No, no, no es que este enojado con el mundo ni nada de eso, sino que me da una tristeza matizada con rabia comprobar cotidianamente el origen de los problemas que nos cercan en lugares lejanos, en otras, ajenas realidades que se benefician con nuestra piel.
Pero en el proceso de súper especialización
en el que nos insertamos social y laboralmente en la “comunidad” así también se
ha acostumbrado nuestro pensamiento sistematizado, a pensar lo que los demás
piensan, a saber lo que los que saben, saben, entonces nos enfocamos en un
pequeño detalle y nos acercamos hasta olvidar el panorama.
O nos conformamos, mejor dicho, con la mirada ajena sobre cualquier cosa (¿Para ganar tiempo?) Por ejemplo: criminalidad, delito, homicidio, tortura, fraude, guerra, genocidio, corrupción, poder etc. Palabras exclusivamente humanas, racionales, que escapan al poder de las definiciones, que designan una intención. Un sí o un no, depende del lado del tablero: un formato de "Verdad" que debemos aceptar sin dilación para poder pasar a la siguiente noticia en el diccionario del mediodía.
Entonces los
mismos términos cambian de significado, mientras el enfoque no nos deja
siquiera darnos cuenta que de repente pasamos al lado contrario, que estamos
siendo cazados para darle de comer a los perros, para tender nuestro cuero en
un alambrado, para dar un mensaje claro a palabras más claras como alimentos,
territorio, libertad, poder, redistribución.
Pero miro a mí alrededor y todo está mal repartido, en un mundo inmenso no nos ha tocado nada más que los restos ¡Y a buen precio! A veces mantener la vida es más que un privilegio. Vivimos como peces chocando contra el vidrio, mirando una postal del otro lado que representa lo que deberíamos ser…
¿Entonces que vamos a pescar de este caldo de cultivo? Absolutamente todo lo que nos toque, lo que podamos. Pero más bien, cada uno en su papel, digamos, porque seguimos dando las mismas soluciones a los mismos problemas sin mejorar nada sino cada vez peor, esperando el líder del año para no decidir por nosotros mismos…
En la práctica erigimos cárceles como símbolos de la “venganza social” como demostración, no de que se termine con el delito, la maldad, la inseguridad, sino como evidencia de que estamos del otro lado de las rejas…
Pero, en la práctica, los problemas no tienen solución porque seguimos centrados en un pequeño eslabón, el ladrón, que roba para otro, que transfiere la ganancia a un tercero, a otro que vendió la información, que abrió las puertas.
¿Porque
obviamos admitir que hay una línea de tiempo y de causas, que están siendo
sesgadas, soslayadas? Para apuntalar una visión segmentada, un sentido de la
autoridad, de la legitimidad del mundo, un formato predefinido de los
acontecimientos.
Y así con todo lo que hacemos o pensamos,
felices mientras estemos aun parados en el lugar de los inocentes mientras la
costumbre se encarga de borrar las huellas, de olvidar, de perpetuar las
injusticias del mundo para beneficiar a unos pocos poderosos…
Me canse de ser un blanco móvil, de pensar de qué lado voy a estar en la próxima guerra, de sentirme condenado a muerte solo porque así debe ser, porque así todo funciona mejor. Me canse de alimentar la maquina con mi propia sangre, para que otros se suban a arrasar con todo, me canse de mirar como destruyen, como matan y se van, o peor, se quedan.
No acepto una sociedad que me pasa el libreto, que escoge mi
papel, que decide por mí sin dejar de controlarme.
Pero no, hay que esperar que den fruto
los retoños de la vieja política, que una receta más de “el gran libro de
recetas del capitalismo” empiece a generar un cambio, que las mismas
instituciones, las mismas mentiras y parodias de siempre no sigan encapsulando
al ser humano en el papel de excedente necesario del sistema, al que hay que
tolerarle ciertas libertades porque la ecuación dice que así es más manejable,
más productivo, porque así es técnicamente más feliz.
Mientras, vivimos encadenados a papelitos de colores, a la trinchera que nos permita llegar vivos al otro lado de la batalla social, luchando por ser algo más que estadísticas y datos, números en una libreta muy lejos de acá.
Mientras algunos se quejan de no llegar a fin de mes, otros agradecen haber llegado al final del día, unos anuncian el fin del mundo y otros se preparan para conquistarlo a sangre y fuego, unos por la vida, otros por no sentirse vivos, y una nueva guerra empieza en el horizonte, absorbiendo, consumiendo paisajes y ciudades a cambio de escombros y muerte.
Mientras, miramos para otro lado.
Darle la espalda a la tormenta no nos va a ayudar a encontrar soluciones, ya no hay donde escapar: cada minuto que pasamos viendo como gira el mundo en la misma dirección de siempre es un atentado al futuro, es un harakiri colectivo que cometemos por temor a perder nuestro lugar, nuestro casillero en el mundo… y bueno, así están las cosas, sin embargo: ahí y no-ahí, pero el conteo llego a cero.
Ya no hay
neutralidad posible, nuestras decisiones empiezan a galopar delante nuestro…
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Que te parece?