Boleto a Paraguay
Se escuchan sirenas en el barrio: uuuuuuuuuuuuu uuuuuuuuu… algo grave pasa, si nunca entran por estos lados, aumentan de velocidad ahora uuuuu uuuuu uuuuu y se agudiza, se diluye y se apaga, por suerte lejos, y yo agazapado entre el pajonal del baldío, con la oreja pegada a los ruidos de la tarde.
Aprovecho a cagar y pienso en el laberinto de bañados, selva y malezales que me espera, si logro salir de la ciudad y colarme en algún camión al norte, donde está la única fuente que puedo beber en este desierto…Si, si, que poético y me limpio el culo con unos yuyos mientras pienso…
¡Tarde o temprano me van a buscar por acá! Y entonces va
a pasar un policía, y ojala no con los perros. ¿Por qué este lugar esta tan
maldito? Nadie pasa por acá y las malezas ya se están haciendo monte y ya paso
otro minuto y yo sigo en el mismo lugar hasta que las sirenas hagan uuuuuuu
uuuuuu uuuuu uu y se detengan enfrente y empiece el baile.
…Alguien viene… agarro una botella de sidra llena de tierra y me preparo para romperle la cabeza al que sea, por las dudas, pero algún ruido habré hecho porque mira para este lado como atravesando las cañas, entonces lo conozco, y le silbo, es el Nacho, que salta por arriba de la niebla de un charco y se arrima rápido para acá.
Charlamos agachados mientras miramos la gente que pasa, que olor a mierda que hay acá, sí, es cierto, disculpame que no me anda el split, y por adentro me cago de risa. Qué te pasa?- me dice.
_Necesito salir de acá, necesito ruedas.
_Tengo una moto, limpia, Yamaha 250 recién hecha, la dejo un pibe porque se suspendió un laburo, para vos: 2500
_Ehhh por esa plata me compro una nueva pelado
_ Vos elegís, se comenta que te alcanza, es lo mejor que tengo, una nave, te lleva al puerto en cuatro minutos.
_Pero si yo no voy al puerto!! Regateo mientras calculo mis tiempos, hasta que quedamos en mil setecientos, pero se los tengo que dar ya porque la moto no es de él.
_Dale rata!! –sabe que estoy jugado- Pagá que es un regalo! Cuanto hiciste?
_Como veinte! -le miento mostrándole un par de fajos del bolsito que tengo cruzado sobre el pecho- Y aunque sabe que miento, jamás se imaginará que está a medio metro de mucho, mucho más, aunque sé que el golpe de suerte me condena a una persecución despiadada.
El Nacho agarra la plata, me deja un par de fasos y se va. Sale caminando por el lado que venía.
Mientras fumo, respiro tranquilo y ahora que bajó un poco la ansiedad siento recién el olor acido de la transpiración, adrenalina, podría jurar que por un momento sentí el olor ácido de la prisión, pero era yo, todavía afuera.
Estoy intranquilo pero feliz, y ahora
la vieja que barre la vereda de enfrente me parece una buena señora, casi tanto
como mi madre, vecinas de este barrio que tanto voy a extrañar.
Y ya estaba quemando el segundo porro, cuando veo un gil de casco en una Zanelita 70 con una campera polar azul que lo hace parecer un muñeco, viene mirando para acá y se mete por el caminito y no puedo creer que sea este hijo de re mil putas Como me recontra cagó!! Ni siquiera le pienso pedir explicaciones, es obvio que no hay nada que explicar…si pudiera hacer ruido lo agujereo a balazos desde acá nomas.
Y frena, bajando y sacándose el casco: ¡Pero no negro porque me miras así, porque estas tan duro de hombros, tan tenso! …Acá esta tu plata te la devuelvo, la moto no es gran cosa pero va de regalo, la encontré acá a la vuelta, hoy no la van a buscar, por lo menos. Tomá papá, te la manda el Mati: ponete esta camperola que no te conoce nadie.
_Está la yuta en el barrio,
me están reventando el taller, yo voy a andar por el bajo unos días
mientras José Luis arregla todo, no te puedo ayudar más.
Agarro mil pesos y se los doy, como para pagarle al destino mi huida
_¡Suerte vieja! -Me dice contento y sigue
derecho, caminando con las manos en los bolsillos y la capucha del canguro
tapándole la cara, solo se podía adivinar quién era por la forma de caminar.
Y ahí quedé con la moto en marcha agarrándola del manubrio como para que no se escape. Finalmente suspiro, dejo de pensar y arranco. Me pongo la campera acomodo la bolsa grande adentro y después me pongo el casco y el bolsito por arriba de la campera, parezco un Teletubbie, mejor sería lujo!
Subo y acelero y encaro despacito por el caminito, hasta la otra cuadra ¡Ya cruza una camioneta con perros! En sentido contrario, entrando al barrio.
Estos verdugos se la están tomando muy a pecho. Sigo despacito y emboco en la avenida, donde hay un control policial. No lo vi a tiempo por el casco de mierda y ya estoy jugado.
Ahora no puedo dar la vuelta, me
alcanzarían corriendo. Freno y tanteo el fierro, simulando buscar algún papel.
Levanto la visera del casco para ver mejor y una tristeza me agarra, casi… casi sale todo bien...
Miro de frente al milico que indiferente me hace señas que siga viaje y no moleste al operativo cerrojo, con esa amabilidad gestual que tienen ellos. Lo saludo con la mano y arranco despacito la moto fundida mientras el milico para a los gritos a unos pibes que iban en un Falcon
¡No puedo creer estos inútiles! ¡Ya tengo el campo libre! Que bien que hicimos en separarnos, como le estará yendo al Chino y el Piru. Ahora solo me resta llegar al parador y descartar la moto y la campera, comer algo hasta que salga un viaje…
Voy
paseando, a todo lo que da, que es muy poco, todos los autos me pasan, pero no
pueden borrar mi sonrisa igual: se ven las luces de la estación de servicio, ya
estoy cerca. Como extraño Paraguay.
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