¡Albricias! ¡Felicidades! ¡Felicitaciones!
¡Hemos tomado la última curva con total temeridad! Mientras miramos películas de acción violenta donde los paladines de la libertad destrozan cada ley humana, arrasan países y dominan regiones solo para obtener más poder de destrucción y mercados, para poder continuar anunciándolo en las películas que nos sentamos a ver bajo los aviones…
Mientras
seguimos consumiendo drogas y venenos industriales a gran escala, enfermándonos
como imbéciles… Mientras ignoramos la realidad incontrastable, o aceptamos
cualquier mentira para negar la degradación ambiental y humana, el colapso del
planeta y nuestro sistema de vida… Mientras les damos cohetes a los niños y
protegemos a los perros…
No es necesario que vos lo sepas. No,
para nada. Solo sos un ser vivo en medio del coliseo, que aplaude
pensando que está en las tribunas, pero los derrochadores del planeta saben muy
bien que se acabó el margen, es una simple cuestión de balance, de costos, de
consumo…
Sencillamente ya no alcanza con fabricar dinero para mantener el castillo de cartas en pie y sin embargo pretenden seguir apilándolas hasta el infinito.
Pero claro, la Economía Keynesiana nos dice que los costos son económicos, que las ganancias son reales, que el canibalismo financiero es sustentable.
Y ahí estamos nosotros, felices ignorantes, fabulosamente estúpidos, caminando entre espejos que no reflejan más que los programas corporativos destinados a atomizarnos mentalmente hasta ser incapaces de reaccionar, mientras nos fijan a una pantalla que promete relatar nuestra destrucción en alta calidad gráfica.
Hemos llegado a un punto de manipulación global voluntaria tan extremo que
deberíamos ser fusilados por el dueño de este zoológico, y, por supuesto, eso
es lo que se apresta a hacer…
Pero no reaccionamos, creemos tener el control, asumimos que el problema siempre es en otro lado, mientras aumentan las señales proporcionalmente a nuestra ceguera, mientras nos cerca el desastre con mayor velocidad.
El supercapitalismo caducó, solo quedan
plurinacionales imperios sangrientos que funcionan a costa de invasiones y
guerras sin sentido, que ni siquiera se pretende ganar, sino eternizar para
mantener las fábricas de bombas en marcha.
Pero la matemática financiera no es una ciencia exacta más que en la seguridad de su inexorable final, que, por supuesto, no será un apocalipsis total, sino una suma cotidiana y permanente de desastres que veremos caer sobre nuestras cabezas.
Ya no hay lucro, es
mentira, no hay ganancias, toda estadística se fabrica a sangre y fuego, a
miseria y terror, las pirámides del siglo 21 se incendian por falta de
mantenimiento pero las pagamos entre todos, y encima, pretenden volver a facturarnos
su reconstrucción, el ajuste de costos para mantener la ilusión de la
modernidad eterna causa cada día nuevas tragedias y accidentes en todo el mundo
pero sigue aumentando…
¿Qué diremos el primer día que explote una central nuclear, una bomba en su misma vaina? ¿Cuánto falta para el primer estallido en uno de los miles de arsenales militares en medio de las ciudades? ¿Que fue un accidente?
¿Qué diremos el día que las grandes democracias
estallen en pedazos, sin dejarnos de vender su libertad esclava? ¿Qué era
impredecible?
Acostumbrados a olvidar los problemas como tiramos la basura a las alcantarillas, no logramos entender que no podremos escapar el día que se acaben los culpables, el día que no alcancen los chivos expiatorios…
Pero que más da! Así somos! Un día nos creemos descendientes de dioses paganos y otro nos cagamos en dios, si eso sirve para sentirnos víctimas y juguetes del destino, absolutamente inimputables y perfectamente inocentes de toda barbarie que se exprese a nuestro alrededor.
Casi da risa tanta
estupidez. Toda señal negativa para la raza humana se multiplica y se
acelera sin que nos sintamos nombrados, pero no hay forma de que no nos afecte,
no hay.
Náufragos sociales deambulan por las calles como zombis mientras los poderosos construyen islas y más islas donde pretenden salvarse, como si el agua no fuera a crecer, como si hubiera una forma de patrullar tanta costa amenazada…
Salud guerreros,
salud leones de este coliseo moderno ¡Las jaulas están abiertas!
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