19 abril

Mil años

 

 


  Han pasado mil años, y antes mil días.  Los imperios que destruyen el mundo para después usurparlo han caído bajo su propio peso y vuelto a levantarse de sus ruinas…

  Mientras, nos hemos acostumbrado a vivir en la polvareda, a ignorar escombros, a esquivar cadáveres, nos hemos vuelto insensibles surfeando titulares a través de la avalancha de información falsa y tendenciosa. 

  Nos han acostumbrado a tolerar marionetas, a creer en fabulas que solo demuestran la intención inalterable de las elites de sujetar las riendas por mil años más…  

  Nos llenaron de fronteras para no avanzar, para cortar la circulación de ideas y la comunicación. Se apropiaron de todo solo para enajenarlo, para negarlo, y como corolario, nos usan alegremente como campo de pruebas para fantasiosos experimentos políticos y sociales, como para recalcar claramente: “tenemos el control”.

  Claro que la idea es reciclarse, siempre, hasta el punto que la esclavitud sea preferentemente voluntaria y mansa, como punto de partida para construir las relaciones sociales.

  El dinero como meta es lo único que subyace en todos los mensajes, como un aprobatorio disparo de largada para cualquier forma de llegar a él. 

  Es innegable que el ejército de temerarios y suicidas adquirido a la sombra de esta ideología llega a ser enorme, sumamente útil y completamente maleable, puesto que todo es pasible de pago… la acción y la inacción, el conocimiento y la ignorancia, la complicidad y sobre todo la traición…

  Es necesario volver a recordarlo, aunque, obviamente, nada sería posible sin la entrega voluntaria del patrimonio universal, sin la falsificación de la historia, sin la colonización mental permanente a la que estamos expuestos, sin la absurda condena a muerte que pesa sobre las poblaciones, sin la promesa de desolación admitida que campea a sus anchas sobre los territorios.

  Mientras tanto, miramos y dejamos pasar, dejamos hacer, en un absurdo intento por defender nuestra tranquilidad amojosada, sin darnos cuenta que el tablero se inclina, y tarde o temprano serán nuestros gritos los que se escuchen , cuando al quedar colgando del borde, comencemos sin remedio a caer…

  Entonces vivimos, y vivimos como nos dicen, porque es lo que mejor nos sale hacer.   Aprender alternativas no escapa del marco teórico y el romanticismo de sentirse en lucha contra el sistema, por comprar una remera del Che Guevara en el shopping, fabricada por esclavos actuales en un mundo que ya no es nuestro… ¿Cómo? ¿Que no es nuestro? 

  No solo no es nuestro sino que ya no nos importa! …Pero con que poco nos mantienen a raya, haciendo filas para adquirir nuestra visión ajena, nuestro asiento numerado en el teatro del planeta.  

  Pareciera un hecho consumado que estemos clavados como fichas, atados al juego de los peces gordos, mirando el tren de la historia desde nuestro puesto privilegiado: atados a las vías.  

Pero la monolítica presión del sistema sobre nuestras oportunidades está llena de fisuras, y es haciéndose fuerte en esas posibilidades que se desmoronará al fin, sin posibilidad de amenazarnos de nuevo.  



  Es la hora de elegir, aunque dudemos, estamos frente a la opción de apostar por nosotros, una vez en la vida, y es hoy: ¿Vamos a reducir nuestro consumo, reciclar, reutilizar, o inundaremos hasta los cerros con basura? 

  ¿Vamos a someternos al envenenamiento masivo o estaremos un poco más cerca de producir nuestra propia comida? ¿Tomaremos las decisiones sobre nuestro entorno, nuestro tiempo y nuestra vida o volveremos a sentarnos frente al televisor?

  Mientras palabras como cooperación, solidaridad, paz, amor, libertad, autodeterminación, soberanía alimentaria, propiedad comunitaria o naturaleza, nos sigan despertando sonrisas condescendientes, ya que nada va a cambiar, seremos una parte irreductible del problema, por no decir cómplices o facilitadores.  

  Jamás le pusimos un techo a nuestra ambición ¡Subimos alegremente hasta la cima de la montaña rusa! Parece una hermosa vista, una meseta, pero ahora empezaremos a caer: contra el suelo verificaremos cada una de nuestras verdades, aunque también, podemos empezar a revisarlas antes.

  Es hoy, el día en que podemos intentar volver a ser un poco más humanos…



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