11 abril

Confort, sociedad y sumisión: final del juego

 

 

  De a ratos, solo de a ratos, me canso.  

  Me canso, pero completamente, un día como hoy que llueve y llueve y ya me canse de mojarme, entonces me pregunto, que opciones tengo a salir bajo la lluvia…

  ¿Y que opciones tengo? 

  Demasiadas, demasiado estereotipadas, demasiado gastadas, demasiado prefabricadas para que las prefiera a quedarme acá, escribiendo, y pensando en buscarle alguna razón, una respuesta a este cinismo social que define las opciones en base a estadísticas, escalas de valores, tradiciones, normas, morales, principios y estándares económicos, reglas de etiquetas y masificación sumisa.

  Sí.  

  Obediencia, es en definitiva lo único que importa, no importa a que, lo importante es obedecer y mantener las jerarquías, justificar las verticalidades, asumir las millones de formas en que delegamos nuestra soberanía humana sin ninguna contraparte, sin ninguna retribución.  

  Teniendo controlados esos parámetros, cualquier aberración es posible ¡y somos nosotros los responsables!

  Pero claro, que para olvidarnos de lo evidente tenemos las discotecas, la música, las drogas, el alcohol, los bares, las rutinas, la autoridad, la escuela, la facultad, la fábrica, el ministerio, la constitución y el código penal, la cárcel, el futbol, los autos y los trajes, la prostitución, la perversión, la violencia estilizada, el cine, los caramelos de menta rellenos de chocolate y cuantas cosas más…mucho más.  Todo con su precio por supuesto, todo financiado.  

  Hasta la prisión la venden en cuotas, primero un poquito, y después, cuando la sociedad ya se acostumbró a tu cara de culpable, ahí estás listo para la condena, no importa si estabas en tu casa armando un rompecabezas o plantando flores silvestres en el campo, los culpables no pueden ser, bajo ningún concepto las personas de bien, los destinados a absorber los excedentes, entonces te toco a vos, y listo, te van a ir a buscar.

  Para eso fue creado el miedo y la extorsión, la distorsión informativa, el imaginario social, y el racismo.  

  Para mantener las cosas en su lugar y el aparato funcionando, el sistema aceitado, el reloj corriendo… aunque no para todos, y si no encontrás nada que ser, si no podes ni siquiera ser culpable, lo único gratis y socialmente aceptado, es el suicidio, porque luego se debate, pero no han dejado opciones a esos inconformes que querían adaptarse, nadie les dijo que no lo lograrían, que era un trabajo estéril y que debían hacer su propio pequeño pedazo del mundo… 

  Primero los miran matarse y después debaten, que si tenía que pasar, que si vamos a dejar que pase de nuevo…una mierda, pura hipocresía que no abre el juego para brindar un solo instante de realización fuera de los parámetros increíblemente angostos que manejamos.

  Entonces me quedo en casa, y genero una opción, y la genero para mí, para mi vida, y no abro el juego, yo tampoco, acá no entran policías, empresarios, sacerdotes, políticos, represores, falsarios ni ningún idiota que pretenda decirme como vivir (o sea, como se lo dijeron a él) 

  Prefiero la gente libre, que lucha por establecer un marco propio de interpretación sobre el lienzo interminable del mundo, no me importan los idiomas ni los colores, ni las preferencias ni la conducta, ni nada.  

  Valoro el respeto y la tenacidad como valores formadores de una idea que pueda permanecer en el tiempo, como un escudo que pueda proteger el brazo que construye, día a día, a través de la coherencia y los sueños, un refugio donde ver salir el sol y reírse de ese rebaño enfermizo que corre de una campana a la otra, de una línea, un límite, hasta el borde exacto del otro.

  Entonces prefiero esa fortaleza, antes que la debilidad de los mediocres (aún más, puedo ser amigo del ladrón, humano, que ayer robo mi casa pero nunca del banquero desalmado que intenta pisarnos la cabeza a todos) pero no la rendición… 

  ¿Por qué?

 Como pensar en matarse, en matarnos, en matarte, como resolver la vida por su supresión, cuando cada día lo intentan hacer con nosotros.  

  Es una verdadera lástima, pero una elección, y tal vez tengamos que reconocer que la hemos forzado entre todos, al seguir fortaleciendo opciones que atentan permanentemente contra la libertad y el espíritu humano, contra la identidad, contra la historia personal de cada ser vivo y su individualidad. 

  Contra la vida  misma, y a cambio nos dan individualismo, masificación, confort, esclavitud, modernidad, tecnología,  caridad y miseria, dinero y estupidez, vicio y virtud.

  Falta amor, falta pasión, sustancia, para estar conforme con la vida, algunas personas lo necesitan, y no lo encuentran. 

  Y mientras miramos la revista con las tendencias que debemos elegir, mientras miramos los diarios con los titulares que debemos creer, una persona valiosa más se cuelga del techo, y ponemos el grito en el cielo.  

  En el cielorraso, porque en un sistema que no deja lugar a la vida, la muerte ajena no nos toca ni nos conmueve, pero si la decisión propia, que es aterradora, y desnuda nuestra impunidad a la hora de destruirnos a nosotros mismos cotidianamente sin por eso salir del riesgo de cansarnos de todo, de ser descartados, humillados, apabullados, y asesinados fríamente por una turba de ejecutivos mediocres que pueden estar sorteándose tu vida en este mismo momento.  

  Hoy no los aguanto ni un segundo, pero no creo en la violencia.  Es por eso que me propuse escribir en vez de salir a incendiar patrulleros y casas de cambio.  

  Espero lo aprecien, es un regalo y una apuesta a la convivencia.  Mañana, será otro día. 



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