¿Qué significa, a que llamamos traición? ¿Quién pierde más que la vida o gana más que la muerte? ¿Qué tesoro vale más que el tiempo?
Pregunto, ahora, lo que tantos
se preguntan intentando adivinar en los mapas mi paradero, ahora que tantos
sufren de fríos repentinos en los erizados pelos de la nuca, mirando de repente
al costado, acorralados por una sombra que parece atacarlos pero solo es el
reflejo de su miedo…
No he llegado a arrepentirme de un solo segundo de mi vida, pero algunas cosas hubiera hecho mejor, de haber podido, de haber sido más persona que instrumento del destino. ¿Pero acaso me dedique a disfrazarme, a mezclarme entre la aburrida barbarie de la gente?
No. Y esa decisión cotidiana me exime de aclarar motivaciones, no merezco ni necesito ser esclavo de las bajas pasiones del mediocre que sueña con dos putas tirado en un sillón de cuero, mientras mira el partido en su televisor de medio metro cuadrado.
Mientras, el resto de sus días, despierto, es esclavo, aguantando los reproches de su jefe quejándose del gobierno mientras le tira a los gritos las herramientas diez minutos antes que suene la sirena.
Ver la muerte sonriendo es un privilegio, un alivio reservado
al hermano, que se va mirando a los ojos limpiamente, sin un grito, asintiendo
admirado, como diciendo “pero si yo sabía” y así era, pero…
La feria estaba tremenda, la gente arreciaba buscando algo para gastar la plata y yo, que tenía un día muerto, me equivoque en armar un puesto, para pispiar la calle sin cuentos ajenos. Pero antes de dejar los bagayos importados cayéndose en el suelo junto al Chero yo analicé cada forma de no llegar a eso…
La cosa estaba medio definida, porque no se puede, nadie lo hace y yo no iba a ser el primero, lo que se lleva se paga y a tiempo, pero si no hubieran sido sus sobrinos ni siquiera los hubiera atendido… si los conozco desde que nacieron, revoltosos, inútiles, ruidosos, groseros ¿pero quién empezó desde la mejor versión de sí mismo?
Por eso les di una oportunidad, largándoles el baguyo sin
seña, para que arrancaran firmes, la idea era buena…
Ocho días espere, cuando lo normal son tres, antes de caerles… pero en cuanto escuche la primer mentira aberrante no pude dejar que mi error se extienda en la calle, a ver si cualquier pajarito se piensa que puede chamuyarme, robarme, deberme, o faltarme el respeto mientras ni aprende a peinarse…
Toda mi vida elegí entre divertirme y ser cruel dependiendo de los medios, merecimientos y la disponibilidad de tiempo, pero también puedo ser rápido, exacto y certero: Gabucho se ligó el primero, doblando la sonrisa falsa con que me traía el café, y antes que entendieran que sólo podían bajarme, quebré al Pirulo y al Francés (no le decían así justamente por ser un tipo fino, sino porque se crio a “paté fua” robado de los supermercados)…
¡A ver, si se puede hablar en serio ahora
eh! …Miraban manoteando el aire, pero hace mucho aprendí que no se puede dejar
vivo un perro después que mordió al que le trae la carne…
A la tarde del otro día ya estaba limpia la base, fiambres al matadero y a hacer rendir el trabajito de esos cueros, los pendejos tenían clientes buenos, chetos, y al final no demoro el recupero.
Cuando me dijeron que el Chero había andado rondando el barrio, vigilando, pensé en armar el puesto…
Vino caliente y directo, dándome la mano con furia, pero sabiendo, que estuve en todo mi derecho, hablándome entre dientes, escupiendo whisky, recriminando...
Desde la
cintura se asomaba el mango y sabía que lo estaba mirando, resoplando me
ladraba y entre la furia que nadie hubiera podido adivinar en mí, casi
sonriendo, me acordaba de tantos caminos y aventuras juntos, copando trenes, en
noches eternas, saltando techos, viajando, espalda contra espalda en el
entrevero…
Yo estaba listo para todo, esperando atajar la puñalada pero… ¡Me perdonó! Como si valiera ablandarse en el último metro, no sirve, los arrepentimientos son después, dijo un juez agarrando el sobre y…
…Me dio un beso, dos lágrimas de dolor anticipado me corrieron desparejas y él no la entendió, cuando me soltaba la mano, que no dejo enemigos vivos.
Y fue ahí, con su propio cuchillo, que le traspase el cuerpo, embocando tajos, nueve veces, nueve agujeros donde la sangre se llevaba la vida hacia los baldosones rajados, y así empecé el feriado. Si hay algo que aprovecho son los fines de semana largos.
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