Hoy en día... es bastante común hablar -o por lo menos escuchar hablar- de sustentabilidad. En estos tiempos, no es raro o desconocido el concepto de permacultura. Y esto por poner el acento en solo dos palabras claves, que definen conceptos mucho mas antiguos que la industria, la agricultura, o la raza humana. El mundo funciona de una manera dinámica y completamente interconectada, y solo hay una forma correcta de vivir y de compartir este maravilloso espacio terrestre.
Lamentablemente, hay tantas formas incorrectas, que para imponerlas se han diseñado inmensas estrategias gubernamentales, abrumadores esquemas de apropiación del sentido, omnipresentes, permanentes y falsas campañas de propaganda. Hasta que las palabras mas claras se marchitaron y perdieron el sentido.
Ahora hay empresas de permacultura que facturan en dólares(los mismos dólares que pagan misiles y metralletas, o destruyen gobiernos disidentes) Ahora hay etiquetas corporativas de Producción Sustentable, que con solo una pequeña inversión devuelven ganancias a costa de la ingenua percepción del público. El público, somos nosotros, claro está. Todos nosotros. Y amamos nuestra ingenuidad.
Así que alguien está empezando a hacer las cosas bien -pensamos-. Por suerte!
Así que equilibra nuestra vida de derroche y muerte sistemática, nuestra incesante demanda de bienes nuevos y baratos, casi siempre obsoletos desde su manufactura, inútiles para cualquier beneficio humano, pero elaborados a costa de la destrucción y el genocidio sistemático, la desertificación, la extinción, la miseria humana en todas las facetas conocidas.
Por supuesto que es muy cómodo! Porque si tuviéramos la habilidad de sustentarnos a nosotros mismos, y cada plato de comida tuviera el sabor de nuestras propias manos, de nuestro esfuerzo, de nuestro creativo ingenio para poder recibir de la tierra su jugosa devolución por nuestro cuidado, sin duda pensaríamos distinto...pero...
El lavado de cara ecológico, o greenwashing, que dio comienzo con el capitalismo destructivo extractivista, ha pasado de ser una estrategia corporativa a una pose individual. Claro, a quien le importa en este mundo, el segundo despues de cualquier pomposa declaración de principios, y mas, cuando sabemos el valor que hemos logrado asignar a las palabras.
Y si, como en cualquier producto de supermercado, donde la palabra "Ecológico" da derecho a sumar automáticamente unos centavos al precio, nosotros también podemos pavonearnos y sentirnos mejores que el resto, con solo postear alguna noticia prefabricada sobre cualquier supuesta e inminente catástrofe ambiental que vaya a ser causada por alguna fabrica desconocida y lejana.
Claro que tiene que ser lejana, no vamos a atacar a nuestros vecinos, que solo nos devuelven un poco de veneno por zambullir nuestra región en la era del progreso y la modernidad! Si vamos a ser soldaditos de una guerra empresarial, vamos a pararnos del lado correcto!
O como obtendrían sus sobornos nuestros dirigentes y legisladores? Como plantarían flores en nuestras plazas las enormes fábricas que nos rodean? Hay que ser coherentes y defender a nuestra gente, y que ningún extranjero siga contaminando nuestro planeta común...
La verdad es que amamos el supermercado, y amamos el aire acondicionado y el cemento, los autos caros, la vida soñada de los personajes de revistas que ostentan su aburrimiento de millonarios hastiados de todo... pensamos... "yo nunca me cansaría de ser millonario" Soñamos... con el intenso derroche y la acumulación que pondríamos en marcha si pudiéramos hacerlo...pero no podemos.
Solo podemos quejarnos de todo como buenos ciudadanos, para que funcione el sistema: en verano nos quejamos del calor y en invierno del frío, en primavera del polen y en otoño de las hojas secas, de día nos quejamos del sol y de noche de los mosquitos, y cuando llueve nos quejamos de que no podemos salir a caminar, como si nos hubiéramos despegado de la pantalla un solo segundo.
Claro, para poder quejarnos del sistema de salud, vivimos una vida sedentaria y tóxica, así acumulamos enfermedades modernas que logramos visualizar como un castigo del cielo, y no como la más lógica consecuencia de nuestro estilo de vida. No importa! Ya podremos quejarnos de la crisis, de la guerra, de la devastación social imperante, pero completamente necesaria para que unos pocos tengan mucho mas de todo, y mantengan al resto empujando el carro del progreso con la esperanza de subirse...
Es mentira, nada va a cambiar si no lo cambiamos nosotros, si no cambiamos nosotros! Si los dirigentes mundiales no fueran inútiles, serviles, y absolutamente intercambiables, correríamos el riesgo de generar una verdadera meritocracia, donde para tomar el mando hubiera que demostrar capacidades y liderazgo, pero no...
Para ser presidente o cualquier otra cosa, solo hay que demostrar la capacidad de arrodillarse y agradecer, arrodillarse y obedecer, arrodillarse y levantar los glúteos, para que quede bien claro que nos estamos ofreciendo para lo que venga, lo que se necesite! Hasta las prostitutas se dejan poseer con mas dignidad que un embajador o un diputado, un gobernador o un presidente europeo o de cualquier otro país!
Por supuesto, hay excepciones, o no podríamos saber de que manera son las cosas...
Nosotros también, podríamos ser la excepción, y empezar a actuar en vez de solo criticar, difamar y condenar, empezar a cambiar nuestras conductas y nuestra relación con el mundo y los seres que lo habitan, en vez de solamente usufructuar la muerte y la destrucción. Podemos hacerlo! Podemos hacerlo hoy!
No es necesario renunciar a nuestro trabajo ya mismo, o salir a cortar semáforos a hachazos, no es necesario irnos a la selva o ponernos plumas en la cabeza como si fuéramos esos habitantes del amazonas que hace siglos cuidan el bosque y la vida, sin dejar de ser diezmados y masacrados permanentemente.
Podemos evaluar nuestra vida y corregir un milímetro, un segundo, un gramo por hora, o por día, o lo que aguantemos, porque si multiplicamos ese pequeño cambio de conducta, por miles de millones de seres humanos irresponsablemente inertes, indiferentemente consumistas, el planeta lo sentiría, nuestras vidas y las siguientes generaciones lo sentirían, los animales y plantas que viven cada vez mas al borde de la extinción lo sentirían...
Todas las preguntas actuales tienen la misma respuesta, pero es muy poco probable que la raza humana sobreviva a su propia, cómoda, hipocresía.



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