Llueve, llueve y no sé qué hacer, el agua fría y sucia cae del cielo estorbando la vida normal. Me recuesto con los pies en la mesa ratona y enciendo la tv. Soy un flojo, pero realmente me cuesta sacarme inmediatamente los zapatos, no sé, siento que no podría comer descalzo.
Realmente no hay nada que ver, siempre dan lo mismo, siempre están repitiendo los mismos programas, las mismas series, los mismos documentales, las mismas noticias…
Pasa el tiempo en el reloj de la esquina inferior derecha de la pantalla, pasa sin pasar, sin ser aprovechado, solo mirar películas viejas y dramas estandarizados, noticias calcadas en su formato día tras día, aunque tengan que buscarse en todos los rincones del globo.
Hace un año que cada día un perrito salva a un gato en algún rincón del planeta, quince minutos de dulce licor de amor incondicional en mi corazón, resbalando entre las grietas y los callos que la vida cotidiana le prodiga…
Hoy; en el semáforo un gurí de cuatro o cinco años pedía monedas, la madre
recostada en la vereda amamantaba a otro, ni idea si son de ella porque los
cambia todos los días, los debe alquilar para pedir… pero cuando dio la vuelta
por adelante del auto, para agarrar las monedas que otro le ofrecía, sacando
apenas los dedos por la abertura en la parte superior de la ventanilla…
Casi instintivamente acelere, alcanzando a soltar un milímetro el embrague, sacudiéndome con el salto del vehículo. Y el tipo que se las dejo caer en la mano como si fueran uvas. No: como si tuviera peste, y el peligroso contacto con su áspera piel de niño callejero pusiera en peligro la vida de sus hijos escolares. ¡Y sin duda que es así, no entiendo para que le dan!
Lo raro es que la criatura de alguna manera sintió mi impulso y paso mirándome con rabia, otra vez por adelante ¡como desafiándome a que lo pase por arriba! Yo le sonrío como para que se lo tome como un chiste ¿Le doy una moneda? ¡No! ¡Que trabaje!
Si por lo menos me
limpiara el vidrio… pero ahora me siento en peligro, quien sabe qué clase de
represalias podrían tomar, tal vez hasta romperme un vidrio o rayarme el auto
al pasar…son una mafia.
De reojo veo como habla con la madre, acaricia la cabecita del bebe, ríe y le dice algo, pero ella levanta la mirada y me mira fijo.
Aprieto los dientes y el semáforo que no cambia! Como puede ser tan largo!! Me desviare por unas semanas, aunque tenga que llegar a la rotisería en la hora pico, y terminar el almuerzo quince minutos más tarde.
Mientras en la tv todo esta trastocado, pienso mientras corto una porción de tarta de acelga.
Una marcha de zaparrastrosos trata de evitar el desalojo de una villa, como si la ciudad tuviera la culpa de su forma de vivir, ahora seguramente pagaré más impuestos para que puedan vivir sin trabajar, la policía los rodea sin hacer nada, como si tuvieran que comprobar primero que son delincuentes, vagos y drogadictos!
Y seguramente el intendente los recibirá, cuando yo mismo tengo que pedir una audiencia y esperar. Claro, pago mis impuestos, el contador me lo dijo: no recuerdo lo que me dijo, jamás escucho a los contadores, un idioma incomprensible que solo genera gastos, solo le dije, el día que mis impuestos sean mayores a sus honorarios búsquese otro cliente, y reímos los dos: yo, amargamente, de trabajar para él.
¿Pagaran impuestos los contadores? ¿O tomaran a su cargo a uno de esos pequeños rasposos para evitar pagar ganancias y lucros estimados?
No importa, solo me rio, me estoy
vengando del tiempo que tuvimos que pasar juntos esta semana, haciendo el
balance previsto para todo el año: si el crecimiento es menor al cinco por
ciento, podemos refinanciar todos los créditos en condiciones realmente
ventajosas, y el estado que siga pagando las cargas sociales de mis empleados, hasta
que sea el momento de crecer.
Ahora cruzan un arroyo, con las
zapatillas sobre la cabeza! Ni yo me compro esas zapatillas, no es África, es
acá nomas, para comprar droga, y después piden que no los saquen del centro. Cambio de canal, cambio de canal, cambio de canal, me tomo una Ranitidina,
termino mi vaso de vino. Dejo la botella en la mesada, los platos en la bacha
para la muchacha… ¡Sacate la bombacha! ¡Soy un poeta natural! Algún día tendré
que explorar esta veta en mí.
Me quedan cuarenta y cinco minutos para
dormir la siesta, me saco los zapatos, bajo un poco el volumen y me acuesto, la
chica me despertara de un timbrazo cuando llegue. ¿Sigue la misma
noticia? Pero ahora los gendarmes pegan, ah no, es en otro lado, parece que
quieren impedir la instalación de una mina en el medio del desierto, ¡¡Que loco
esta el mundo, molestando a los cactus!! Me duermo con la tranquila
seguridad de que no podrán evitar la marcha del progreso.
Hay un silencio apacible, una paz que se rompe con el timbre. Alerta, pero tocan otra vez, no es el timbre, es el teléfono, medio dormido miro la hora y no entiendo, pasan de las tres de la tarde, atiendo pensando en cómo organizarme de nuevo, es la chica, que no puede venir hoy, si no hay problema (hoy mismo pongo un clasificado buscando otra) que se le enfermo la bebe y no hay quien la cuide…
_Claro, claro (como si yo tuviera la culpa) No te preocupes, vení cuando puedas nomas (a cobrar) Si, a la hora de siempre. Si, comprendo, claro. No, noo, ninguna complicación, solo me atrasé unos minutos, gracias por avisar, no hay problema.
Avísame si necesitas alguna cosa (y sí, pero
que pelotudo que soy) Si, no hay problema, a la tardecita te arrimo lo que pueda. Si, me acuerdo donde es tu casa, ¿Se puede entrar de noche ahí? Jajá no, preguntaba
por las dudas. No dejá no mandes a nadie, mira si se pierde la plata, cuando
cierro voy para allá. Que se mejore tu bebé.
La reputisima madre que los pario,
negra de mierda, primero se hace preñar y después no sabe qué hacer con la
criatura, a este paso va a terminar pidiendo monedas en algún semáforo, encima
le tengo que adelantar plata, bueno, la próxima tendré que fijarme que no tenga
hijos, así evito por lo menos un problema.
Me bajo del auto con la corbata en el bolsillo, por suerte en el semáforo, no me vino a joder ningún malabarista, aunque ver sufrir a esos colorinches sucios me hace sentir un poco mejor. Llego como diez minutos tarde, los empleados sentados en el cantero saltan al verme llegar.
Buen día!! Y me pongo a sacar una calcomanía de la cortina metálica, como para que entiendan que podrían haber hecho algo más en vez de estar sentados, en mi tiempo, en el tiempo que les pago.
Abro y me siguen como patitos, empiezo a organizar
el día, corren ahora, le pido un café a Tania que me pregunta si está todo
bien, que impertinente, empiezo a dictar una carta, con lo que corre a sentarse
a la computadora, ¿y el café? (no le contesto)
:Estimado ingeniero…Dado el contexto
internacional del mercado del acero, y teniendo en cuenta los atrasos en el
pago de insumos por parte de las empresas de punta, que repercuten en toda la
cadena…
Se supone que tendría que seguirme, así que sigo esperando que me pregunte, ya me siento mejor…Si, Tania, decime? Empezar de nuevo? Si, como no. Organizate en tu trabajo, fijate si podes encontrar por casualidad un modelo de alguna carta que le hayamos mandado a la Unión Industrial, así por lo menos no tengo que dictarte el encabezado de nuevo, me voy a preparar un café, y seguimos.
Paso por el fondo a ver que están haciendo, no veo las horas que vuelva Teresa así no tengo que andar todavía con la corbata en el bolsillo, pienso mientras me la coloco, ella me hubiera avisado.
Reviso las entregas, hago que lleven unos cartones a la entrada así no se embarra
tanto el piso y corrijo el itinerario del camión, mando al pibe nuevo a lavar
el auto, a ver si no esta tan al pedo, vamos a tener que pintar ese playón…
Vuelvo y me siento, en que estábamos? ah
sí... ¿El cafecito que te pedí, Tania? Ah no lo hiciste, porque pensaste que
yo… no te pago para pensar, sino para que hagas lo que te digo, para
pensar estoy yo, deja nomas, escribí. Y corre a sentarse desconsolada,
desde la oficina ahora a los gritos empiezo de nuevo: …Dado el contexto
internacional del mercado del acero, y teniendo en cuenta…
Amo mi trabajo, hoy promete ser un día provechoso, llamo al muchacho que está lavando el auto y lo mando a preparar un café.
Tania me escucha y sigue escribiendo, de a poco aprende a seguirme el
ritmo, cuando termine esta carta voy a tomarme un respiro, y llamar al contador
para que vaya preparando la liquidación de la sirvienta. Miro el techo, hay
una tela de araña en un rincón… el teléfono empieza a sonar.
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