30 noviembre

Intercambio

  



 

 Claro, claramente.     

  Clara-mente, diría Shakira, hermoso exponente del uso de la creatividad como herramienta para monetizar el trauma.

  Pero no, no habrá tantas canciones a la hora de llorar por las estafas que este mundo moderno permite, ya que el formato en que ocurren, parte de consensos que la dan por hecha.  Además, el corazón se renueva, es un musculo fuerte, pero una billetera que se agota no puede generar por si misma nuevos recursos. 

  Por supuesto, todos esperan ganar, todos esperan quedar de este lado de la delgada línea que separa a una buena inversión de un suicidio económico.  Pero las caídas, los desplomes, son la parte mas importante y fundamental del mercado de valores, o de otra manera...como se reiniciaría todo?? 

  En síntesis, la estafa no solo es previsible, sino imprescindible: en una ecuación de suma cero, no hay  otra forma de que un solo centavo caiga en una mano que la que alguien lo pierda.  Debería ser evidente al mínimo análisis, ya que todos compartimos un mundo cada vez mas reducido en recursos, que sin embargo deben ser repartidos entre cada vez mas gente!

  La estafa consiste en asignar un valor de mercado real, a productos que se validan emocionalmente a través de "percepciones de mercado".  Esto, da lugar, en el mundo de hoy, a un amplio abanico de operaciones distorsivas, que suelen ser creadas y aprovechadas por grandes capitalistas -a título individual o corporativo- que incluyen los rumores, la desinformación, la manipulación política, las campañas de apoyo o desprestigio.  

  Todo eso da como resultado una rutinaria y efímera burbuja, o el licuado instantáneo de valor, producto de inmensas compraventas de acciones, que dejan al minorista (el único que realmente pone en juego sus ahorros) en una desfavorable situación, indefenso y expuesto a sus propias urgencias y necesidades, empujado a vender cuando no conviene, a comprar justo antes de la caída. 

  Sin embargo, un ejército bien entrenado de publicistas y celebridades, de "prestigiosos" analistas y comentaristas, nos convencen cada día de que podemos hacernos millonarios, con el solo tramite de especular y apostar, de jugar a ganar, porque hay gente que tiene la manga tan llena de ases que nos los puede ofrecer a un precio conveniente y redituable.  

  A nosotros!!  

  Hay un enano esperando al final de cada pagina de internet, para vendernos a precio de ganga su olla de oro!

   La condición necesaria para que el mercado se renueve, para que camine hacia adelante, es que los pies de los nuevos inversores, se deslicen siempre por una alfombra de cadáveres económicos.  Sería realmente ingenuo pensar que, en un sistema cerrado, donde los únicos que pueden crear la riqueza de la nada, son los que controlan el mercado, ponen las reglas, y ejercen el poder de disciplinar a los que las rompen, no están aprovechando eso para que funcione en su propio beneficio.  

  Porque, aunque no lo aprenderemos nunca, arrastrados por la adrenalina del remolino de las supuestas ganancias inmediatas.  Es que el dinero no se puede comer!!  Y eso pasa pasa porque el dinero, en si mismo, no es "riqueza", aunque si vamos a las definiciones (Aún sirven las definiciones en un mundo que se redefine cada dieciséis segundos?), tampoco el oro es riqueza. 

  La única riqueza comprobable, es un plato de comida al sentarnos a la mesa.  Eso, si, tiene un valor práctico absolutamente comprobable.  Hay que estar vivo para seguir respirando, antes de todo lo demás...

  Pero si no se puede comer papel, por mas bonitos que sean sus diseños, mucho menos se pueden comer pedazos invisibles de representaciones de transacciones imposibles de comprobar en un mercado que solo existe en un universo virtual!!  

   !! Que inmenso poder tiene nuestra imaginación!!  

  Que maravillosa capacidad de abstracción tiene nuestra mente!! Y que incomparable ambición late en el corazón acelerado de cada aspirante a millonario instantáneo. 

  Claro, es que vivimos en un mundo que no por ser virtual deja de traducirse a dinero, y todo lo que queremos o aspiramos a ser, necesita una transferencia o un depósito en efectivo, un crédito, un préstamo, un precio, un objetivo económico.  

   Sin embargo las cosas han cambiado un poco, ya que los ríos nunca dejan de correr, por mas contaminados que estén.  Ahora, la situación en que la humanidad pretende -o imaginemos que pretendiera- finalmente, combatir las causas de su autodestrucción son esencialmente distintas a todo lo anteriormente experimentado.

  Hasta hace algunos años, algunos meses, algunas horas, el sistema político, la casta gobernante, los peces gordos que llenan la piscina del poder, tenían en sus manos la voluntad y capacidad de maniobrar, de tergiversar y alborotar los mercados, o endulzarlos, aquietarlos, mediante declaraciones, operaciones políticas, o incluso militares.

  Ahora mismo, lo que vemos es una situación sui generis, donde, dado el poder limitado de los gobiernos, comparado a la inmensa capacidad y versatilidad de empresas transnacionales, que saltan entre gobiernos y jurisdicciones, sistemas políticos o monedas, su sumisión a las grandes corporaciones ha pasado de una deseable y tentadora opción, a una condición sine qua non para acceder a la dirección y gerencia de los grandes centros de poder(representados todavía, por practicidad, en el formato de naciones).

  Ahora son los mercados los que generan las distorsiones en las políticas de gobierno, los que eligen la dirección y el alcance de cualquier desembolso de dinero de los contribuyentes, imponen o derogan impuestos para seguir avanzando hasta la monopolización total de la economía, escriben las leyes que serán votadas en el circo moderno del congreso, y escogen de su álbum de figuritas los incompetentes, viciosos y siniestros personajes que empujaran al resto de la población por la cascada.

  Esta es nuestra realidad actual. No importa quien seas, no importan tus creencias ni tu ideología, tu lugar de residencia o nacimiento, ni mucho menos tu genero, tus preferencias sexuales, tu color de piel, idioma, ni absolutamente nada.  

  En un mundo que entrega aceleradamente su diseño y gestión a robots e inteligencias artificiales, con un suspiro de alivio, porque así puede dedicar mas tiempo a perder el tiempo, la única pregunta que tendríamos que hacernos, para saber si saltar o acelerar el paso, es: 

 Soy todavía un buen negocio?

 La permanencia de mi vida o la existencia de mi comunidad, representan aún una posibilidad de ganancia inmediata o futura para los dueños de los payasos que dirigen el circo mundial?




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