantas trabas, tantas restricciones, tantas leyes y
seudofilosofias que intentan expresar al ser humano como un fin, al planeta
como un fin, y toda una lista de menesterosos económicos que deben ser
respetados sin hacer mérito para ello, como las mujeres, los niños, los
ancianos, los incapaces, etc., etc., etc.…
Bueno no quiero dejar de ser claro por andar por las ramas, cuando todo está ya definido y solo hace falta correr el telón para que la última ópera se lleve a cabo.
Esta elite dirigente de
privilegiados ya está formada, ya está dirigiendo en la práctica los resortes
fundamentales del mundo, y obviamente será la que elija un lugar apropiado para
mantener el estilo de vida apropiado y justo, muy por encima de la masa
material prescindible, que por otro lado, ni siquiera están en condiciones de
apreciarlo entenderlo ni disfrutarlo, amén de producirlo, obviamente.
Entonces dado este club de buenos amigos en la cima merecida del mundo, es evidente que las guerras ya no serán necesarias para disimular y fortalecer el negocio, y el descenso de la población y su sometimiento a parámetros reales y de implacable austeridad provocara por otro lado un descenso en los niveles innecesarios de consumo, que será por sí mismo un principio de solución al eterno, escabroso y en cierta medida ficticio problema de la contaminación.
Los ejércitos y fuerzas
armadas que hoy en día son tan imprescindibles como ociosas, podrán ser
mantenidas a medida que se optimizan, reducen a su punto exacto, para el
control de las masas. Ya en este sistema sin restricciones, al producirse
la eliminación sin demora de los resistentes, de los disconformes, de los
incooperables, la selección a través del ejemplo y los años, deberá llegar por
fuerza mayor, valga la redundancia, a una raza mansa eficiente de tales
materiales humanos.
Con el tiempo, se podrá pasar a un
sistema del tipo feudal, para darles a estas masas un poco más de libertad, por
cierto siempre referida a su bien aprovechamiento, siempre reversible, siempre
en manos de la elite la capacidad de supresión absoluta de la misma.
Bueno ¡Basta ya de utopías, a veces no
sirven ni para caminar, hasta mañana!
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