14 enero

El mundo es invisible (Poesías)

 

 

 

¡Disimula hombre!

 

Calor, humanidad,

Un planeta se derrite

Lentamente, como…

¿Un helado?

Nos cansamos ya de lamer

Los restos de nuestra

Mediocridad.

Basura, lenta, viva

Corre por las calles

Y se adueña

De una necesidad

Compulsiva

De ser

Otra persona.

 

En el fin del milenio de oscuridad

 

Solo llamas y bomberos enloquecidos

Veo a mí alrededor, corriendo por combustible.

Solo humo, cenizas, y estructuras carbonizadas

Entre los desiertos que fabricaron para posarlas.

Esclavos que mueren aterrados tirando de su cadena

Y tiranos reclutando mercenarios para defender

Sus cuevas llenas de sarcasmo y basura de otras eras,

De recuerdos ajenos y cabezas en la pared.

Entre las llamas, carniceros enhebran corazones

Y cazadores muertos fabrican lágrimas.

Dioses de papel y barro caminan desorientados

Mientras se van desintegrando.

Ejércitos inmensos de niños deliberan

Mientras juegan, fabrican listas negras.

¿Es realmente necesario apagar estas llamas?

…pienso, mientras derriten, consumen mi carne.

Ya puedo contar mis huesos pero no estoy muerto

Solo vengo mirando para poder contarlo.

Casi todos se meten al fandango a costa de su vida

¿Qué quieren salvar? ¿Son acaso, renegados?

Descalzo llegare al primer pasto aun verde

De rocío pintado, de noche oscura curado.

Para mirar al sol, implacable y manso

Lanzarse indiferente para permitirlo todo.

 

El otro yo

 

Traspasar las fronteras sin encerrarse

Volar sobre los lindes sin absorber prejuicios

Llegar a un espacio donde se pueda ver,

A una nueva perspectiva de lo que fuimos ayer.

Y dejar la ropa en la piedra y sumergirse

Entrar en el mundo desde otro lado

Y hacer un puente hacia el viejo espejo

Donde se refleja un tono de voz nuevo

Viajar hacia otra mirada sin temer

Llegar a entender sin ser parte

Y curar el hambre que siente

La vieja voz, al no poder explicarse.

 

Atravesando el fin

 

¿Estoy muerto? No, solo un poco adormecido

Tan consciente de las hojas secas que piso

En el suelo de este oscuro bosque que…

Temo lastimar mi esencia con dolores viejos

Con sonidos muertos, sin alma, sin color.

¿He caído? Tal vez.  Pero fue buscando

Algo que me haga sentir vivo, en este pasillo frio

Donde los espectros ríen desde adentro

De sus calaveras, y lloran a través de otras bocas

Y sueñan sueños de papeles pintados.

 

¿Qué no encuentro el camino? Puede ser, pero…

No voy a descansar a la sombra de un árbol seco

Ni buscar el agua que olfateo en el fondo del corral,

No viviré con miedo, ni lastima de nada

Ni usurpare las venas de los que me trajeron.

Allá ellos, talando y quemando, mientras siembro,

Allá ellos subiendo a clavar la cruz en el cerro.

¡Cuánta fiesta y cuanta sonrisa pintada se borra

Al llegar a casa! No quiero entender ese mundo,

De payasos y ventrílocuos, de muñecos, y de perros.

¡Suena la hora del show! el instante es, perfecto,

A saltar de la cama y correr, hay que llegar a tiempo

Para entretener a los enjauladores, adular a los mediocres,

Banderas del estatus, siempre llegan por la espalda.

 

Y estallara una nueva primavera, desde el pasto

Brotaran flores que no sean de plástico

Y cantaran los pájaros que no enjaularon

Y se llenaran de vida los charcos…

Y cuando mis pies cansados se detengan

Será solo de la emoción de haber llegado

Y cuando entre retazos de cielo pueda ver

Un instante supremo de silencio

Otra vez, llorare, y flojamente 

Me esparciré hacia el tronco de un viejo árbol

Y cerrare los ojos, acunado por su savia

Y su corteza mullida será como mi almohada,

Mientras la tarde traerá volando ¡bichos!

Que me digan al oído: ¡levántate y anda!

 

Un pequeño salto afuera del plato

 

Como una brisa fresca, como una sombra amiga

Que nos llama al calor intenso del mediodía,

Como llegar al rio, a través de las barrancas

Para sentir en la piel ese regalo, de tersa humedad

En el aire, para sumergirse en un mundo aparte.

Así tuve ayer un segundo de respiro, una caricia

Un beso de amor, la inocencia de mis hijos

El abrazo postergado de los amigos, la mirada

Imparcial en medio del juicio, la puerta abierta,

Y el final de diez mil calles sin techo y tantas

Mesas elegantes sin un plato, sin un segundo

Sin un cigarrillo ni un vaso de agua que…

Tesoro invaluable en otro ámbito, se regala

De manos abiertas sin esperar la vuelta.

Y así es como prefiero vivir, acompañado

Por gente real que se sienta viva

Por gente viva que se sienta real

Y en ese trueque de miradas picarescas

Saber que no me dejaran caer dormido

Ni esperaran que los ofenda teniendo lastima.

 

Tarde quieta

 

Y vivo porque alguien me enseño

A mirar la lluvia a través de las ventanas

Y olvidar el mundo y su destrucción

Y saber que a todo, tarde o temprano

Se lo lleva en su torrente el agua.

Vivo porque alguien me mostro

Que el día no es suficiente garantía

Ni la noche larga esta tan muerta

Que no se llene de plegarias y de alas

Ni es tan fuerte que no la parta en dos, el viento.

Vivo porque en el medio del mar enorme y frio

Me dijeron que debo buscar la tabla

Y antes que los ángeles cantar, antes que dios

Existir y resistir, y encaramarme a la luz

Que brota de los pasajes finales.

Vivo porque alguien se deslizo en mi mente, en un susurro:

“nunca es tan largo y crudo el día

Que el sol reseque más que dar la vida

Ni el desierto está muerto, ni seco,

Al aprender a mirar, siempre se encuentra la salida”

 

Nunca te encandiles

 

Hay un momento para las luces del escenario

Para bañarse en color fugaz, para sentirse volando…

Hay un momento en que solo queremos estallar

 Conectarnos con un despojo, un sentimiento olvidado

Que nace desde cada corazón apabullado,

Desnudo en la magia de las máscaras, y el teatro…

Pero no dura para siempre, no te engañes, no dejes

Que la ansiedad atenazante, la gula, el engaño

Se lleven lo mejor de tu voz, tu cuerpo, tu tiempo

Solo para poder seguir, en fin, actuando…

Porque cuando bajes sola o cansado del escenario

Con el corazón gastado encogido entre tus manos

Y esperes iluso el justo precio por tus años

Era evidente que el público no estaba, ahí,

Para tomarte de la mano, y ayudarte a seguir

Sino para olvidar sus cuentas haciéndolas correr

Entre tus manos, para descansar su mascara

Inalterable, en la deriva de tu personaje.

No dejes que te gasten en un frio baile sin gracia

De máscaras que no ocultan nada…

No dejes que te aten, a un juego que se acaba

Mirando como todos abandonan el tablero,

Y en el piso solo quedan, máscaras pisoteadas.

 

Progreso

 

¿Cómo pueden hacerlo otra vez?

¿Cómo pueden una y otra vez

Abandonar toda esperanza,

Y rebelarse ante sus amos

Solo para ser más esclavos?

Como pueden jugarse la vida

Para ser los dueños del látigo

Después de haber visto la sangre

Correr entre las piedras

Cuando moría su hermano.

Beber el frio licor de la nostalgia

De cuando los privilegios parecían

Algo bueno y nuevo, y como un pez

Afuera del agua ¡saltan!

Para atrapar la mosca verde

Que solo anda tras la carne podrida,

Cuando hasta la sangre seca

En el polvo, ya no se divisa…

 

Mientras, gira el sol

 

Y sin embargo otro día comienza

Entre las ruinas… nacen formas de vida.

Quien destruye solo ve lo que está al frente

Y sigue su camino para volver, rápido, a encerrarse

En un bunker de miseria y maldad

Mientras, sin importar la historia

La vida se reproduce, multiplica,

En formas adaptadas rápidamente al caos

Que en vez de negar la existencia, la generan.

Solo el hombre ve en la muerte, destrucción

Y parado en el abismo de su orgullo

Prepara maquinas finalizantes del mundo

Que, sin pensar en eso, solamente recomienza.

 

Invisibles

 

Como terrones en un campo arado

Como flores del campo

Como el agua sucia del charco

En la esquina de la ciudad

Envejecen los pensamientos

La bronca, la tristeza impotente,

La desilusión anticipada desde siempre

En las cunas, rusticas, de los suburbios.

Como un gato que se escapa por el callejón

Como una bola lenta que no llega a dar

Como un plato de sobras que se tiran

Cuando ya se terminó de comer…

Así encajan las miserias del suburbio

En los formadores de opinión

En los hacedores de políticas y parámetros

Que avalúan niños, hombres y mujeres por su color.

Y los sufrimientos del alma, encerrada

En una simple decisión, que afila al sol

El barrio como un huerto de navajas,

Las noches como puertas cerradas.

Pero en las estilizadas casas de tejas, en las oficinas

Donde los ministros sufren su soledad

Para decidir el destino de todos,

Con grandes perros como únicos amigos,

Se ven distintos los hechos, los techos, los lechos

Y se juzga la vida por el traje

Aunque se vaya a colgar después.

 

Natural como la vida

 

Como la lluvia que llega, como el olor a tierra,

La alegría se anuncia sin que la escuchemos,

Y un día estamos inmersos en un duelo de sonrisas

Y hasta bajo la superficie gris de los ministerios

Vemos colores que intuimos están ahí…

Como el sol que se oculta, sorprendiéndonos

¡De lo corto que fue el día! El atardecer…

Se hace tan bello que nos quedamos mirando:

Como el sol se envuelve en sangre espesa

Como el campo se oscurece de misterio, insondable.

Como los nudos en el árbol, como las hojas quietas

Vivimos atados a nuestra complementariedad

Como el sabor del frio que sorprende y es otoño,

Como un viento que no se recuerda tan frio.

Como el primer sol de primavera, que nos cambia la piel

Como una flor que desafía el pasto seco, infaltable señal

Sin mirar atrás, tropezando, sin dejar de aprender

Vamos surcando el agua, en nuestra pequeña vasija.

 

¡Así, Colon!

 

Llenaremos las botas de agua salada, con alegría

Y un mundo que no se mueva, al fin quieto, será nuestro

Entre la arena caliza de desconocidas caracolas

Entre el olor dulzón de las algas del otro lado…

Un nuevo mundo, aun, queda por descubrir

Mientras racionamos los últimos pedazos de pan duro

A cara de perro, en el timón, rumbo a la  nada, con fe

En la duda que mantiene a nuestros tripulantes obedeciendo

Aun, a pesar de su evidente abandono, desesperación.

Obligados por el mar intenso verdeazul, por el cielo denso, bajo,

Así las estrellas se van y vienen otras, arriba y abajo, noche y día…

Ya no hay nada que perder, solo podemos llegar, el sol y nosotros

Son las únicas cosas que permanecen firmes, entre tanta madera

Desvencijada por el peso de la travesía, entre tanto palo atillado

Para dar la cara a una nueva tormenta, entre tanta cara torva, tanto rumor

Y solo algunos que se animan a mirar los mapas y decir: ¡acá!

Porque en el límite último de la vida, en la antesala de la muerte

Desconocida y salvaje como el lomo de un monstruo marino

No puede haber otra cosa que una pequeña isla, donde desembarcar.

 

En el aire

 

Hila araña, y suelta tu simiente al rumor del viento

Te esperaba, ven, no tengas miedo, todo esto…

¿Es lo que te había prometido? ¿Acaso no es así?

No tengo nada para dar, ninguna posesión que pueda

Envolver en hojas verdes para vos, atar en un paquete

Que sumes a tu equipaje para desembalar después.

Pero el mundo está ahí tómalo, todo esto es mío, no mentí

Caminemos, entre los paños mojados del atardecer

Puedes tomar mi mano antes de resbalar, salta

Aterriza en un lugar que no alcanzas a reconocer

Y espera que el recuerdo de los demás te devuelva

Los hilos de tu trama, aun sueltos, que empiezas  a envolver.

 

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