Sueño,
despierto, camino o me quedo quieto, como o no como, vivo, permanezco, miro o
soslayo, hago o deshago, duermo…o velo.
No
tengo, casi, puntos de contacto con la sociedad actual, lanzo garfios para
trepar al futuro como anzuelos sin filo, que sueltos se pierden en el remolino
lento del tiempo sin pegar en ninguna pared porque no hay encierros ni
prisiones que no sean imaginarias.
Vivimos en una reclusión mental voluntaria, en una aceptación constante y perfecta de lo imposiblemente ridículo, como es el panorama de persecución actual de valores espurios, baratos e insulsos, que carecen de mayor función practica que recolectar el poder personal, la voluntad de cada ser humano para su inútil desperdicio.
Y así nos convence cada minuto la publicidad exacta, personalmente diseñada, para concentrarlo y repartirla entre corporaciones e ideologías que intentan con éxito variable, día a día destruir todo individuo en favor de las corporaciones, y -en pos de la libertad del comercio- toda forma de vida y conciencia a nuestro alrededor...
La ecuación es sencilla, cambiamos alegría
por sonrisas gastadas, felicidad por adicciones, convicción por fanatismo, y
conciencia universal por capsulas virtuales de fe…actualidad por televisión, salud
por temor a la muerte violenta.
Sin
embargo sigue cayendo la maravilla de la lluvia, sigue reinando sin rivales el
imperio del sol, y después de un siglo entero perfeccionando bombas, no se ha
logrado inventar un cohete o dirigir una fuerza que tuerza el rumbo del más
pequeño planeta, entonces ¿cómo hemos logrado tomar tanta distancia de la
realidad?
¡Es el sistema, idiota! Ah claro, eso, si, me suena conocido… Sistema es cuando trabajamos cotidianamente para poder ser esclavos voluntarios por un rato, cuando los pocos que tienen el poder real, organizan colectas permanentes para regenerar sus propios recursos a costa del hambre y la miseria de todos los demás, a través de la coacción, claro, del abuso sistematizado, legislado, bendicionado.
Sistema se le llama a la entrega alegre a una maquinaria de imponer sentidos, perspectivas y agendas, cuando
desde cada ser humano se enfoca la divinidad que nos rodea como algo externo y
concentrado destinado a dirigirnos hacia la deconstrucción de nuestra propia
capacidad de conexión con el universo, cuando se le llama perfección a el roce
suave de dos engranajes de acero en una máquina de matar…
Ya sé cómo
funciona todo, he logrado asomar la nariz como un pez asoma la suya a la concha
de una caracola vacía, solo para retroceder aceleradamente mientras los arpones
hambrientos burbujeaban furiosos a mi alrededor…
Ahora sé que están siempre acechando, como hienas para consumir mi conciencia, para desestablecer mi propia visión interna en favor de un mundo rutinariamente oscuro sin ninguna fantasía, donde cambiaran mi esencia y mi tiempo por objetos y sentimientos estandarizados, mis ojos por posters bien iluminados, mis brazos y piernas por elaboradas excursiones hacia ningún lado, y la totalidad de mi piel por caricias a una pulida chapa de colores metálicos…
La verdad que no, me
es difícil mover un solo pelo en esa dirección… aunque el precio sea el estigma
permanente siempre renovado, el asedio ideológico, el cerco por hambre, frio y
miedo, y la costumbre de ver mi propia sangre corriendo…
Sin embargo nunca falta alguien que grita: ¡Guarda! ¡No te pierdas la secuencia, que ya es hora del próximo escalón a ningún lado!
Y así criamos a nuestros hijos, a
nuestras hijas, “pal gancho” de esta posmodernidad helada que no supimos
navegar, para los restos de nuestro desenfreno industrializado, de esta
factoría de omisiones sesgadas con que justificamos la fraguada muerte de los
otros con nuestra no-vida real, nuestra vida de cementerio de cemento, de
silencio en altavoces de interminable, infinita propaganda…
No
importa, se puede ver flameando la bandera a cuadros, la línea de llegada, tanto
esfuerzo tendrá su recompensa cuando la meta esté a nuestro alcance,
finalmente, y escapemos del cardumen de tiburones que siempre nos persiguen en
esta pecera superpoblada…voy a conectarme a la pantalla, quiero saber cómo
vivir, que voy a pensar mañana…
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