Hubo un tiempo sobre este planeta, un tiempo hermoso y próspero. Los helechos gigantes crecían y los dinosaurios se atrapaban unos a otros sin descanso. Deliciosos animales de todos los tamaños, correteaban libres de aquí para allá...
Luego una gran piedra cayó sobre nuestro redondo planeta, y en esa piedra aterrizó tal vez la raza humana. O de donde salió la plaga? Como explicar de otra manera que una parte de la vida destruya al resto de su entorno? El concepto mismo de evolución impide tal pensamiento: semejante parásito tuvo que caer desde afuera.
Ningún ser vivo, ninguna especie autóctona hace un agujero sin fondo justo donde va a poner el pie.
O tal vez, incluso, es así, fuimos creados por el libre albedrío universal, y nuestra misma historia nos demuestra alegremente irracionales, despreocupadamente destructivos. Podríamos centrarnos en fábulas de inteligente supremacía, pero el hecho es que el ser humano no ha dejado de extinguir al resto de las especies, desde su aparición en el planeta...Somos la consagración de la estupidez!
Primero hubo una limpieza general, una primera gran extinción, y todo se hizo mas útil y cómodo, luego el resto se adapto al cambio, pero no tanto como para que no hubiera otra redada. Pasa. Entre miles de sistemas galácticos, cada tanto una paradoja cósmica crea una partícula caníbal que consume todo lo que tiene alrededor. Luego, claro, cuando ya no queda nada, a si misma.
El virus no puede ser detenido antes de su proliferación total y de su multiplicación descontrolada, y, aunque ya no pueda captar nuevos espacios donde esparcir su memoria genética, supera su degradación en base a sustancias adictivas generadas por su propio organismo.
Eso nos está pasando, ahora mismo.
Somos una especie adicta al confort. A cualquier precio. Evolucionamos desde el casual calor del fuego hacia el fuego artificial de un quemador de gas, de una manera profundamente antinatural. Solo la adquirida satisfacción de la comodidad genera las sustancias químicas necesarias para mantenernos con vida, pero...cada vez es mas difícil.
Como cada sustancia, el acostumbramiento ocasiona rebotes hacia un estado de conciencia precivilizatorio, y la escasez de recursos actual, actúa potenciando otro tanto la imposibilidad de sentirse a gusto en un planeta que cada vez nos exige mas por un poco menos. La tecnología produjo un parche maravilloso y mágico, justo a tiempo, pero no durará tanto, por mas satisfacciones que obtengamos de las pantallas, no podemos ignorar nuestras fundamentales funciones humanas.
Hasta esa manada malhumorada de mansas ovejas negras astutamente denominados "conspiranoicos" obtienen su medicina a tiempo, confirmando sus teorías mas alocadas con la fundamentación técnica e informativa adecuada, todo un logro de la ciencia conductista actual. Un gran logro!
Porque lo que estos ingenuos e inoperantes individuos no conciben, ya que una de sus condiciones patológicas es el orgullo engreído del elitista, es que cualquier teoría concebible puede ser "probada y comprobada" sin mayor dificultad, ya que son generadas sin mas objeto que el entretenimiento de un sector de la población incapaz de generar, aceptar o convivir en nada parecido al mundo real, por lo que ha sido necesario captarlo mediante estas pequeñas artimañas.
Como cualquier adicto callejero que da su vida por la ultima pipa de crack, cualquier ser humano moderno -moderno quiere decir de estos últimos cincuenta mil años de la era moderna- puede banalizar y resignificar su misma muerte a través de una ultima pequeña dosis de química cerebral.
El mito del Titanic es que no alcanzaban los botes, aunque está documentado y probado que los botes sobraban. La realidad indica que muchos no pudieron despegarse del melodioso sonido de la orquesta, que dejarían de escuchar si se embarcaban hacia un sufrido e incierto desafío al viento y el helado océano. Química es química, y adicción es adicción. El confort es mas importante que la vida.
Pero esas fueron muertes dulces, lo peor empieza ahora: cuando todas nuestras actividades estén digitalizadas, cuando toda nuestra vida haya sido atrapada dentro de una "computadora" y su sistema de interpretación binario, no habrá nada más fácil que desaparecer personas para siempre, borrarlas de la faz de la tierra, quitándoles todo acceso a su devenir dialéctico como representantes evolucionados de la especie humana.
Lo peor empieza ahora, cuando, la totalidad de nuestra relación con el entorno vital que nos rodea, y todas nuestras producciones y retribuciones, todas las interacciones necesarias para nuestra supervivencia están siendo traducidas a datos digitales.
Lo peor es que toda nuestra vida se comprueba en un formato intangible, imposible de palpar. Si, claro que son números y letras, símbolos, titilando en un firmamento de luz opaca, posibilitados por la extensa red eléctrica que alimenta los generadores de señales invisibles que pululan por el hiperespacio. Fuera de eso, ya no existimos.
Si a alguien se le ocurre apagar la pantalla, tergiversar nuestros datos, usurpar nuestra imagen o nuestra propia identidad, quedamos excluidos, invisibilizados, desaparecidos de una forma nueva, sin picanas ni tumbas sin nombre, sin aviones desintegrando cuerpos en el inmenso mar.
Un día podríamos despertar y no tener acceso a nada. No solo a nuestras cuentas, nuestro dinero, nuestras comprobables suscripciones a redes sociales, sino a todo, todo, todo lo demás también. Porque todos los controles y los esquemas de verificación están siendo asignados a maquinas, a algoritmos definidos por inteligencia artificial, y no esta lejos el momento en que el ser humano sea excluido completamente de las ultimas funciones de cribaje y control que todavía administra.
No podremos entrar a nuestro exclusivo club de campo, ni a nuestra propia casa, no podremos acceder a los servicios o la información de nuestra nación, nuestra ciudad, porque no existiremos. Habremos sigo descatalogados.
Cancelación de Identidad. Clic!
Es una posibilidad tan fácil que puede ser ejecutada con un solo comando que ponga en marcha una función, para que esta se traduzca a algoritmos matemáticos que impidan completamente nuestro acceso a cualquier acto vital, y luego, a cualquier proceso de queja o verificación.
Los genocidios del futuro no serán tan toscos y grotescos, tan sangrientos, como los de hoy.
Con cada una de nuestras características y preferencias, predilecciones, capacidades, expectativas, perfectamente sistematizadas y listadas, sería infinitamente simple apretar un par de teclas y eliminar a... Los pelados! O a los hombres mayores de 75 años, o a las mujeres de pelo enrulado, a los ingenieros químicos, a los que usan ropa ajustada, zapatos marrones o...
Solo son bases de datos.
El último paso es reunir todo ese esquema conceptual diverso, heterogéneo, de nacionalidades y etnias, de estratos sociales y edades, de sexos y profesiones, de... que anacronismo, ahora solo hay dos categorías: Seres humanos o Máquinas.
El ultimo paso es homologar todas las bases de datos en un listado universal manejado por administradores no-humanos, donde se pueda catalizar cualquier necesidad como en un gran caldero y meter la diabólica cuchara digital para extraer o borrar, eliminar o potenciar lo que sea, quien sea, cuantos sean.
El último paso es fabricar la realidad de una forma mucho mas real y atrayente que cualquier película, que cualquier sensación corporal de los sentidos, que cualquier pensamiento ya pensado y procesado, mejorado por el algoritmo.
El último paso es abrir las puertas de la Matrix para que entremos mansamente como mansas y dóciles ovejitas, por fin, alegremente agradecidos, por la nueva posibilidad de vivir en una eterna y perfecta, etérea y artificial, felicidad digital.