26 mayo

Hipocresía


 


 

Mentir para permanecer sin cambios, dominar para   mentir mejor 

  Realmente hoy me canse de trajinar en los esquemas sociales, de pasar de un lado a otro pretendiendo encajar esos parámetros en mi vida, lo intento pero no es real.  Se de antemano que una parte de mi alma se rebelará ante el primer intento de adoctrinarla, ante los absurdos condicionamientos requeridos para poder acceder a los beneficios y la clemencia del sistema.  

  Nada de eso puede motivarme, tengo siempre un encendedor en el bolsillo para quemar bajo mis pies las montañitas de objetos fruto de haberme sometido temporariamente a la acumulación.  El fuego es un símbolo, los objetos solo medios de hacerlo posible…y no hay mucho más que eso.

  Casualmente había escuchado un comentario al pasar, dos tipos al lado de sus autos nuevos y uno le decía al otro pensativo, gestualizando “para entrar en la legalidad, primero hay que entrar por la ilegalidad” y después seguro se pusieron a criticar la sociedad que construyen así.  

  Como ellos, cuando todavía creía que había caminos tradicionales que tenían sentido, trabajaba sin descanso, todos los días en la misma dirección, mintiéndome a mí mismo que al brindarme recogería también los frutos.  No llegue a nada, por supuesto, más que envenenar mi alma, y destruir mi paz con los ladridos  de los inicuos.

 Saqué como conclusión no volver a olvidarme de mi, aunque si de toda pretensión de control  externo, en mis actos o decisiones, por lo que tuve que descartar las absurdas directivas sociales, los tontos prejuicios, los incoherentes mandatos familiares, los parentescos no elegidos, la doble moral como necesidad social.

  Y también el dinero, el frio, el calor, el hambre, el estado, las instituciones y la policía, aunque continuaron siendo parte del  irritante marco donde buscaba la fisura para generar algo real, algo que apunte solo al centro de mí mismo, porque las poderosas líneas de dominación hegemonizante se cruzan sobre nuestras cabezas y es más fácil (más cómodo)  entregarse que resistir.  

  Así la elección está siempre al alcance de la mano, sin reproches ni memoria, como diciendo: el día que te arrepientas serás inmediatamente bienvenido.

  Y no se trata solamente de elecciones sino también de posturas, y de sustentabilidad, porque a pocos les importan las consecuencias de sus actos una vez que han abandonado la escena, y pareciera que a veces estamos empacados en nimiedades, caprichosamente.  

  Porque en esto ha devenido el concepto de libertad para algunos que tienen la manija: un capricho de irresponsables y locos que no quieren aceptar que el mundo ya está “arreglado” que las cosas no van a cambiar, no deben cambiar.  

  Por eso es importante el sentido con que se hacen las cosas, al margen de las apariencias y hasta de los resultados, a veces hay formas de reencauzar el poder sin que se dé cuenta.  A veces se puede perder un paso para saltar un metro, pero sin dejar de crear, de transformar el condicionamiento en libertad, en nuevos espacios, en nuevas conciencias, en otros parámetros.  

  El tema es traducir el idioma del poder a un idioma de gente para que vuelva a la gente.

  Pero cuantos esperan su partecita, su miguita con devoción, capaces de cualquier bajeza por tener un poco más.  Cuantos piden para otros que nunca se enteraran ni recibirán nada.

   El tema particularmente difícil de cambiar es la percepción de casi todo el mundo en estos casos, se admira al “vivo” se lo envidia, en su forma de ganar sin romperse la ropa, en su forma de relacionarse a dos tres o cuatro puntas, cosa de salir parado siempre, en su manera descarada de disfrutar de lo que tendría que haber sido de todos, y repartir lo que le sobra entre sus allegados.  

  Entonces la “critica” es estéril y ambigua, envidiosa y amarga a la vez, porque muchos son buenos por descarte o falta de huevos, y sufren su indigna miseria de creerse mejores que el resto sin ser reconocidos.

  Es así como se deja caminar a los peores, y se ignora  a los que generan algo de verdad.  Se desprecia por tontos a los que fabrican milagros sin aprovecharse, entregando su vida entera, o su tiempo, sin más recompensa que la sonrisa de un niño, o el bienestar de una persona común, sin poder ninguno.

  Es por eso que a nadie le asombra cuando a un candidato cualquiera se le olvida hasta la última promesa, una vez que llego a su meta, es por eso que nadie reclama, cuando todo queda por la mitad, cuando los barrios se contaminan de escombros viejos y obras a medio terminar, mientras se llenan de albañiles las mansiones de los nuevos ricos.  

  No es que no haya recursos, solo se esquilman, se esquila a la misma oveja siete veces en un día, y con estos ejemplos descarados a vista de cualquiera, no hace falta ni un guiño para entender que todo está permitido, que robarle al estado, al municipio, a la nación, es un acto de justicia propia, no un vandalismo contra la sociedad en su conjunto.  

  Y así las hormigas recortan lo poco que iba quedando, todo se vacía en esa carrera que nadie quiere perder ni llegar último, menos para apagar la luz. Todo sirve, pero ya no es de todos. Nunca llego a serlo.

  Y que podíamos esperar con la educación que se recibe, con el chantaje permanente que se les inculca a los niños, y sin hablar de valores, con la televisión cumpliendo el rol de los padres, con maestros en todos los niveles educativos que casi siempre  adoctrinan media hora, y después ven si dan clases los otros treinta minutos.  

  Y trabajar para vivir lo mismo, cobrando sueldos miserables en condiciones humillantes, viendo como los empresarios ponen un clavo donde iban cuatro tornillos, como todo se decide, se digita, muy al margen de las conveniencias sociales, muy cerca del favoritismo y los sobornos millonarios. 

  ¿Cómo desequilibrar esa balanza, como privilegiar un concepto de bien común, de sentido común?  ¿Cómo volver a ser ciudadanos, y reclamar punto por punto por las decisiones que nos afectan a todos…?  No queda tiempo de hacer infinitas preguntas, solo de generar respuestas, urgentemente.  

  Y yo que recién estoy por terminar de cambiar hasta la última de mis células, levanto la cabeza y armo unas nubes de polvo por aquí y por allá, para perderme de los caníbales miserables que me esperan con cuchillo y tenedor, mientras encaro sonriendo al medio del barullo, donde solo te comen después de muerto. 

  Que hermoso es el mundo, pienso mientras sangro.

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