20 septiembre

Proyecto Once

 



  El ingeniero Mereles, fue recibiendo a todos en el gran salón, con el apretón de manos acostumbrado.  Era un gran motivador, y apenas abría la puerta, para que pase el resto del staff de esa sección oscura y secreta de la Compañía, cada uno de sus colaboradores olvidaba inmediatamente su pasado y sus intereses personales, sus familias, y cualquier lastre ético, moral o de alguna índole humana.  

  Si no fuera por el entusiasmo que les transmitía, casi una droga, se podría decir que los convertía en muñecos sin alma y sin familia, y prácticamente sin cerebro ni voluntad propia, transformados en fantasmas autómatas que pululaban de una computadora a la otra, haciendo flamear la camiseta de la empresa, sobre sus desgastados cuerpos.

  Apenas si volvían a su casa para ignorar a sus familias y mirar torvamente a sus opacos y descuidados hijos, para despreciar a sus esposas y maridos, y caminar por su propia casa como un lugar ajeno, como perros enjaulados, esperando el momento en que el reloj marcara la hora de una nueva y cotidiana pelea.  Estaban embarcados en un proyecto nuevo, hace meses, transfiriendo datos, trazando medias estadísticas, paralelizando conductas y reacciones, y ajustando estimaciones sobre el comportamiento previsto de los nuevos modelos en planificación. 

  El ritmo era frenético, y tal vez esa misma semana o la próxima, llegaran a algún resultado verificable con el que pudieran lograr la autorización para fabricar el primer prototipo.

  Era viernes: la política de la empresa no permitía al personal medio continuar su trabajo u ocupar las oficinas durante los fines de semana, lo que los dejaba a todos en un estado de ansiosa orfandad que resolvían hundiéndose aun mas en sus maquinas portátiles, mientras sus hijos caían de los toboganes o escapaban aterrorizados de pequeños perros falderos, o sus parejas encontraban fugaces minutos de amor con desconocidos, casi frente a ellos.  Si hubieran podido percibir el mundo exterior, tampoco les hubiera importado.

  Conocido como "Copo de nieve" por su frialdad y su canosa cabeza, Mereles podía caer encima de cualquiera sin previo aviso y modificar todo lo que estaba haciendo.  Su agudo y penetrante sentido práctico, lo hacía enfocarse solo en resultados, rectificando el enfoque y el abordaje de los problemas, su vida entera no estaba dedicada mas que a eso.   

  Aunque nadie se hubiera atrevido a preguntárselo, todos sabían que ni siquiera había visto nacer a la mayoría de sus hijos, y mucho menos, se le había ocurrido ocuparse de ellos o de sus madres.  Ejercía el pasatiempo de esparcir su grotesca genética primitiva, que recordaba a los posters de una humanidad antigua en formación, arracimada alrededor del fuego.

  Les había prometido resultados si se esforzaban lo suficiente, y todos trabajaban a un ritmo frenético.  De vez en cuando, alguno despegaba la cabeza de la cadena imaginaria que lo conectaba a su pantalla para mirar el reloj que marcaba el tiempo desde lo alto del salón.  Todos se preguntaban si llegarían a tiempo.  

  Pero los minutos corrieron, la mañana pasó tirando bocadillos al cesto de la basura, sin tiempo para comer, y luego las horas de la tarde...en una hora, se irían a casa decepcionados de su propia incapacidad.  

  Sorprendentemente, el ingeniero palmeó tres veces sus manos, y todo se detuvo, era una señal sagrada e instantánea, que los ponía en un estado de receptividad y atención suprema... empezó a hablar con suavidad: Antes que nada, quiero felicitarlos a todos por los sacrificios voluntarios en que han incurrido.  Se, que todos ustedes han descuidado a sus familias, postergado sus obligaciones, y sobrecargado su vida personal y hogareña de interminable trabajo... no fue en vano. 

  Hoy, despues de estos dieciocho meses, arduos, intensos, interminables, hemos llegado a los resultados esperados, que nos permitirán manufacturar, antes que la competencia, el primer autómata genérico especializado, elaborado con tanta meticulosidad descriptiva -gracias a su esfuerzo- que podría reemplazar a una persona en todas y cada una de sus actividades... (y lo repitió, observándolos uno por uno: "...en todas y cada una de sus actividades") Este será un paso definitivo en el universo de la Inteligencia Artificial, donde todo lo anterior quedará relegado al formato de antecedente histórico, y nuestra sección, sera recordada como la que dio vida al primer clon cibernético moderno.  

  Debo decirles que por pedido expreso de la Dirección de la compañía, el resultado final del entrecruzamiento de datos, el análisis complejo de las particularidades que permitan realizar la transferencia al plasma biológico, solo se encuentran aquí adentro:  y con una inconfundible seña, se golpeó repetidamente el costado superior de su cabeza con la punta del dedo indice de su mano derecha.  Algunos transpiraban, otros sentían crecer un nudo en su estómago, y no falto quien se tuvo que sentar nuevamente, ante la amenaza de desmayo que anunciaba el desbalance en su presión arterial.

  Absortos en la figura y las palabras de su mentor, nadie vio entrar al subrepticio enmascarado.  De repente, sin previo aviso, la oscura figura humana encapuchada, se acerco corriendo y con una afilada hacha, destrozo completamente su cabeza al grito de "Muere maldito".  Un chillido, un grito generalizado de espanto y sorpresa, fue toda la reacción al suceso. Luego, algunos segundos de silencio, mientras la figura del asesino caminaba al centro del salón, aun con el hacha en la mano.  Algunos caían al suelo sollozando desconsolados, mientras otros evacuaban sus intestinos en la misma pose congelada en que habían visto derrumbarse el esfuerzo de su vida entera.  Poco importaba si ahora empezaban a matarlos a ellos, uno por uno...

  Pudiera pensarse que luego de esta teatral introducción, no había nada mas que pudiera aumentar la sorpresa y el desconcierto, pero... el asesino comenzó a sacarse lentamente la prenda que cobijaba la parte superior de su cuerpo y su cabeza, y con ella, la mascara de payaso triste que ocultaba su rostro, emergiendo ante el auditorio, que ya fluctuaba entre el terror y la indiferencia, sin que por eso alguien atinara a mover un pelo.  "Copo de Nieve" Mereles, los miraba nuevamente.  Vivo, parado sobre el hacha con que se había dado muerte a si mismo, solo unos segundos antes.  Continuó hablando:

  El prototipo que acabo de desactivar, los ha acompañado durante los últimos catorce días, sin que ninguno de ustedes notara la diferencia.  Les prometí resultados, y están a la vista -dijo, señalando el "cadáver" que había quedado a sus espaldas- .

 Su intenso trabajo de recopilación y transferencia de datos, ha permitido no solamente crear una copia de mi persona que me reemplace a la perfección, sino que también ha erigido una base de datos optimizada de cada uno de ustedes, con la cual podría elaborarse un proyecto similar: ya no tendrían que volver a sus casas, si así lo desean.  Van a tener la oportunidad de trabajar a tiempo completo, veinticuatro horas al día, forjando el futuro de la humanidad.  

  Solamente, para demostrar su compromiso y su lealtad, van a ser sometidos a una última prueba: uno de ustedes, también es un detallado proyecto artificial, y entre todos, deberán descubrirlo y desactivarlo de la misma manera.  Si se equivocan, habrán asesinado a una persona y a un valioso colaborador, y serán despedidos, quedando en libertad de enfocar sus esfuerzos en cualquier otra compañía de segunda linea, que este intentando llegar a estos productos, con miles de años de retraso... -y por primera vez, los hizo testigos de su torva y desconocida sonrisa-  Solo uno de ustedes, sin embargo, probará el resultado de su esfuerzo de investigación colectivo.  Tienen una hora.

 Luego continuó:

Quien fue el último en llegar? Su reprimenda consistirá en ejecutar la orden que todos ustedes le darán, al llegar a la conclusión del ejercicio. 

  Una mano se levantó temerosa y tímidamente, adelantándose a recoger el hacha, que el ingeniero había levantado en el aire.  

 El ritmo frenético recomenzó instantáneamente, buscando ahora los mas pequeños desfasajes que permitieran desenmascarar al autómata. Increíblemente, empezaron a hablar e intercambiar pareceres entre ellos, cosa completamente inusual, ademas de incómoda, dado que la naturaleza de su trabajo los absorbía en su propio segmento de manipulación de datos sin apenas registrar las caras de sus colegas.  No se dieron cuenta de que el ingeniero abandonaba lentamente el salón, cerrando la puerta, para cruzarse en el pasillo con el equipo de exterminio, que despejaría el riesgo de filtración tecnológica, procediendo a su eliminación total. 

  Solo pudo imaginarse el ruido de los disparos mientras ingresaba a la nueva sala de trabajo, donde cuarenta y ocho replicas exactas del personal de su equipo, levantaron la cabeza de las pantallas de sus computadoras para prestarle la mas absoluta atención.  

  Solo dijo once palabras más antes de volver a salir:  Muchachos, muchachas...esto es todo por hoy, buen fin de semana!


















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