Hace
poco más de veinte años, un niño, un bebe que abría por primera vez sus ojos al
mundo, podía tener en su sangre cerca de cien sustancias extrañas al ser
humano. Hoy en día, nace con más de 250
elementos extraños, trazas de nuestro estilo de vida, de nuestra relación con
el planeta, de nuestro sistema de consumo, producción y logística: cadmio,
plomo, zinc, arsénico, boro, cromo flúor, cloro… la lista es demoledora, no hay
nada que no sea venenoso, toxico, mortal, que no esté en nuestra sangre antes
del primer llanto…
Pero no alcanza con eso, apenas dejamos la teta para que nos empiecen a envenenar con miles de alimentos diseñados para esclavizarnos, técnicamente adictivos, nocivos, que preparamos de una manera en que toda nutrición deja de estar garantizada, no terminamos de abrir los ojos para ser adoctrinados a través de miles de imágenes y pantallas en la conveniencia de destruir nuestro propio cuerpo, y después la sociedad y el resto del planeta.
Pero no importa, en eso va la convicción de
que el planeta es ajeno y lejano, dibujando nuestro hábitat en perspectivas cerradas
que conectan espacios estancos, donde solo vemos paredes y a lo sumo pantallas
y pizarrones donde todo lo que debemos pensar y hacer ¿Lo que debemos ser? está
predeterminado… Así pasamos del consumo de toxinas a la desnutrición, del
estrés a la infección y de la contaminación electromagnética a la fiesta de
disfraces permanente que es la interacción social.
Pero
no nos importa, cientos de horas de propaganda nos han convencido de que el
problema siempre está en otro lado, que la responsabilidad es de algún ser
malvado y la solución vendrá de alguna entidad bondadosa, que todo lo que no
vemos no nos afecta, que todo lo que nos afecta no podemos cambiarlo, y así
hasta el infinito, pasamos día tras día trenzando los hilos que nos hacen
bailar sobre los restos de nuestras posibilidades pisoteadas, de nuestros hijos
inútilmente sacrificados a la banalidad.
Pero claro, había que hacer algo, y como siempre, el sistema creo su vacuna contra la enfermedad de la conciencia que amenaza abrir nuestros ojos a lo que en realidad nos está pasando globalmente, e individualmente, como personas…
La
realidad, es que hemos contaminado el suelo, el aire, el agua, y no hay forma
de escapar a las consecuencias de nuestra ambición, más que reformular
completamente nuestra relación con el planeta, nuestra relación con nuestro
propio cuerpo… pero para evitar ese abanico de nuevos parámetros, se inventó el
ambientalismo…
¿No?
¿Es que hay alguna agrupación ambiental que no esté diseñada y conformada por
empresas, a través de su dirección, financiamiento, logística, etc…? No, porque
el abanico entero de luchas ambientales se enfoca en la destrucción, al igual
que los problemas que pretenden eliminar, y para eso no necesitan cambiar su
estilo de relaciones, su mecánica de consumo, su diseño de la vida cotidiana,
el resultado es la más pura hipocresía…
Por
supuesto, que si el problema es la contaminación y luchamos contra ella
pareciera ser una causa noble, pero el resultado no vendrá de una guerra donde
cambiamos sistemáticamente de trincheras, para poder representar una farsa,
sino de dejar de proveer de municiones y pertrechos al enemigo que decimos
combatir, centrando nuestra vida en el mismo consumo desmedido que agudiza el
problema, en la misma enfermiza conveniencia y sed de poder que permite y
predice el saqueo sangriento del mundo.
Pero
nos centramos en la despersonalización del problema, que nos deja pararnos a un
costado para apuntar a las corporaciones, a las empresas, a los gobiernos, a la
sociedad que comparte nuestro mismo formato y a la que sin embargo declaramos
culpable para exigir nuestra inocencia…claro que en esta mecánica todos ganan (empresas,
corporaciones, bancos y conglomerados económicos) menos la sociedad como
agrupación de personas que pretenden vivir mejor…
Entonces, llegó la hora de dejar las caretas a un lado, antes de que sea tarde, y dejar de aportar a la destrucción sistemática de nuestro entorno invisible, dejar de vivir a través de las pantallas, donde luchar por el planeta equivale a… ¡¡¡¡Firmar un petitorio virtual…!!!!
Nos toca hacernos cargo de que cada paso en nuestra vida se da en un único planeta, absolutamente redondo, no hace falta luchar por él, que es mucho más grande que nuestras expectativas y omisiones, nuestras acciones y deserciones, y empezar a reelaborar el significado de nuestra coherencia, antes que sea permanentemente tarde, completamente inútil…
Cada segundo nos sumamos a la destrucción, pero podemos
plantar una lechuga entre dos baldosas, cuidar un árbol más que en el simbolismo
inútil, hasta que podamos decir que hemos dado un árbol al mundo, en vez de
jactarnos de que alguien está talando la amazonia…mientras nosotros nos
oponemos.
Podemos dejar de alimentar y multiplicar mascotas hambrientas y dejar
que se exprese libremente la naturaleza en algún infinitamente pequeño reducto
de nuestra “propiedad”… La extinción viene del cemento que amamos, de nuestra
escala de atribución de valor variable a los seres vivos, de las pantallas que
glorificamos, de la injusticia que toleramos para no tambalearnos en esta
cornisa…
Podemos
caminar en vez de subirnos a un auto en vez de consumir, ingerir, respirar y
cagar petróleo, cada día de nuestra vida, tenemos un millón de maneras por
segundo a través de las cuales podemos ser lo que decimos ser cuando nos
ponemos de este lado gloriosamente inocente del mundo… pero no lo hacemos.
La jugada es nuestra, pero mediáticamente indignados, acunamos a nuestros hijos predilectos como Bayer y Monsanto, protegemos a los Bancos y su eterno drenaje financieramente homicida, ecocida.
Exigimos nuevas formas descartablemente
asépticas, instantáneas y baratas de vivir y relacionarnos, nuevas adicciones
que nos garanticen escapar de nuestra propia forma de pensamiento
autodestructivo, nuevos productos que nos permitan darle utilidad a la pérdida
total de sentido en que nos abocamos para poder generar los medios con que los
adquiriremos…
No
importa, alguien respira tranquilo, la contracara mundial de la esclavitud es
la depresión, todos los negocios están protegidos por nuestra mentira. Todas las guerras del mundo proseguirán para
simular nuestra felicidad…
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