12 mayo

Aprendizaje

 

 

_Y la haces o no la haces… si vas a estar mirando y después no te animas…

_Jajaja -se rió el otro, que recién paraba de toser, lagrimeando en sus ojos colorados como brasas sopladas por el viento-. 

  Un día, al pasar con el carro me había dejado carne en casa, y que bien que me vino, pero la mujer que recibía esa mercancía, para cocinar, para hacer grasa y para los perros, tal vez vio que se achicaba su parte, y lo saludo insultantemente al pasar con los caballos, como  marcándole su error.

   Y si, para ofender a alguien, en otros ámbitos tenés que meter cuatro o cinco cheques sin fondos, dejar colgada una garantía, robar una casa mediante subterfugios legales, o simplemente no pagar las cuentas cuando las cosas se ponen feas… 

  Por acá basta con un pedazo de achura, con unas cuantas frutas picadas, un vaso de vino, una botella de hielo, una herradura...  La diferencia es que en vez de policías abogados y jueces, de las palabras se pasan a los gritos los golpes y las puñaladas…

  En realidad, es mucho menos costoso para el sistema, que gasta miles de toneladas de folios y trajes negros en las escaramuzas de los grandes tiburones.

_...Claro ¿Tanto la vas a pensar?

El gurisito miraba, atento, como un buen alumno en la escuela, a pesar de la bajante violenta, no habían encontrado ni una plomada en la playa, más que caminada a media mañana. 

  Se acababan de fumar una tuca montados en el caño de las cloacas, no salía ni un sábalo, menos dorados o bogas.  La charla seguía, el razonamiento era implacable, la técnica sin fisuras…

_...Y vos pasa caminando como si estuvieras buscando plomadas, y ahí te acercas despacito, mirando para arriba por si hay alguien, y ahí la haces tranqui y te vas caminando…

Y al ratito se nota que junto valor porque salió despacito, buscando los botes colgados al pie de la barranquilla, entre la playa larga y ancha, yo seguía juntando piedras, me había quedado a charlar un ratito justo para escuchar la conversación al pasar antes de seguir… 

  No lo vi en el momento en que se arrimó al bote, pero si volviendo con dos bolsas, corriendo, mientras el que le había enseñado pescaba tranquilo y el otro le gritaba “camina nomas, caminando volvé” y hasta yo me termine riendo, y ya estaba lejos cuando se juntaron los tres. 

  ¿Qué pavada se habrían robado? No sé, podía ser pan, pescado, anzuelos o cualquier cosa, pero nada importante, ningún pescador deja lo esencial a la mano.

  Después arranco el maestro, caminando.  Y el otro “grande” tiraba maíz al agua, haciendo un cebadero ¡Parece que al tipo le habrán cortado el chorro con la boga! El gurisito revisaba, anzuelos y plomadas, la miseria del robo entre pobres. 

  La paradoja de la educación popular.  La vulnerabilidad de sus ocho años, y parámetros que se formaban socialmente, al margen de la sociedad constituida.  

  Yo pensaba: pescadores tampoco son angelitos, porque también se las mandan, pero los niños no deberían aprender así, no estas cosas… ¿Pero qué garantía hay de sobrevivir sin meterse al baile, de comer sin llenar el plato?

 Como pichones caídos del nido, miles de gurises caminan por la calle sin más ley que lo que les guste, sin más hermanos que los que caminan al costado, sin más padres que el sol y la luna.

  De nadie soy juez, y no deja de ser triste por eso.

  Y me acorde en la plaza, una escena parecida, y Guachiturro durmiendo anestesiado en el gazebo, donde había alcanzado a recalar descalabrado, yo conectado en mi oficina y un par que venían a escuchar música y tratar de convencerme que les ponga DragonBall Z.  

  Charlando sin mayor sentido que molestarme para pasar el tiempo, y los gurises tirándose al pasto sobresaltados por su propio descubrimiento ¡que tenía plata en el bolsillo! ¡Que ya lo habían tocado y no se despertaba…!

Ahh si, tenés que meterle los dedos despacito, y le sacas todo… y planeaban el bolsiqueo, rastreros despreciables arruinando gurises, y se los dije pero a nadie le importaba, robar al tipo que veían cada día, solo porque tenían la oportunidad. 

  Y volvieron con los billetes arrugados y que tenía un montón de monedas en otro bolsillo todavía, y ahí me dejaron solo, todos saliendo a comprar el pancho y la coca.   

  Y quien sabe cuándo habían comido antes que eso… y volvieron contentos pero a un banco más lejos, tal vez para no tener que pasarse mis opiniones por el culo…

  Unos días más tarde, una mano desconocida le saco a Guachiturro la pensión completa de los bolsillos (antes de despertarse sin saber si se había tomado el tren a que ciudad, había combatido en Malvinas).

   La escalada iba en aumento, las necesidades económicas para adquirir alcohol y drogas, la desfachatez, el imperio de la insinuación o coerción más o menos disimulada.  

  Deje de ir a la plaza por un par de días… cuando volví, un tipo estaba buscando a otro porque se había ido con su equipo de música, parlantes y subwoofer, DVD, discos compactos, cables y todo, absolutamente.  Y yo pensando cómo le podes dar confianza a esta gente.  Y si, algún día lo vas a encontrar pero por acá no aparece más… 

  Me dejó al cuidado un par de bolsos pesados, yo, que bueno, pero no tengo nada que ver con esto, pensando si no habría armas listas para la cacería, y un policía justo que se había quedado charlando al pasar, sospechosamente, a unos cuantos pasos. 

_Es cobre -me tranquilizo el- , aluminio… ah mejor así.

  Abro una nueva pestaña y me acuerdo de buscar información urgente sobre los esquejes que estoy haciendo, Wi-Fi y Google, y no necesito bibliotecas… 

  El chaqueñito me trae el teléfono, que le había prestado para contestar a los mensajes de esa chica que lo esperaba tal vez inútilmente, aunque también el camino podría devolverle su muchacho, hecho un hombre para hacerse cargo de las cosas.

 Levanto campamento y me voy, esta noche leeré.  Camino lentamente, saludando, pensando mientras llego a casa… 

  Nunca termino de acostumbrarme a algunas realidades. 

  Dejo el ruidoso centro de la ciudad, y me meto de lleno en los quietos suburbios oscuros…



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