23 abril

Un pedazo del mundo

  


  En un mundo al que ya no le interesa esconder sus incoherencias, hasta la misma ONU se está volviendo una cascara vacía. 

  Cada vez más descaradamente funcional al poder, más abiertamente contraria a los fines por lo que teóricamente se creó.  

  Hace rato ha dejado de proponer soluciones, mucho menos hablemos de tener algún poder real de llevarlas a la práctica.

  Más allá de ser testigos, mas allá de un recuento estadístico de los hechos o las situaciones, cada sección de la organización de naciones solo prepara el camino para la hegemonía de las dominantes, y ha perdido, por lo tanto, su credibilidad. 

   Se desdibuja, fungiendo hoy, casi siempre, como instrumento legal, legitimador de las más atroces invasiones y genocidios, silenciosos o silenciados en países “lejanos” “de la periferia” “subdesarrollados” o como se los pueda calificar de acuerdo a esta decadente visión del planeta como propiedad indiscutida de los participantes en la carrera económica-armamentista...

   Hoy en día, cuando el acento se pone nuevamente en el ser humano, en la persona, de repente, hay cientos de millones exigiendo respeto, como primer paso a cualquier consenso, y eso está carcomiendo las bases mismas del sistema, alimentado desde siempre por la sumisión, el miedo, la coerción, el chantaje, la hipocresía.   

  ¿Pero que tenemos para perder hoy en día, como para quedarnos quietos?  No queda dignidad en una vida que te ofrece como meta la coca cola frente a la televisión, para descansar de una jornada donde toda ganancia estuvo destinada a comprar y asegurar nuestra moderna esclavitud.

  Alejándose cada vez más de la violencia, apostando firmemente a la tolerancia, la diversidad, la solidaridad y el común respeto, los movimientos sociales que hacen punta, desperdigados por el continente, plantean hacia las elites un problema hacia el que no saben pensar soluciones, y cada vez pierden más terreno.  

  El peligro para los pretendidos dueños del mundo no son las guerras ¡Si de eso se alimentan! 

  El peligro es la paz, es que en vez de pararse sobre las fronteras con sus ejércitos, los pueblos las borren caminando juntos, que en vez de balas siembren semillas y en vez de supermercados que impongan formas de vida extravagantes, vuelvan a mirar alrededor, donde casi todo se puede hacer y producir…

  Con las propias manos!

  El peligro es que caminen juntos, cooperativamente, solidariamente, compartiendo información y experiencias, restaurando los desastres que dejaron las soluciones de siempre.  

  No hay nada más peligroso que una persona que sonríe gratis.

  Entonces desde este concepto, lentamente se erigen en Latinoamérica, nuevas intenciones, nuevas instituciones que no deben su existencia al poder dominante… 

  ¿Veremos el nacimiento de nuevas instituciones y formas nuevas de relaciones internacionales a nivel mundial? 

  Todo es un reflejo... Fragmentos y retazos entre el caos de esta gran explosión llamada raza humana parecen desconectarse de a ratos de la gran hegemonía, del poder del dinero: estamos cambiando.  

  Una vez en una pared de una casa leí “…convertir la rabia en pensamiento para poner el pensamiento en acción” o algo así.

   Fue hace tantos años, derivando en las rutas, entre tribus y caravanas, rescatado siempre por un sentido, un pensamiento más amplio que el de pagar, consumir, trabajar, desechar, y así sucesivamente.

  Y cuando los ojos se acostumbran a aceptar otra realidad que la que nos venden, nos damos cuenta que siempre estuvo ahí.

   Siempre estará.

  Tenemos cada día la opción en nuestras manos.  No alcanzan a taparla las mentiras, las estrategias del poder mundial. 

  Mucho más que quedarnos mirando, tenemos la obligación de recuperar terreno, desde adentro hacia afuera, desde el espíritu hacia lo que nos rodea, desde la comunidad hasta los endebles hilos que nos atan al centro económico del mundo, siempre a la venta, por supuesto.

  Hoy puede ser el día en que restablecer nuestra propia mirada sea otra vez la meta, en que retrocedamos el pie un centímetro de la senda ajena, para recordar la nuestra. 

  Hacia el mundo, como un faro, Latinoamérica declara su insumisa independencia, desde adentro hacia afuera, desde lo que queda, desde lo que no deja nunca de ser.  

  Únicamente sometidos por la luz del sol, los pueblos de hoy, concientes de compartir un inmenso y complejo hogar común, declaran hermana a la tierra que pisan y se empeñan en proteger una naturaleza que retrocede aceleradamente, como única garantía de paz, libertad, verdadero desarrollo y vida.  

  ¿Y en eso estamos, o no?  Llego la hora de elegir nuestro camino.  

  Es ahora, que sea en serio. 

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