El Sistema de Justicia, Civil, Comercial, o Familiar, pero sobre todo, el Sistema de Justicia Penal, es una cloaca absoluta. Lo se de primera mano. Es un mercado de baratijas donde los conceptos de culpabilidad o inocencia son palabras absurdas e intrascendentes que ni siquiera son tomadas en cuenta. Jamas.
Hay una jauría de hombres de trajes oscuros y zapatos bien lustrados, que ríen a carcajadas puertas adentro, mientras usan a los medios para mostrar al mundo sus caras serias y preocupadas. La tortura y la muerte, la violación de niños o la venta de personas, el abuso de poder, los cuerpos en pedazos, la esclavitud laboral y el fraude, son parte integral y permanente de su contexto, así que no hay un día en que eso no les cause gracia.
Sonríen, conformes, ante el mas cruel asesinato -que al resto de la población deja sumidos en el espanto-. A ellos, solamente les produce dinero.
Un buen abogado se caracteriza por negociar, y sacar provecho, entregando a sus clientes si conviene(y casi siempre conviene), sepultando a las victimas, y descartando miles de causas que no le ofrecen rédito, con el simple método del azar: Culpable-Inocente, un concepto doblemente intercambiable, que puede ser decidido por el vuelo de una mosca, un dardo en la pared, un compromiso deportivo al que no pueden faltar...
Sin embargo, cada abogado en tribunales tiene su Staff de protegidos, con los que despliega toda su buena voluntad, en una permanente negociación-intercambio entre fiscales y defensores, todos los cuales trabajan para liberar a sus muchachos de culpa y cargo(no importa lo que hayan hecho) o mas generalmente( y eso si, por obligación), a los instrumentos humanos con que los peces gordos del poder político y económico local, barren con todo lo que se interponga en su camino.
La carrera de las ratas los obliga a eso... El pedestal en que los hacen creer que están parados los endulza instantáneamente, haciendo que intenten llevar las apariencias al extremo, generando un estilo de vida que no pueden sostener, se embarcan en créditos bancarios o prestamos fraudulentos, y tampoco les alcanza. Entonces que pasa?
Que su trabajo les da la posibilidad de obtener la tan necesaria cocaína que los mantiene despiertos ante una pila siempre creciente de papeles, con el sencillo trámite de cobijar y dejar hacer a un pequeño narcotraficante que no cambia las reglas de la ciudad. No por eso, dejan de tomarse su labor como una cruzada personal, hundiendo en la oscuridad a quienes no tienen el tono de voz o las maneras que suponen adecuadas.
Que un delincuente amenace, mate y robe a sus vecinos, que hunda en la desolación cotidiana y la desesperanza a un barrio entero, no es su problema, no afecta a su familia, a la alegría de sus propios hijos.
Que hay noches sin dormir? Valen la pena!! Un día acceden a precio de ganga a un terreno o una casa en los suburbios donde empezar a construir su supuesto imperio. Un día se convierten en empresarios o terratenientes, porque pueden agachar su altiva testa ante un narcotraficante repleto de dinero, y recibir un pago acorde a su sumisa dedicación. Están fritos, ya no habrá vuelta atrás.
Porque el humo se les sube a la cabeza... no dejan de creerse sus propias fantasías de grandiosidad!!
No dejan de escaparse de una realidad que los señala y los condena, evitando pensar que quienes los rodean los ven ahora como una amenaza, una deshonra, y un peligro para cualquier persona honesta. Ahora al sinfín de cuentas que no dejan de bicicletear se suma la del psicólogo, que por supuesto, cobra muy bien por exponerse a esto...
En fin... que en las calles mueren todos los días aguerridas mujeres y hombres que intentan reparar los baches de la omnipotencia del poder, que cosen con sus propias tripas, día a día, las deshilachadas roturas del tejido social. Y no logran nada, o casi nada, ya que una sola persona rescatada de las fauces de la maquina es un ser humano, infinito, y vale la pena jugarse la vida y el tiempo hasta donde se pueda, hasta donde la cabeza aguante...
Y esa es la posibilidad de remediación que existe, aunque sigan plantando fachadas de instituciones oficiales y gubernamentales teóricamente destinadas a proteger a pobres e indefensos, a menores y mujeres, a enfermos y adictos, a victimas del espanto, el hambre y la violencia
El hecho, fácilmente previsible, es que cada día una persona más se convence de que la única justicia a la que puede acceder, la única posibilidad de justicia real y efectiva, es la que pueda obtener por si misma. Y es lo que hace mas tarde.
Lo terrible de esta situación, ya que sus consecuencias demuestran que con recursos y conocimientos mínimos, se pueden obtener soluciones absolutamente prácticas, es que todo se profundiza, convirtiendo a los tribunales -en el imaginario público- en circos grotescos donde siempre entra un payaso mas, y a los jueces y abogados, en una escoria sin alma que también debería ser alcanzada por el castigo que un ciudadano cualquiera pudiera decidir descargar.
Y eso nos pone, por supuesto, al borde, en la antesala de la guerra. Porque de la justicia por mano propia se pasa rápidamente a los justicieros a sueldo, y a un sistema de castigos paralelo, a un mercado negro de la administración de justicia, que no por ser efectivo y eficiente, deja de correr el riesgo de volverse arbitrario, incoherente, desalmado, cruel.
Pero eso no importa. La resaca de este río de sangre llegará nuevamente a las orillas de los tribunales locales, donde nuevas oportunidades de ganancia y poder serán distribuidas entre otra camada de jóvenes universitarios puestos a dedo por el dinero o los contactos de papá. Para el poder, para las élites y sus eventuales tropiezos, quedarán nuevamente libres, capitalizada así su experiencia, los mejores y mas dedicados abogados.
Si quiere justicia...
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