El Maco mira oblicuamente, hace una seña y agarra el vaso, antes de tirar su carta. Se dedica lentamente a observarlo con ambiciosa malicia: un hilo opaco de baba resbala sobre su media barba sucia hasta caer en su pecho, después tira, ceremoniosamente, un siete de copas, ante la activa y revoltosa impaciencia de Juan, que solo tiene como actividad vernos jugar a las cartas.
Dudo… ¿es una seña? No, es solo un piojo que recorre las pestañas de mi compañero haciéndome confundir por sus sacudidas guiñando el ojo para sacárselo de encima, sin dejar de agarrar las cartas con las dos manos, pero los otros dos lo ven y también se confunden, y enseguida me llama con una risotada: ¡Vengaaa!
Pero afilo la jugada y tiro un cuatro de espadas ¡No puedo, no puedo! Estoy cargaadooo! Y amenazo a los demás mostrándoles los dientes partidos a palazos por la policía el último fin de semana…lo que produce una gran risotada…
El cuatro es el ancho de espadas, porque faltan la mitad de las cartas, y cuatros y cincos pasan a ser tres, sietes y unos, lo que hace el juego muy sangriento porque abundan las cartas altas, aunque… cada jugada se vuelve a discutir cual es cual, lo que alarga el partido y genera discusiones por el vino, que da un trago por mano a ganador…
Tiro el cuatro-ancho de espadas sobre el cartón mugriento -gran delicadeza- sabiendo que es nuestra única carta ¡Como mentimos! Y agarro la botella. Están tan desmoralizados que no se quejan, como si ya dieran por perdida la mano… igual me arrepiento, ya ejecutada mi dosis, solo me queda ver tomar a mi compañero, que dice… ¿Hay envido che? Y se muerde la boca con el resto de sus dientes negros, mientras arremete con un seis asustador… los tantos se ganan con tan poco que el rengo y la Rubia Vieja se miran y niegan en silencio con la cabeza ¿a ver que juega?
Yo le chisto y le pido calma: ¡Voy yo, voy yo! Extendiendo mis brazos sobre el cuatro de espadas, para dar la puntada final a la farsa ¡Tenemos que ganar con una sola carta! Pero el Chiro es un artista y la mejora ¡No puedo, truco!
A cara de perro, ahora vivimos o morimos… Baaahhh dice el Maco ¡Que ojete que tienen! Y se rinde dejando caer un doce y un dos, que hubieran sido nuestra muerte segura, rápido agarro las cartas antes que se desnude nuestra mentira, sacándoselas de las manos a la Vieja Rubia que con su mirada asesina me obliga a decir ¡Permiso, tengo que dar!
Y le sonrío
pensando en su cuchillo, siempre listo, siempre esperando algo raro, alguna excusa. Pero por suerte
putea y dice ¡Que leche! Y me las entrega como buscando consuelo… Pero ya mi cumpa me pasa la botella y vuelvo
a tomar, sin que nadie se dé cuenta de nada… ¡Que buena noche, si no llueve,
promete y mucho…!
Unos dos metros más allá tose el Viejo, cada vez peor, ya ni quiere ir al hospital ¿Para qué? No va a durar ni hasta la mitad de este invierno, la Vieja Rubia le grita ¿Viejo querés un trago?
Pero el viejo se atora con su propia tos, se sacude, se ahoga, sacudiendo los cartones, escupe ruidosamente y finalmente da unos gruñidos lentos antes de seguir durmiendo, o tal vez ni siquiera se había despertado…
Un metro más y está el Chipi, en un hueco en la pared, tirado panza arriba, durmiendo doblado como un muñeco de trapo, como si estuviera muerto, pero se sabe que abrirá los ojos apenas haya olor a algo de comer…como si hubiera pasado una bengala, nos miramos todos de repente ¿Qué hora es?
Hay que ir a la parrilla, antes que
cierre, Juan se despereza lentamente estirando todos sus músculos mientras nos
muestra en un instante todos los dientes podridos a sus trece años ¡Bueno, bueno,
bostezá con cuidado que te podes dar vuelta! Jajajaja, Y él se ríe feliz mientras sale caminando, en
un rato estaremos cenando…mientras, seguimos jugando.
En la esquina se cruza con Marcola, que viene tratando de no tropezar con los escombros, mientras se acostumbra a la semioscuridad, aunque se detiene bastante lejos, prudentemente: viene con una mujer.
Se acurrucan charlando contra una pared, y nuestros cuatro pares de ojos, pasan de mirar su sonrisa con envidia a hacer un recorrido visual-tactil por los retazos de piel que no llega a cubrir su ropa: su cara, su pelo, su cuello, sus tobillos, sus muñecas finas, sus piernas oscuras hasta el borde de su calza…
Pero a ellos no les importa nada, y se acarician suavemente mientras charlan.
Todos nos sentimos un poco invadidos y a la vez nerviosos, el Chiro se arremanga dejando a la vista su tatuaje, la Vieja se enrosca y desenrosca el pelo con las manos, todos nos miramos las patas mugrientas y los codos pelados, nos sentamos un poco mejor, nos ponemos serios.
Pero no dura mucho, tampoco, ninguno podría treparse a una mujer en este estado, y deja de importarnos la dama, de carne, solo ansiamos las sobras de la parrilla, que ya trae el guacho Juan, con una sonrisa de oreja a oreja, dejándoles elegir a ellos dos primero, como un gesto de opulencia
¡Que no se diga, que alguien la pasó mal acá! Ya babea el hambre de hoy en cada jeta, y las manos sucias van agarrando, eligiendo los pedazos acorde a su capacidad de masticarlos, le guardo un par de empanadas al viejo aparte en un papel, miro para el lado del Chipi pero ya se está lavando la cara con el agua del balde, nuestra última adquisición, en diez segundos estará llenándose la panza…
Nos miramos asombrados ¿Qué lo despierta? ¿Sera el olor?¿Un sexto sentido para la comida?¿Sera el silencio que se hace al masticar? Nadie puede saberlo pero igual no deja de causar admiración…
Marcola se ríe a carcajadas con su chica, nos hace una seña con una caja de vino, que la Vieja Rubia va a buscar corriendo, aplaudiendo y frotándose las manos, ahora todos sonreímos de oreja a oreja, hasta las nubes se corrieron para dar lugar a las estrellas…
Ellos se dan un beso y luego se acuestan a dormir abrazados, el Chipi los mira y nos hace una cara sacando la lengua, y después sigue comiendo, nadie llega a sacar su atención de la carne asada como para reírse de eso.
Tampoco nadie toco el vino nuevo, abierto,
pero casi lleno, el Maco ya mezcla las cartas, su sonrisa grita trampa, pero se
rasca la cabeza, y pasa el mazo para disimular la carteada, le devuelvo el
cuchillo a la Vieja para acomodarnos de vuelta, reparto…
Que flaco está el mazo, pero el Chiro sonríe y sé que volveremos a ganar, la luna alumbra un poco más, apenas son las dos de la mañana…
Un rayo plateado baña ahora nuestra tribu de epilépticos y sifilíticos, tuberculosos, diabéticos y locos, esquizofrénicos, hambrientos y alcohólicos, adictos y moribundos, vagabundos fugitivos y cínicos… solo falta que alguien saque a relucir una tuca… así que miramos atentamente la mano del Maco revolviendo en el bolsillo de su camisa…que saca lentamente cantando una cumbia…
Le paso fuego. Juego: un seis
de copa, nada, estoy ciego. Miro el vino con sed, va a dar para jugar tres o
cuatro manos…
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