¡Disimula hombre!
Calor, humanidad,
Un planeta se derrite
Lentamente, como…
¿Un helado?
Nos cansamos ya de lamer
Los restos de nuestra
Mediocridad.
Basura, lenta, viva
Corre por las calles
Y se adueña
De una necesidad
Compulsiva
De ser
Otra persona.
En el fin del milenio de oscuridad
Solo llamas y bomberos enloquecidos
Veo a mí alrededor, corriendo por combustible.
Solo humo, cenizas, y estructuras carbonizadas
Entre los desiertos que fabricaron para posarlas.
Esclavos que mueren aterrados tirando de su
cadena
Y tiranos reclutando mercenarios para defender
Sus cuevas llenas de sarcasmo y basura de
otras eras,
De recuerdos ajenos y cabezas en la pared.
Entre las llamas, carniceros enhebran corazones
Y cazadores muertos fabrican lágrimas.
Dioses de papel y barro caminan desorientados
Mientras se van desintegrando.
Ejércitos inmensos de niños deliberan
Mientras juegan, fabrican listas negras.
¿Es realmente necesario apagar estas llamas?
…pienso, mientras derriten, consumen mi carne.
Ya puedo contar mis huesos pero no estoy
muerto
Solo vengo mirando para poder contarlo.
Casi todos se meten al fandango a costa de su
vida
¿Qué quieren salvar? ¿Son acaso, renegados?
Descalzo llegare al primer pasto aun verde
De rocío pintado, de noche oscura curado.
Para mirar al sol, implacable y manso
Lanzarse indiferente para permitirlo todo.
El otro yo
Traspasar las fronteras sin encerrarse
Volar sobre los lindes sin absorber prejuicios
Llegar a un espacio donde se pueda ver,
A una nueva perspectiva de lo que fuimos ayer.
Y dejar la ropa en la piedra y sumergirse
Entrar en el mundo desde otro lado
Y hacer un puente hacia el viejo espejo
Donde se refleja un tono de voz nuevo
Viajar hacia otra mirada sin temer
Llegar a entender sin ser parte
Y curar el hambre que siente
La vieja voz, al no poder explicarse.
Atravesando el fin
¿Estoy muerto? No, solo un poco adormecido
Tan consciente de las hojas secas que piso
En el suelo de este oscuro bosque que…
Temo lastimar mi esencia con dolores viejos
Con sonidos muertos, sin alma, sin color.
¿He caído? Tal vez. Pero fue buscando
Algo que me haga sentir vivo, en este pasillo
frio
Donde los espectros ríen desde adentro
De sus calaveras, y lloran a través de otras
bocas
Y sueñan sueños de papeles pintados.
¿Qué no encuentro el camino? Puede ser, pero…
No voy a descansar a la sombra de un árbol
seco
Ni buscar el agua que olfateo en el fondo del
corral,
No viviré con miedo, ni lastima de nada
Ni usurpare las venas de los que me trajeron.
Allá ellos, talando y quemando, mientras
siembro,
Allá ellos subiendo a clavar la cruz en el
cerro.
¡Cuánta fiesta y cuanta sonrisa pintada se
borra
Al llegar a casa! No quiero entender ese
mundo,
De payasos y ventrílocuos, de muñecos, y de
perros.
¡Suena la hora del show! el instante es,
perfecto,
A saltar de la cama y correr, hay que llegar a
tiempo
Para entretener a los enjauladores, adular a
los mediocres,
Banderas del estatus, siempre llegan por la
espalda.
Y estallara una nueva primavera, desde el
pasto
Brotaran flores que no sean de plástico
Y cantaran los pájaros que no enjaularon
Y se llenaran de vida los charcos…
Y cuando mis pies cansados se detengan
Será solo de la emoción de haber llegado
Y cuando entre retazos de cielo pueda ver
Un instante supremo de silencio
Otra vez, llorare, y flojamente
Me esparciré hacia el tronco de un viejo árbol
Y cerrare los ojos, acunado por su savia
Y su corteza mullida será como mi almohada,
Mientras la tarde traerá volando ¡bichos!
Que me digan al oído: ¡levántate y anda!
Un pequeño salto afuera del plato
Como una brisa fresca, como una sombra amiga
Que nos llama al calor intenso del mediodía,
Como llegar al rio, a través de las barrancas
Para sentir en la piel ese regalo, de tersa humedad
En el aire, para sumergirse en un mundo
aparte.
Así tuve ayer un segundo de respiro, una
caricia
Un beso de amor, la inocencia de mis hijos
El abrazo postergado de los amigos, la mirada
Imparcial en medio del juicio, la puerta
abierta,
Y el final de diez mil calles sin techo y
tantas
Mesas elegantes sin un plato, sin un segundo
Sin un cigarrillo ni un vaso de agua que…
Tesoro invaluable en otro ámbito, se regala
De manos abiertas sin esperar la vuelta.
Y así es como prefiero vivir, acompañado
Por gente real que se sienta viva
Por gente viva que se sienta real
Y en ese trueque de miradas picarescas
Saber que no me dejaran caer dormido
Ni esperaran que los ofenda teniendo lastima.
Tarde quieta
Y vivo porque alguien me enseño
A mirar la lluvia a través de las ventanas
Y olvidar el mundo y su destrucción
Y saber que a todo, tarde o temprano
Se lo lleva en su torrente el agua.
Vivo porque alguien me mostro
Que el día no es suficiente garantía
Ni la noche larga esta tan muerta
Que no se llene de plegarias y de alas
Ni es tan fuerte que no la parta en dos, el
viento.
Vivo porque en el medio del mar enorme y frio
Me dijeron que debo buscar la tabla
Y antes que los ángeles cantar, antes que dios
Existir y resistir, y encaramarme a la luz
Que brota de los pasajes finales.
Vivo porque alguien se deslizo en mi mente, en
un susurro:
“nunca es tan largo y crudo el día
Que el sol reseque más que dar la vida
Ni el desierto está muerto, ni seco,
Al aprender a mirar, siempre se encuentra la
salida”
Nunca te encandiles
Hay un momento para las luces del escenario
Para bañarse en color fugaz, para sentirse
volando…
Hay un momento en que solo queremos estallar
Conectarnos con un despojo, un
sentimiento olvidado
Que nace desde cada corazón apabullado,
Desnudo en la magia de las máscaras, y el
teatro…
Pero no dura para siempre, no te engañes, no
dejes
Que la ansiedad atenazante, la gula, el engaño
Se lleven lo mejor de tu voz, tu cuerpo, tu
tiempo
Solo para poder seguir, en fin, actuando…
Porque cuando bajes sola o cansado del
escenario
Con el corazón gastado encogido entre tus
manos
Y esperes iluso el justo precio por tus años
Era evidente que el público no estaba, ahí,
Para tomarte de la mano, y ayudarte a seguir
Sino para olvidar sus cuentas haciéndolas
correr
Entre tus manos, para descansar su mascara
Inalterable, en la deriva de tu personaje.
No dejes que te gasten en un frio baile sin
gracia
De máscaras que no ocultan nada…
No dejes que te aten, a un juego que se acaba
Mirando como todos abandonan el tablero,
Y en el piso solo quedan, máscaras pisoteadas.
Progreso
¿Cómo pueden hacerlo otra vez?
¿Cómo pueden una y otra vez
Abandonar toda esperanza,
Y rebelarse ante sus amos
Solo para ser más esclavos?
Como pueden jugarse la vida
Para ser los dueños del látigo
Después de haber visto la sangre
Correr entre las piedras
Cuando moría su hermano.
Beber el frio licor de la nostalgia
De cuando los privilegios parecían
Algo bueno y nuevo, y como un pez
Afuera del agua ¡saltan!
Para atrapar la mosca verde
Que solo anda tras la carne podrida,
Cuando hasta la sangre seca
En el polvo, ya no se divisa…
Mientras, gira el sol
Y sin embargo otro día comienza
Entre las ruinas… nacen formas de vida.
Quien destruye solo ve lo que está al frente
Y sigue su camino para volver, rápido, a
encerrarse
En un bunker de miseria y maldad
Mientras, sin importar la historia
La vida se reproduce, multiplica,
En formas adaptadas rápidamente al caos
Que en vez de negar la existencia, la generan.
Solo el hombre ve en la muerte, destrucción
Y parado en el abismo de su orgullo
Prepara maquinas finalizantes del mundo
Que, sin pensar en eso, solamente recomienza.
Invisibles
Como terrones en un campo arado
Como flores del campo
Como el agua sucia del charco
En la esquina de la ciudad
Envejecen los pensamientos
La bronca, la tristeza impotente,
La desilusión anticipada desde siempre
En las cunas, rusticas, de los suburbios.
Como un gato que se escapa por el callejón
Como una bola lenta que no llega a dar
Como un plato de sobras que se tiran
Cuando ya se terminó de comer…
Así encajan las miserias del suburbio
En los formadores de opinión
En los hacedores de políticas y parámetros
Que avalúan niños, hombres y mujeres por su
color.
Y los sufrimientos del alma, encerrada
En una simple decisión, que afila al sol
El barrio como un huerto de navajas,
Las noches como puertas cerradas.
Pero en las estilizadas casas de tejas, en las
oficinas
Donde los ministros sufren su soledad
Para decidir el destino de todos,
Con grandes perros como únicos amigos,
Se ven distintos los hechos, los techos, los
lechos
Y se juzga la vida por el traje
Aunque se vaya a colgar después.
Natural como la vida
Como la lluvia que llega, como el olor a
tierra,
La alegría se anuncia sin que la escuchemos,
Y un día estamos inmersos en un duelo de
sonrisas
Y hasta bajo la superficie gris de los
ministerios
Vemos colores que intuimos están ahí…
Como el sol que se oculta, sorprendiéndonos
¡De lo corto que fue el día! El atardecer…
Se hace tan bello que nos quedamos mirando:
Como el sol se envuelve en sangre espesa
Como el campo se oscurece de misterio,
insondable.
Como los nudos en el árbol, como las hojas
quietas
Vivimos atados a nuestra complementariedad
Como el sabor del frio que sorprende y es otoño,
Como un viento que no se recuerda tan frio.
Como el primer sol de primavera, que nos
cambia la piel
Como una flor que desafía el pasto seco,
infaltable señal
Sin mirar atrás, tropezando, sin dejar de
aprender
Vamos surcando el agua, en nuestra pequeña
vasija.
¡Así, Colon!
Llenaremos las botas de agua salada, con
alegría
Y un mundo que no se mueva, al fin quieto,
será nuestro
Entre la arena caliza de desconocidas
caracolas
Entre el olor dulzón de las algas del otro
lado…
Un nuevo mundo, aun, queda por descubrir
Mientras racionamos los últimos pedazos de pan
duro
A cara de perro, en el timón, rumbo a la
nada, con fe
En la duda que mantiene a nuestros tripulantes
obedeciendo
Aun, a pesar de su evidente abandono,
desesperación.
Obligados por el mar intenso verdeazul, por el
cielo denso, bajo,
Así las estrellas se van y vienen otras,
arriba y abajo, noche y día…
Ya no hay nada que perder, solo podemos
llegar, el sol y nosotros
Son las únicas cosas que permanecen firmes,
entre tanta madera
Desvencijada por el peso de la travesía, entre
tanto palo atillado
Para dar la cara a una nueva tormenta, entre
tanta cara torva, tanto rumor
Y solo algunos que se animan a mirar los mapas
y decir: ¡acá!
Porque en el límite último de la vida, en la
antesala de la muerte
Desconocida y salvaje como el lomo de un monstruo
marino
No puede haber otra cosa que una pequeña isla,
donde desembarcar.
En el aire
Hila araña, y suelta tu simiente al rumor del
viento
Te esperaba, ven, no tengas miedo, todo esto…
¿Es lo que te había prometido? ¿Acaso no es
así?
No tengo nada para dar, ninguna posesión que
pueda
Envolver en hojas verdes para vos, atar en un
paquete
Que sumes a tu equipaje para desembalar
después.
Pero el mundo está ahí tómalo, todo esto es
mío, no mentí
Caminemos, entre los paños mojados del
atardecer
Puedes tomar mi mano antes de resbalar, salta
Aterriza en un lugar que no alcanzas a
reconocer
Y espera que el recuerdo de los demás te
devuelva
Los hilos de tu trama, aun sueltos, que
empiezas a envolver.
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