07 mayo

Desde mi casa

 

 


  A ver si se entiende un poco más ahora, la responsabilidad histórica que tenemos en cuanto a asumir de una vez por todas (antes de que sea demasiado tarde) las riendas de nuestro destino, del avasallante y complejo tiempo presente que vivimos. 

  A ver si comprendemos al fin la importancia de salir de la invisibilidad, de mostrar y mostrarnos para poder demostrar y demostrarnos que existimos, y dejar de ser en el mapa esa zona oscura, ese hueco negro donde falta un diente en la boca llena de la verdad, del noticiero de la historia, esa zona de nadie donde todo lo malo y lo peor puede pasar sin que a nadie le importe, sin que nadie se entere, sin que nadie llegue a tener tanto tiempo disponible para hacer algo o tomar cartas en el asunto. 

  A ver si con esto queda claro, también, qué fácil es, con que poco se puede hacer todo, con qué medios se puede hacer periodismo fuera de los grandes y gastados titulares, de las convenientes noticias, de los grandes negocios, coimas, presupuestos y retornos, porque nada de eso nos toca, para bien o para mal, en esta mezcolanza… 

  Porque a partir de clasificaciones espurias basadas en el color de la piel, el origen, la capacidad económica u otras tantas formas de discriminar, estigmatizar y preparar la opinión pública para la indiferencia el desprecio y el exterminio lento y silencioso, se pretende hundir en la oscuridad total y eterna a 30mil personas habitantes de la zona sur (y así como yo digo “personas” hay gente que comienza por poner esto en duda). 

  A ver si se entiende que en estos momentos en que estoy realizando una perforación para tener agua en un barrio que deja de recibir agua todo el verano es justo, cuando tan oportunamente, saquean y desvalijan mi casa, se apropian sin vueltas y con total exactitud, de cada elemento que constituye mi medio de vida y sustento y me complican la existencia y cada minuto de mi tiempo…y todo parece seguir siendo parte de los azares de la casualidad… 

  Si caminan por otros barrios, por otros suburbios de concordia sabrán que esto es un patrón, un modelo de tratamiento de la realidad, una estrategia de asignación de materiales, funcionarios y recursos para que todo siga en la misma dirección: peor donde está mal, mejor donde está bien, entonces no va a haber otra posibilidad de superar esto que no salga de nosotros mismos, comprometiéndonos plenamente en cubrir ese bache informativo que nos cobija tan amablemente para dejar de existir… 

  ¿Pero que hace falta en realidad para esto? Muy poco, en esta era de las redes sociales, de las imágenes virtuales, de la tecnología satelital y el Wi-Fi, nada más que una cámara, una computadora portátil, una cuenta de correo electrónico, internet (todo esto, que hoy en día está en un solo teléfono)…

  Humm no sé si se me está escapando algo pero es todo el equipo(a veces menos, desde un cyber, a veces con una computadora portátil conectado desde la plaza, la costanera, o en la vereda de algún negocio que emitiera señal de Wi-Fi libre, o hasta desde un teléfono satelital como me prestaron ahora que no puedo moverme mucho de mi casa)

  Y con esto es con lo que he caminado estos cinco años por todos estos barrios de la zona sur, para hacer este periodismo insostenible, injustificable, porque no da ganancias sino perdidas y gastos(si todo pasara por el dinero) que no recibe publicidad ni favores del estado, que no apunta a cubrir las espaldas de los poderosos justificando o haciendo la vista gorda según como toque, en un estilo de prensa mercenaria que solo piensa en dinero y nunca, jamás, en la verdad. 

  Eso es bueno que lo tengamos claro desde ahora y para siempre, también. Porque además de querer hay que poder, pero siempre se puede… pero también además de poder hay que querer, porque hace falta compromiso, hace falta fijar y perseguir objetivos claros, que nazcan desde las necesidades de la comunidad, desde la ética de la paz, la convivencia y el beneficio para todos. 

  De no ser así se cae muy fácil en el sectarismo, la estupidez, el oportunismo, y los pequeños juegos de poder, ambiciones y revancha en que tantos se ocupan día a día por acá, terminando de idiotas útiles y descartables, listos para hacer daño impunemente y volver a su miserable bunker donde comparten todas las carencias y miserias estructurales del barrio, para ser pisoteados -y sus hijos antes que ellos- por la misma rueda del progreso selectivo y la impunidad que creen los beneficiará eternamente, aunque, hay trabajos de los que muy pocos –pocos por no decir ninguno- se jubilan… 

  Por eso mismo, en estos momentos donde y cuando mi misma existencia está en entredicho, no me muevo un solo milímetro de mi camino, porque lo elegí hace mucho tiempo, y más allá de que las posibilidades histórico-políticas aparentemente nulas de que aparezca o se recupere mi valioso, caro y sobre todo único y completo equipo de trabajo, de mi puerta y ventanas otra vez reventadas, inútiles, del cable de internet arrancado a tirones, de mis cursadas en la Universidad Virtual de Quilmes suspendidas, en riesgo de perderlas, completamente expuesto a que los hechos de los que fui víctima se repitan y profundicen, no voy a dejar de hacer lo que hago.

  No voy a dejar de ser quien soy ni de caminar por donde camino, mi única posesión realmente valiosa y propia en este mundo es mi vida y la voy a llevar conmigo adonde valla, al margen de cualquier impune y falso oportunista, personajote, político, funcionario o institución que tenga la intención de quedarse con ella de manera violenta y rastrera para generar el silencio y la oscuridad que mejor los beneficien. 

  Morir no es nunca un buen negocio: pero si hice planes a doscientos años, tampoco fue tiempo perdido, me sirvió para poner en marcha las bases de todo lo que soy y quiero hacer, para pulirme y descartar los pensamientos superfluos, y si mi vida se termina mañana o la semana pasada, acá mismo o mil metros más allá, será completamente en marcha, y mis matadores no podrán sino multiplicar mi ejemplo, porque jamás tendrán mi miedo, ni mí rendición. 

  Por eso mismo, en estos días enloquecedores, donde sin embargo disfruto enormemente cuando puedo volver a ver salir el sol, en los primeros días realmente frescos de este otoño manso, me llenan completamente y desbordan el corazón todos estos pequeños y hermosos gestos de la gente, al compartir unos mates o una charla en cualquier vereda o esquina, la forma en que me han ofrecido lo poco que tienen a su disposición como son sus mejores deseos e intenciones, su manera de compartir la indignación y la tristeza, la impotencia, la rabia, la esperanza, la fe. 

  La fe a prueba de todo. Por eso tal vez anoche un vecino, otro, no de los que participaron en el robo, no los que antes apuñalaron a la perra que dormía en el umbral de casa para dejar libre el terreno, me hizo llegar un plato de guiso “del rico” y yo, que en alguna etapa de mi vida llegue a conocer el hambre de una manera tan atroz y permanente que me acostumbré, que deje de alimentar antes que el estómago toda esperanza, y que todo deseo de vida y chispa de amor convertí en rabia latente y ciega, me di cuenta entonces que hace un día y medio que no comía, atenazado por esta situación, amarrado a este sistema de permanentes incertezas, temores ajenos y estrategias de supervivencia suicidas. 

  Hoy en día, que supere este inconveniente, sin embargo no lo hacen muchísimas personas en mi barrio y mi ciudad, abriendo los ojos desesperados y volviéndose a dormir, sin saber si hoy van a comer… ¿Qué cosa? ¿Cuándo? ¿Cómo…? 

  De cualquier manera, bajo cualquier concepto o punto de vista, y ante otros ofrecimientos que me han hecho, de revólveres y armas, de represalias, ejecuciones sumarias y venganzas, ante las variadas propuestas de brindar indiscriminadamente sangre destrucción y muerte a los responsables de esto, sus hogares, pertenencias y familias, quiero volver a dejar claro, incluso hasta por este medio, que no voy a empezar justo ahora a multiplicar la violencia y cambiar diametralmente de postura.

  Seguiré caminando desde la construcción y el amor, la colaboración, la transparencia, y el diario sostenimiento de un camino de paz, armonía y convivencia que a los idiotas les parece más difícil, porque es un camino de verdadera lucha, hacia la destrucción de personas y bienes, la muerte como instrumento de justicia, la violencia como sistema de resolución de conflictos… 

  No va a venir de mí, ni ahora, ni nunca. Y no es precisamente porque no pudiera, cuando mi mismo cuerpo, después de más de veinte años de práctica de capoeira es un arma afilada y mortal, más silencioso y letal que una bala, con la capacidad de romper en seis pedazos cualquier puerta de la primer patada y acto seguido todo lo que hubiere atrás, personas incluidas… 

  Pero no, justamente por eso, mi único camino es de paz, y si no rinde lo que debiera, es porque la abundancia está en el corazón, en la construcción de valores, en el alma clara y tranquila que me permite disfrutar del viento que a otros arrasa, caminar libre y tranquilo por cada cuadra de la ciudad y sin perder de nadie el saludo ni los buenos días… 

  Mi firme posición ante el desarrollo de estos tristísimos y vergonzosos hechos (“Los gurises le robaron al croto de enfrente”, dijo la mamá satisfecha… 

  ¿Mamá? mientras les lavaba la ropa sucia después de resbalar en el barro de los estanques de mi casa, antes de salir en su moto nueva -pagada con diez motos robadas a trabajadores y estudiantes, a personas decentes que luchan honestamente por sus sueños- a denunciarme a mi quien sabe de qué cosas, por las dudas, para ganar la mano que vienen jugando con barajas marcadas) es mantenerme al margen.  

   Mi elección es dejar que el sistema social-legal-político y las instituciones pertinentes, los poderes indicados para tales casos, con todas sus falencias y contradicciones, con todas sus mezclas de ambiciones y leyes o lagunas legales, negocios turbios, zonas oscuras y dobles raseros, lleguen por si mismos a la solución de estos problemas o sean testigos de su propio resquebrajamiento, decapitación y reformulación total, como pareciera ser el único camino o consecuencia posible dado los actuales indicios de cómo se vienen desarrollando los hechos. 

  Dada esta situación escandalosa, si no tenemos claro lo que somos, si se hace imposible saber dónde estamos parados, por lo menos deberíamos tener bien claro que queremos, adonde apuntamos como comunidad, y como vamos a construir el futuro de nuestros hijos. 

  Sí, porque lo que está en juego es justamente el futuro común, la misma posibilidad de futuro, porque me pasó esto a mí, otra vez, de nuevo, pero le está pasando al 50 por ciento de una comunidad de 30mil personas, porque esto pasa cada día, a cualquier hora, a pleno sol de la siesta o silencio absoluto de la noche en decenas y decenas de hogares en toda la zona sur, llegando al punto de expulsar familias decentes cada mes, que vendiendo sus terrenos y hogares vacíos y desmantelados por el dinero o las opciones que les den, buscan otros horizontes que nadie les puede garantizar que sean mejores que estos… 

  O sea, no vendrá más que de nosotros mismos, de la propia comunidad, la rectificación, el saneamiento y control primario de nuestro territorio, nuestras calles, espacios y costas, fronteras y posibilidades latentes, en base a lo que toleremos o dejemos pasar, fomentemos, apoyemos, etc. 

  Yo por mi parte, continuo con el mismo compromiso de siempre, de apuntar a la soberanía alimenticia mediante huertas urbanas y/o comunitarias, de protegernos protegiendo el ambiente de tanto basural a cielo abierto, de tanto desmonte y extracción, de tanto humo cancerígeno y negro, de cuidar el uso y tratamiento del agua potable y buscar soluciones o formas de mitigar el desborde eterno de alcantarillas y aguas servidas. 

  En cuanto a lo estrictamente humano, no voy a dejar de apostar por la gente del barrio, mediante la difusión y apoyo de cualquier evento cultural o artístico propio, de la protección y mejora de nuestros espacios de uso común y público, de toda iniciativa destinada a fortalecer y mejorar la comunidad, sea donde sea y sin importarme quien las haga. 

  Mientras tanto, con la connivencia de algunos, la complicidad de otros, la indiferencia de unos cuantos y el desinterés de la mayoría, como si fueran cuatro adolescentes de los suburbios reunidos en una mesa de bloques de cemento contra el piso de tierra, se preparan en algún lujoso hotel, brindando con champan, negociados millonarios que solo podrán perjudicarnos a todos. 

  Unos y otros en el barrio se quedaran mirando, para dejarnos con el “derecho” a decir, igual que como dicen ahora pero años más adelante cuando se diluyan los hilos de la pasiva y a la vez retorcida permisividad pero no sus consecuencias, que “se robaron todo” que todo se hizo mal, que estamos peor que antes, que acá no se puede vivir más… 

  Mientras pienso, hoy, cada día, yo también -en tanto no alcanzo a juntar los suficientes retazos de mi voluntad desmantelada para lavar un solo plato en esta zona de guerra que fue mi casa- en la expresa pero a la vez velada recomendación de un anónimo funcionario público que me dijo sonriendo a la vista del desastre “¿y no probaste con mudarte?”…

Desde la Cortada 68 esquina 23, Barrio Nuevo de Carretera la cruz, Concordia, Entre Ríos, Argentina, a los 29 días del mes de abril de 2016, archívese, publíquese, difúndase para que las cenizas se hagan semilla nuevamente, y el desinterés, conciencia…

Santiago Presas, periodista, capoeirista, jardinero y plantador de árboles, ser humano, ciudadano de la República del Sur, en este mismo momento: aún vivo y soñando.

 

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