23 marzo

Plazas de noche


 


 


Aja. 

La música me estaba taladrando la cabeza, miraba a toda esta gente artificial vestida para que la miren, sonrisas descolocando mandíbulas de lo forzadas, todos bailando el tema de moda con los movimientos de moda como en un gran videoclip. 

  Todavía tenía que cumplir mi misión, mientras simulaba bailar con ella (hablábamos de algo que no sé qué era porque no escuchaba lo que me decía, dudo de que me escuchara ella a mi) el sistema de luces no perdonaba ningún color, y me estaba sintiendo como un perro en medio de una pista de patinaje sobre hielo. 

  Seguí tratando de entender si mi presencia era estratégicamente necesaria, hasta que supere el punto en que me importaba tal cosa, saturado por la mecánica distorsiva del ambiente, apure mi vaso de champan, que por cierto no me gusta nada, y me despedí, como un gesto de confianza.  

  En el recorrido hasta la puerta también salude a algunas gentes que habían ido a “divertirse” porque estaban de cumpleaños pero estaban quedando tan descolocados como yo, apretaditos como un lote de vacas en el corral…me lavo la cara el aire fresco de la noche.

Me estaba por ir a dormir, caminando con estas sensaciones mezcladas, y como siempre que se cruza una plaza en mi camino, tarde me di cuenta que tenía que rodearla, porque  me estaban chiflando y haciendo señas, mientras alguno ya se descolgaba trotando hacia mi lado.  

  Igual nunca voy a llevar un arma, ni siquiera una navaja, pero estaba tratando de evaluar la situación como para saber si apurarme o plantarme y esa adrenalina me erizaba la piel, esperando que se defina si eran amigos o enemigos, conceptos por demás intercambiables a esas horas de la noche.


  Pero era esta gente sin futuro (dirían algunos) matando el aburrimiento de dormir en el piso duro y frio, poniendo el cuerpo caliente y blando.  Me alegre sobremanera de poder charlar un rato con gente de verdad, y me dispuse a compartir su tiempo y lo que estuvieran tomando.  Alguno que estaba durmiendo se levantó cuando escucho que había alcohol. 

  Realmente nunca me arrepiento, mientras conozco el mundo por otros ojos, aprendo idiomas y costumbres lejanas, y más táctica y estrategia que en el Teg.  Y así estábamos mientras otros oteaban el horizonte buscando la forma de  hacer una moneda para los cigarrillos y en eso contesto uno en portugués y con esa sola presentación se sumó a la ronda, pero no quería compartir el vaso, con sus buenas razones. 

_ Pero si no se contagia por la saliva amigo -le dijo alguno-

_…y que no quiero 

_¿Pero ok, HIV? Así que muy bien, este es solo tuyo, bebe y comparte tu tiempo.

  Y  el tipo aclaro el tema explicando acto seguido como pasando (contrabandeando) un caballo de polo por el rio se ligó un cabezazo que le había lastimado la boca, pero evitando por suerte que se ahogue.  Así, sin lastima decía el, entre la gente de la calle lo mejor es la sinceridad así la amistad es mas rápida, y como siempre saltaron conocidos en común, para afirmar que habíamos caminado…quizá por esa única noche en el mundo nadie se enteró que un amigo había muerto, o tal vez solo se evitó el tema. 

  Y mientras algunos trataban de entender cómo es que no habían conseguido nada de comer, a algún otro le habían cambiado la vida, robándole hasta los documentos, pero igual no perdía el humor, ni el malhumor tampoco jajá, y seguían pasando artefactos de la calle, algunos por un solo segundo otros a instalarse, más o menos suerte, más o menos hambre, la noche depara un momento de reposo para todos. 

  A veces hay que escuchar alguno que se pone a festejar sus hechos delictivos, y espera que lo miren como un héroe, no sé, son elecciones, cada persona es distinta, algunos roban para comer, otros para divertirse, pero pocos a quien lo merece, la fácil se va como viene, pero la libertad no tiene un precio tan bajo, los que lo pagaron salen con bronca pero también algunos salen a hacerla trabajando (la vida no dura tanto cuando va atada a la suerte). 

  El soberbio se vuelve un peligro para los demás, el atrevido es enseñado (castigado) por cualquiera, y nadie se mete en un problema ajeno. 

  Hay una hora en que todo es mentira, tal vez porque nadie quiere ser menos, y la sequía y las ganas y los piojos no evitan que hayan sigo grandes narcos, que hasta ayer descartaban mujeres por aburrimiento, y que mañana mismo van a poner en marcha ese plan para ser millonarios, solo porque no quieren volver adonde con flores los están esperando.  

  Y el porro aparece al rato que nadie tenía y alguno que por las dudas se da unos nariguetazos, sin convidar, y el que la fue a buscar no vino más.  Y siguen pasando las horas muertas de la noche, y pasan caminando un par de travestis riéndose de los piropos, y el viento se levanta haciendo volar los vasos vacíos, y la quietud de la calle y el silencio van mandando a todos a dormir.

  Hasta que solo queda una nube de polvo remolineando entre las colillas y los vasos de plástico, en las baldosas sucias, en la plaza quieta.  Al fin.

Cruzando el charco


 


Qué noche la de anoche 

Había estado sacando fotos toda la tarde y noche,  donde las cuerdas y comparsas de candombe con sus diferentes componentes personajes y bailarinas se habían lucido bailando y tocando entre el delirio del público y la espuma.  

  Un hermoso espectáculo, y gratis, ahora ya estaban por entregar los premios, y la tribu dormía cansada, aquí y allá se veían entre el público grupitos de no más de tres personas con sus ropajes todavía, como retazos de lo que había sido la fiesta.

  Una banda tocaba reggaes pastosos mientras la mayoría de la gente que había visto el desfile se iba a dormir cruzándose a los que desmantelaban las sillas y el vallado y barrían, mientras entre el ajetreo de la calle deambulaban los perros y los botijas sin tiempo ganando los restos de las mesas.  Esto se producía inmediatamente detrás de la última bailarina, del último tambor.

  Solo separado por una línea de policías y un montón de gente que le seguía los pasos un metro más atrás,  lo demás iba desapareciendo como si jamás hubiera existido, solo delatado por las inmensas bolsas de basura, los autos ya empezaban a circular entre las últimas motos estacionadas.  

  Estábamos ahí tirados descansando y esperando los resultados cuando me voy a caminar por atrás del escenario, y veo los cuellos de la gente torciéndose hacia la esquina, era un quilombete: alguno había escapado, mientras uno de los polis juntaba su gorra y atrás venia corriendo un grupo de diez tortugas ninja con sus palos largos y sus escudos.  

  Volvía  recorriendo la amplia plaza cuando pasan corriendo entre la gente una bandada de azules y yo otra vez atrás tratando de pescar una primicia, pero llego tarde, ya se estaban llevando a un flaquito de remera entre dos uniformados.

  No alcancé a asombrarme de lo tranqui que lo llevaban cuando pude notar que a medida que se alejaban de la gente comenzaban a darle disimuladamente en los riñones, rápidamente,  interceptándolos, frenó una camioneta el tiempo suficiente para que lo metan cara al piso, no es por lastima, pero ojala ya hayan dejado de pegarle.

  Y seguía la entrega de premios cuando otra vez el pelotón en formación arranca para la esquina, donde tenían a uno, esta vez esposado, flaco y de remera y pantalón deportivo como el otro,  parecía que solo hacía falta gritar “me rindo” para que brotara un patrullero, pero igual lo custodiaban como si fuera Barak Obama subiendo al avión.

  Yo ya estaba sacando fotos cuando en medio de esa situación me piden una foto dos borrachos y recién al mirarla caigo en la cuenta de que estaba sacando sin flash  “a ver otra vez que no salió,  gracias muchachos”  y salgo atrás de la gente que se abría o se quedaba quieta mientras los policías iban ganando la glorieta: se forman como los espartanos de 300 en el desfiladero, aunque para ganar el lugar sacan a palazos a un par de mujeres, mientras otros aseguran la retaguardia. 

  Yo ya estaba cebado, disparaba con flash a cuatro metros hasta que de la formación se desprenden dos milicos rodeándome muy nerviosos amenazantes: les mezquinaba la cámara y trataba de que no se me pongan atrás, mientras explicaba que era prensa argentina y que también le estaba sacando fotos a la parte linda de la fiesta, no solo a la captura de delincuentes.

  Uno me gritaba, casi clavándome la gorra en la cara, “Borrá esa foto” “Borrá esa foto” y yo sabía que se iba a terminar asegurando, a pesar de la sincronización que requería el operativo, cuando una mina abrazada a su pareja me pellizca la remera, y me dice anda, déjalo anda, y me tira para atrás, sacándome del alcance de los garfios del milico mientras se cruzaban como curioseando. 

  No sé qué paso entonces porque solo camine hasta el centro de la plaza donde mi grupo miraba todavía sin entender, todo no había durado ni veinte segundos.  Las corridas seguían y yo cada vez que apuntaba la cámara me preguntaba qué posibilidad tendría si el poli que me estaba mirando se le ocurría cazarme como una rata.  No saque ninguna foto más. 

  Al rato decidimos irnos como la mayoría de la gente, porque ya se estaba poniendo denso el ambiente y la podía ligar cualquiera.  La magia del carnaval se diluía en la barbarie de siempre.  

De la manera más inconsciente cortamos por la glorieta del medio(tampoco había un trayecto más seguro que otro). 

  Sobre un murito, un flaco de remera y pantalón deportivo estaba sentado y me decía: ¡Sacale fotos a esos putos! …¡Quieren foto los putos! 

  Y seguía demostrando su desprecio profundo a la policia.  Sentado, casi sin fuerzas jugando a hacer reflejos con sus zapatillas blancas.  

  Yo le conteste:   … ¡Que jugados que están gurises!… Me daban ganas de abrazarlo y largar juntos el lagrimón que se me escapaba mientras pasaba sin perder un solo instante(los dos sabíamos lo que estaba por pasar).

  Enfrente mientras tanto, se formaban nuevamente los espartanos y atrás de una Traffic se parapetaban cinco o seis más solo con palos. 

  Llegábamos casi, a la esquina, cuando se lanzaron como si los impulsara una gomera y cruzando la calle le cayeron a alguno todos juntos con sus escudos.  Atrás se descolgaron los de la Traffic como un racimo de uvas, integrándose a la ronda donde estaban  aprehendiendo a los rebeldes,  algunos policías despejaban el lugar espantando a la poca gente que se había quedado de testigo, como para poder embarcarlos tranquilos.

  Estábamos doblando la esquina, contándonos, cuando un gurí de no más de nueve años junta una piedra, se la arroja a la policía, y sale corriendo a refugiarse en su familia de candomberos sin enterarse jamás que le había pegado en la cabeza a una mujer que nada tenía que ver con el asunto. 

   Camionetas a toda velocidad nos cruzaban, en ambas direcciones mientras caminábamos por el barrio del puerto, rumbo al galpón de la comparsa amiga.  

  En un rato mas ya estábamos subiendo las cosas al colectivo, y no tardamos mucho en saltar el rio rumbo a concordia. Así conocí las Llamadas de Salto.


22 marzo

Sólo lo que pasó


 


 

 

A veces las cosas no salen como uno las piensa 

Esteeee… eeeeee… eestaba mirando a este tipo y le colgaba un moco del tamaño de una estalactita del planeta marte, de la fosa nasal izquierda.  Agarro y le digo amablemente, evitando herir su sensibilidad de persona educada, como quien lo considera una falta de menor importancia…

_Tenés un moquito

Mientras con el gesto correlativo me señalaba la fosa nasal derecha, para lograr con un efecto espejo, explicarme claramente pero más, que el tipo se limpie con la manga y no valla a andar contagiando a todo el mundo con quien sabe qué cosas.  

  El me miro concentradamente y con los ojos bizqueaba así mirándose la punta de la nariz, entonces se dio terrible cachetada en la cara y con los dedos marcados me miraba diciéndome 

_¡Lo maté! ¿Lo maté? ¿Eh, lo maté? 

  Y yo que le iba a decir??… Cuando todos miraron para nuestro lado yo pensé que me iban a acusar de pegarle o de algo peor, porque es cuestión de darles una excusa nomas para que actúen en consecuencia y entonces para disimular, mientras gritaba aaaaaaahahahahahhahahahahahaaaa y cosas así como

  ….Por qué hijo de puta!!  Basta, no vez que no puedo más, no vez que no puedo más!!… Ay dios mío hay dios mío!!… Mirá lo que hiciste!!… 

 Y me agarraba la cabeza, y la verdad que me salía bastante bien y yo pensaba como no estoy todavía en el taller de teatro, cuando el empezó a sentirse aludido y empezó a gritar al mismo tiempo desencajado:

_ ¿Lo maté? ¿Lo maté? ¡Lo maté! ¡Lo matéeee! Y cayo de rodillas llorando al lado mío, yo lo miraba hasta que después se desmayó y ahí se pegó la cara contra el piso, yo me mantenía lejos, no sea que me hagan cargo de algo.  

  …Hasta ahí todo iba bien, nadie había salido lastimado, cuando se escucha el tropel y todos se abren para dejar pasar a los soldados que sin dejar de correr me manotearon del pelo y me pusieron contra la pared, y ahí el más salvaje me pego un culatazo que me voló todos los dientes como usted ve, y otro acá en el medio de la frente…que me dejo esta cicatriz …

  Él seguía tirado en el suelo pero yo entre la sangre veía que tenía los ojos abiertos, y miedo.  

  Cuando me iba cayendo alcanzo a ver a los primeros que venían corriendo y pensé: me van a matar entre todos y después me van a comer, tal era el apremio con que corrían, pero el más joven se abatato y disparo, con lo que fue inmediatamente desarmado por sus compañeros, que sin embargo mantenían a raya a los demás.

  A la vez, uno me pisaba el cogote, como si yo pudiera moverme,  y  entre los gritos desgarradores de los heridos por la ráfaga de plomo, alguien alcanzo a gritar, sin bajar las manos ¡Ese no, fue el otro! 

  Y ahí este tipo salió corriendo entre la gente, y atrás ellos.  Y atrás todos los demás en todas direcciones, dejándome a mí y a los otros tres tirados en el piso. 

  Yo no tenía ganas de levantarme así que no podía ver lo que estaba pasando, aparentemente había sobrevivido, adelante mío tenía un tipo que había dejado de quejarse, y en el silencio cada vez más grande solo se escuchaba un ruido como un gorgoteo lejano, que me imagine era la sangre que seguía corriendo por algún agujero de bala.  

  También seguían escuchándose disparos, y yo pensaba: o están cazándolos a todos o es el tipo que no lo pueden atrapar y se está escapando, y no sé porque me alegro que se burlara de los uniformados, entonces no me acuerdo más de nada, solo que me desperté en una ambulancia y me seguía doliendo un poco la cabeza y la parte de adelante acá,  todo esto. 

  Por ahí me daba cuenta que estaba despierto pero no podía moverme y cuando abría los ojos veía la mano de los médicos porque en algún momento llegamos a un hospital o algo así, aunque yo solo me di cuenta al otro día.  

  Después de tres semanas de suero pude comer una sopa con pajita, y al mes y medio de eso ya me dieron el alta,  aunque no quería ni mirarme al espejo de tantos alambres que tenía en la boca, y no salí a la calle hasta que me los quitaron.

  Ahí dije, me voy a fumar un cigarrillo, así que arranqué mis pasos hacia el quiosco, después de avisarle al supervisor, como todos hacen, cada vez que tienen que hacer algo.  

  Y ahí fue cuando me intercepto un auto a mitad de camino, y yo pensaba no voy a poder fumar ese cigarrillo, y me embarcaron a punta de pistola, y me trajeron hasta acá muy amablemente salvando ciertos detalles y es todo lo que se relaciona con lo que usted me está preguntando.

 


Insomnio


 


 

Bajo las luces azules del amanecer 

Una noche más de insomnio, y esta vez me canso y salgo a la calle a caminar, o mejor en bicicleta, a comprar una cerveza, a ver si el alcohol hace por mí lo que no logran las canciones de Britney Spears.  Y paso por el quiosco lleno de gente y sigo, total en unas cuadras vuelvo.  

  Como el recuerdo de un vicio olvidado, voy mirando las ventanas, increíblemente regaladas en las plantas altas, pero ya no soy el hombre araña.  Y doy vueltas un par de cuadras más, policías toman mate en la peatonal, en la plaza se ven los pibes de Uruguay, para el lado del hospital no ladran ni los perros, en la costanera las barras fumateando, y solo un idiota probando su súper auto nuevo, a 200 por hora. 

  Las calles del centro solitarias, salvo por los mendigos que se duermen en los rincones y los remiseros que charlan en sus esquinas, y yo que no sirvo para andar de noche voy mirando a  los que toman cerveza tranquilos con mala cara, solo porque no me puedo dormir, la verdad que hasta pienso si no me convendría comprar un televisor.

  Hay un momento en que las distracciones son fatales, y de atrás de un camión estacionado, vuela una sombra que hace blanco en mi cara, sin darme tiempo a pensar que pasa, entre las estrellitas que se despliegan frente a mí por el sillazo y el aterrizaje sobre el asfalto,  suelto la bici para cubrirme la cara de las patadas, por suerte son bastante artesanales, no andan con facas ni nada. 

  Y me manotean la mochila mientras pierdo el aire, es el que queda atrás, los otros dos huyen con mi nave, y como un loco los corro y alcanzo al último, que iba de picnic, y me le tiro encima como venía, cayendo los dos  a la vez, le salto arriba un par de veces y salgo con la mochila que tiro a un costado mientras  sigo corriendo atrás de mi vehículo, los otros  arrancan y apenas agarran velocidad cuando le erran a la esquina y se revientan contra una pared. 

  Luego después de intentar infructuosamente andar la bici como había quedado, salen caminando. Enseguida se escuchan gritos en la otra esquina, ya están armando otro quilombo, y el otro pibe arranca con la mochila que solo tiene un envase de cerveza caminando tranqui como si fuera domingo, como diciendo “uno cada uno no hace mal a ninguno” corro y me le paro enfrente y se la pido de buenas maneras  “dame la mochila la concha de tu madre” pero el nada, no. 

  Y yo dame y el tipo me decía “no entendésss que la necesitoooooooooooo”  y así con ese tono de desesperación que no se podía entender qué tipo de estimulante estaba consumiendo. Y yo parado adelante hasta que dice “toma la mochila de mierdaaaaaaaaaa, putooo, cometelaaa” mientras la tira para arriba, cayendo en la losa de una casa. .

  Y se pone en guardia destartalada y baja, como invitando a cagarlo a sopapos, y por haber tirado la mochila se lo merecía, pero cuando llego a su encuentro me pone tres piñas seguidas y retrocede como el mono gatica, esperando para calzarme otras tres más, mientras yo solo logro conectar una, ya me lo empezaba a tomar enserio, y la adrenalina subía haciendo temblar mis piernas, cuando el boxeador sale  corriendo a los gritos y carcajadas, levantando los brazos como un campeón, y se hunde en la ultima hora de la noche.

  Camino por el murito, y por las rejas me subo al techo, descuelgo la mochila que se había enganchado en los fierros del 10 de una columna y bajo de la misma manera, nunca se me ocurrió tocar el timbre. 

   Y por fin voy al quiosco, a comprar la cerveza, caminando, disfrutando un par de cuadras de paz, el envase increíblemente no se rompió, como si el estado diáfano del lanzador se hubiera transmitido al vidrio, y apenas doblo en la otra cuadra cuando el ruido de un patrullero a toda velocidad me alcanza antes que las luces, y pasa raudamente en mi misma dirección, parece que en la otra cuadra es la reunión, hay una camioneta y dos patrulleros más.

  Entre seis milicos tienen rodeados a los tres pibes que están tirados en el suelo de panza con los brazos al frente, un milico con las esposas en la mano masca chicle mientras pisa a uno de los pibes en la espalda cuando intenta levantar la cabeza para hablar, al pasar alcanzo a escuchar a una vieja en camisón que decía  

_“…Yo cuando escucho gritos ya sé que andan drogados, pero cuando les vi la cara llame a la policía, y ahí mire lo que hicieron (señalando una camioneta con la ventanilla rota) lo que pasa es que en ese quiosco venden cerveza toda la noche…”

  El milico tomaba nota y la miraba con esa cara de “Pero por suerte estamos nosotros Sra.” (así, abreviado, pude notar que el milico pensaba abreviado y con muchos puntos y rayas.-.-.-.-.-.-.-)

  Y usted que hacia despierta doña, pienso mientras me alejo.  El quiosquero curiosea sobre el incidente, pero sin interés, como si fuera algo rutinario, y por fin compro la bebida, aunque ya estoy tan cansado que no se si la voy a tomar, por suerte estoy a solo cuatro cuadras de casa. 

  Dejo la cerveza en la heladera, y me tiro vestido un rato, a descansar, hasta que un pensamiento residual me despierta violentamente con la absoluta certeza de que había dejado la bicicleta afuera.

  Salgo corriendo y ahí estaba, sola y rota pero como dormida, nadie se la había llevado, y la entro bajo techo,  bajo llave  Ahora sí, hasta mañana.

14 marzo

Un rato con mis amiguitos


 

 

 

…Solamente falto el postre

Estaba pelotudeando, de noche, con la compu en la glorieta, como algunos días cuando salgo de la facultad, cuando aparecieron los enanos cuidacoches, jugando y riéndose y tirándose los billetes desde arriba de la escalera, pusimos un poco de reggaetón y estábamos ahí, tranqui. 

  Ellos: siete años, desconocen el sistema educativo, solo saben la letra de su nombre, bueno, dicen que…pero no. Y trataba de motivarlos con la escuela, como si tuvieran alguna posibilidad de ir, cuando al ratito de algún bar les traen un paquete bien envuelto, papas fritas huevos, milanesas…retazos que le sobran al perro, diría alguno, pero de corazón, un manjar. 

  Y los gurises abren y se sientan con esa cara de emoción de comer algo, y me invitan claro, y yo sin dejar de escribir un mail urgente a la embajada de Tokio, empiezo por picotear las papafritas.

Estábamos de fiesta, cada cual en sus planes, impecablemente, cuando un grupo de mujeres que estaban sentadas abajo, a la salida del baño, tal vez con hambre, tal vez de mal humor de tanto chusmear al pedo, se enfocan en nosotros, y empiezan a hacer comentarios del tipo ““mira como le come la comida a los gurises…tanta computadora y no tenés para comer que tenés que mandar a pedir a los gurises… … …”” y así, con la desvergüenza del número, cada una decía algo que otra repetía o agrandaba. Mientras un par de habitués disfrutaba del decadente espectáculo. 

  Al principio no le dábamos bola, pero al contestarles fueron subiendo de tono el desprecio los insultos y la intolerancia mutua, y finalmente amenazas de subir a fajarme entre todas (lo que por suerte no ejecutaron), con esas mujeres que hacían cola hace dos días para cobrar no sé qué plan.

Con los chicos nos cagábamos de risa y seguíamos comiendo, después se fueron (seguramente estarían esperando a alguna “atracada”) sin aceptar que estos chiquitos de la calle me estaban enseñando el valor de la amistad. Más tarde vuelven las comadronas en un operativo comando y copan la glorieta, solo trepan cuatro, aunque tampoco se animan a nada, y se van por segunda vez sin escuchar más que sus propios lastimosos argumentos, prometiendo venganza.

Esto ya me estaba poniendo de mal humor, cuando el rengo de rastas se sube con otros dos pibitos refunfuñando “así que ustedes tiraban piedras porque yo no puedo correr, mira como yo también tengo amigos que saben correr” y así por el estilo como si yo no estuviera con uno de los chicos a cada lado (el, con sus dos “sicarios” atrás)   

  Le explico calmadamente que eran mis amigos y que si realmente quería educarlos o hacerles ver alguna falta, tendría que hacerlo de otra forma, de manera que les deje una enseñanza o algo útil como personas, ya que no dejaban de ser niños, y que adelante mío iba a ser muy difícil que les toquen un pelo. 

  Y otra vez empezó el baile, ahora era el rengo que despotricaba y amenazaba con el muletazo y toda su teoría de borracho amargo que cae hasta el punto de patotear a las criaturas, y yo sin ceder ni pegar, y sus cumpas que venían no se a qué (estos tenían ocho años) se quedaban callados y al margen hasta que bajaron a la plaza, y al rato también se va el, lloriqueando y ladrando, con sus ojos de burbujas de jabón.

Como se imaginaran ya tenía más que suficiente, pero el peladito (por los piojos) más chico me pide la bici y al demostrar que se podía subir se la presto: al bajar de la glorieta, tratando de pasar los escalones sin bajarse, se desparrama completamente en el piso, dando un poco de alegría al tenso ambiente, le recomiendo que no abandone la zona, con lo que a los dos segundos está dando vueltas largas a la plaza.

 Al rato no tenía más que hacer, guardo mis cosas y arranco tratando de ubicar al gurí, aparentemente se le había salido la cadena en algún lado según dijo el regador, pero no se veía.

En una de esas las mujeres me gritan, aaahhh no te animas por acá, como si su necedad pudiera marcarme el rumbo, pero… 

_“… Ahí esta ese es…los manda a pedir a los gurises y nos trató de…” 

  Ya le decían a un policía, que sin sacarse el casco se dispuso a interrogarme -parecía una película de extraterrestres- y yo me explique, mostré mis cosas, mis motivos, mis documentos (que llevaba encima porque tenía que viajar a Uruguay próximamente), me manosearon, y me recomendaron irme sin pasar por el banco donde estaban haciendo cola las mujeres. 

  Por radio no habían saltado antecedentes ni capturas, le explico que ya me estaba yendo, que solo me faltaba recuperar mi bicicleta, y arranco cortando otra vez la plaza, los milicos también, paralelamente, dándole el parte a un patrullero que ya estaba a la expectativa. Y no se veía nadie por ningún lado, solo arboles quietos.

Por un par de minutos flashé que había perdido la bici, pero sin dejar de pensar que el pibito había volado cuando vio la cana, obviamente, y así era, porque en otra calle nos vemos a una cuadra 

_¡Te estaba buscando! -me dice- Y que te dijo la policía? etc… 

  Nos despedimos hasta otro día, por suerte, alcancé a mandar ese mail.


Juegos de guerra


 

No son juegos 

 

 Hoy, y no recuerdo si antes alguna vez, vi pasar un avión de guerra por arriba mío, solitario en su zumbido ultrasónico, elegante y conciso en sus formas, y la admiración por semejante maquinaria me hizo pensar enseguida en como lo verían y sentirían en un suelo a punto de ser bombardeado, y como nos enseñan a admirar todas estas maquinarias de muerte.

  Y recordé, también, una vez que vi pasar a uno de esos helicópteros de doble hélice,  estruendosamente, y  pensé como deben temblar los corazones mucho más que el piso, mucho más que el aire, cuando aterrizan esos monstruos metálicos, cuando vienen arrastrándose  los tanques, y las horas que pase jugando a los soldaditos cuando era chico todavía me confunden.

  Y ese revolver de lata que tenía que parecía de verdad porque brillaba como metal, y jugar y jugar a matarnos, a perseguirnos y matarnos, a morir agonizando como un chiste… como en las películas, como en cualquiera de las  mil películas de guerra que miramos antes de los ocho años.

  ¿Igual que ahora? ¡Ahora es peor!

  Y si, sin embargo, a tono con la ausencia total de crítica con respecto al marco de consumo en que nos encauzan, hoy en día se sigue usando al cine, la televisión, los diarios y revistas y hasta a la radio como herramientas para imponer a cada hecho de violencia injustificada, a cada invasión, a cada asesinato político, un aura de inexorabilidad y romanticismo que nos hace encogernos de hombros.

  Los medios nos educan para dejar de lado las opiniones y aun mas, repetir y apuntalar el discurso oficial del estado o intrincados organismos supranacionales, verdaderas mafias que no detienen su marcha por inocentes escrúpulos.

  Y sigo pensando mientras como las últimas uvas, claro, si pensar no lastima, no genera, no detiene nada, sigo pensando y hago de cuenta que me importa algo.  

  Entonces: cuantos padres completamente cansados y faltos de imaginación, por no decir incompetentes o canallescos, amenazan a sus hijos de cuatro años con “que te va a llevar la policía” si hacen tal o cual cosa, generalmente nada malo sino solo ir un poco más adelante saltando y  jugando a ser niños, inocentes, crédulos.

  Y en esa materia sagrada ponen los padres su desgraciada impotencia y desilusión, su experiencia oscura del mundo, porque a ellos también los asustaron con el cuco, porque le temen al policía, a la ley que rodean en cuanto pueden;  porque ya no cuestionan ni sacan conclusiones, las compran hechas; porque ni sueñan ya con ser libres, inocentes y crédulos

  Porque el sistema exige que para triunfar tienen que consumir a sus hijos, en vez de alimentarlos, para que todo pueda seguir siendo tan fácil, tan pasmosamente decadente, tan artificial y cínico como es el mundo que construimos.

  Y así mientras miramos el noticiero, ansiosamente esperamos la sangre manchando la pantalla que nos libere de nuestra propia auto masacre, que nos justifique en nuestra indiferencia del dolor ajeno  y lejano.  

  Y una guerra cualquiera se vuelve interesante si la pasan por televisión, donde queda demostrado para siempre que los malos son los que mueren y que las bombas apenas si hacen un puffff y un destello en la noche, que por lo demás se ve hermosa, pintoresca ¡hermosa la guerra! 

  Y seguimos comprando armas de juguete para nuestros hijos, y nos instalamos a mirar la última película del Rambo actual sin darnos cuenta que un día el argumento va a dar en venir a libertar un país del sur de sus execrables corruptos dictadores y como vimos la película no querremos cambiar el final, feliz, feliz, y abriremos las puertas a la ocupación ya no tan lejana, ya no tan pintoresca, ya no la veremos por televisión.

  ¡Uy qué miedo! No, no es para tanto, si todo esta digitado de antemano, en algunos lugares se definen las cosas con un doble clic-arrastrar y van miles de millones para acá vienen nuevas instrucciones para allá, o era al revés, bueno, el tema es que no hay de qué preocuparse, nadie va a bombardear su propia casa, sus negocios, bancos, empresas, trenes, campos etc.

 ¿O ustedes lo harían? ¡¡En qué cabeza cabe!!  Solo es cuestión de que algún día se haga un tratado en algún lado repartiéndose la argentina, para que empiecen a cambiar las banderas de color y lo peor es que una parte de la población seguramente estaría completamente de acuerdo.

   Hoy en día las guerras se dan por la necesidad económica de mantener trabajando a las fábricas de armamentos y pertrechos, astilleros y etc., por eso no son como antes: espada, tajo, cabeza rodando, el que sigue… hoy en día para matar una persona se gastan un millón de dólares, y la cuestión ni siquiera  es ganar, sino seguir y seguir generando gastos militares, seguir imponiendo soldados que necesiten gastar un millón de dólares solo para ver si deciden matar a uno o a mil. 

  Claro que estas cosas no las vemos así después de Hollywood, porque ahora parece que lo importante es poder disfrutar de un despliegue organizado y perfecto de soldados milimétricamente sincronizados ultra tecnologizados y que muy bien podrían sentarse a nuestra mesa de lo educados y corteses que son hasta cuando disparan. Invitémoslos a comer, así nos sacamos las dudas, pero que se limpien las botas primero, porque en nuestra casa no van a dejar sus manchas.  …porque hoy somos más derechos y humanos que nunca.

 Porque todos estos son problemas ajenos, allá lejos, que se resuelvan allá, hasta mañana, buen provecho.

Pd (se canta con palmas):


       Los enanitos del bosque están

       Todos preparados para merendar

       Uno dos y tres, cuatro cinco y seis

       ¡Ya podemos comenzar!

       ¡Ya podemos!

       ¡Buen provecho!



11 marzo

Se justo y-o arbitrario


 

¡Jus-ti-cia! ¡Jus-ti-cia! ¡Jus-ti-cia!

 

De que estamos tratando de hablar en primer lugar, de la justicia como valor como aspiración, como ideal, o del sistema de justicia, del poder judicial de la nación. De una nación cualquiera

  En el segundo de los casos, hay dos estamentos, fundamentalmente, que se benefician de la administración de justicia: los abogados y los jueces, lo demás es cuento… que si culpable o inocente y cuantas pavadas, los que llegan al banquillo se quedaron sin respaldo por coyunturas políticas o no tuvieron dinero  en el bolsillo para pagar a la policía (al comisario).  

  Cuidándose de estos pequeños detalles, todo es posible, matar, robar, estafar a dios y medio  mundo, apropiarse del dinero y los terrenos públicos, y lo que se les pueda llegar a ocurrir, así que recomencemos.

  ¿Es la justicia un valor abstracto? ¿Es un fin? ¿Una herramienta? ¿Por qué hay que ponerse a hablar de justicia?

Hoy vi pasar una marcha de las tantas que dan en organizarse cada día en reclamo de justicia, me preguntaba cómo es que la gente pretende cambiar algo yendo a una marcha.  Habían matado a un gurí a balazos, el tipo está preso, y no entendí muy bien que querían sí que lo encarcelen cien años, o que manden un policía por metro hasta finalizar con el delito.  

  Después cuando se iban uno de los manifestantes atropello a un viejo en la peatonal y ni siquiera pidió disculpas, el hombre quedo indignado y a los gritos, esperando mínimamente, ese gesto, mientras los jóvenes manifestantes se reían de su estampa.  Tal vez mañana haga una marcha, tampoco voy a ir.

Pero a qué viene esta parodia… como pretender que un valor abstracto pueda ser acumulado mediante el número, o se logró más justicia por convocar a la marcha más grande del mundo, creería que no. Si es un fin, no se debería perder nunca de vista, aunque de sobras se ve en cada hogar y en cada lugar de interacción humana, que después de la marcha se olvida con facilidad de acuerdo a las conveniencias de un solo segundo.  

  Y esto es así.  Entonces podemos todavía aspirar a la justicia como herramienta, bajándola a un nivel humano, de personas, traducir el ideal a…

  Ese es el punto: ¿a qué?

Si partimos de valores predefinidos, o sea, no participamos en su elaboración, como es el caso, aparentemente, pues vivimos en comunidad y los consensos se construyeron en épocas que no conocimos, debemos apuntar, por fuerza a impedir su transgresión.  Traducimos(o traducen) la justicia a un palo, a una jaula, a la coerción o el determinismo etc. etc. 

  Y que logramos con esto, instituciones. Voolvamos atrás…

  Entonces crucemos un par de ideas filosóficas mas, como aquella que dice que una persona es un fin en sí misma, por ejemplo, y  tornemos el concepto abstracto, inhumano, a algo más personal, a una idea motriz o directriz que nos sirva. 

   Entonces se hace necesario evaluar el entorno, evaluar los viejos parámetros, definir de una justicia abstracta, inabarcable, una justicia que se inserte en el día a día, en el trato persona a persona, en nuestro día, en nuestra persona.  

 Tal vez si estamos lo suficientemente atentos podemos ser conscientes de las desviaciones a tiempo para corregirlas, para brindar justicia a la vez de ser justos, pero no es así, no en medio del individualismo despiadado, la indiferencia, el infinito afán de lucro, lo descartable que es la vida, desde el vamos que estamos en una posición poco favorable.  Sin embargo no apostaremos a la creación de nuevas instituciones, la justicia debe ser socializada. 

¿Y cómo lo haremos? Imaginémoslo, un plan cualquiera, ambicioso claro, por ejemplo este: en primer lugar se habrían de olvidar los últimos miles de años de seudodialectica sobre la justicia, para volver a consultar a la especie humana actual sobre lo que cree para fundar consensos actuales. Para esto se tomarían las unidades mínimas de aplicación, como podría ser un barrio, y plasmar el concepto en algo personal y territorial a  la vez que social y público, tendría que ser bastante divertido.  

  En segundo lugar, la contraposición de este nuevo concepto con las conductas individuales, tendría que poder ser responsabilidad aplicable por los mismos que lo generan, aunque habría personas encargadas de encarnar esta responsabilidad, sería bueno que sean elegidos por sorteo. 

  ¿O?  Digo yo, así se educa a los gurises de chiquitos por las dudas… (en realidad lo bueno sería encontrar alternativas a la prisión y los tormentos, a la coerción) con esta flexibilidad propia de las pequeñas estructuras sería posible articular los conceptos personales con los territoriales y los mismos con los adyacentes y así llegar a un concepto propio de una ciudad, provincia, país, mundo, región, paraje, hogar. 

  O sea partiendo de la base del carácter federal o autárquico de su administración.  En teoría lo justo estaría más cerca de la justicia, y los jueces más cerca de lo juzgado

Que consecuencias podría traer esto, indescifrables, incalculables con el enfoque y la experiencia actuales, solo sería cuestión de ponerlo en marcha a manera mínima de consulta estadística, ¿no? Eso no haría daño.  

  Y después, como decía uno, pruébelo a ver si arranca… o sea, démonos la posibilidad siquiera de pensar en opciones, como un ejercicio, para generar más opciones

   Claro que también están los esperan a la justicia divina, bienaventurados, allá los debe estar esperando, mientras ellos siguen en la tierra. 


 

Salir o reventar


 

Dicen que es así 

Cuando llaman los tambores sin cesar, cuando el calor es más insoportable que la lluvia, cuando no se puede más que seguir tal cual no pasara nada, se llega a la decisión de salir o quedarse encerrado,  exasperado, como un gato que mira los pájaros en el cielo. 

  Entonces se piensa “total...quedarse con buenas y abundantes provisiones es casi mejor que salir” y es cuando el circulo comienza a cerrarse sobre sí mismo y llega un momento que de tanto rozar las paredes el ambiente se carga de una electricidad que se vuelve dañina y hay que salir, a como dé lugar, a consumir esa energía rodante que sale de la piel.

  El inconveniente es que para ese entonces el mundo que percibimos ya no es el mismo por el que estamos caminando, pareciera que buscamos el margen de la  película, sobreimpresos a otra velocidad, las apariencias se detienen en el borde de las cosas, sobre la piel del mundo, y seguimos buscando la razón que nos permita detenernos…

 A la larga, terminamos añorando un lugar donde todo este quieto y sin opciones, un lugar donde cada gesto denote oscuridad y silencio, donde sin abrir los ojos podamos percibir el camino hasta el sillón donde miraremos hacia la puerta que nunca se abrirá.  

  Hasta que se convierta en una compuerta… hasta que alguien abra la puerta del freezer en que nos metimos, y nos deje ir caminando hasta ninguna parte, donde sobran hasta las palabras, hasta las cosas, donde el cuerpo solo es un medio donde guardar la conciencia que se expande hasta entender que todo es lo mismo.

 Y dormir con los ojos abiertos hasta que el mundo se deposite suavemente alrededor, suavemente, capa tras capa infinitamente, hasta cubrirnos como una frazada, y descansar, dejando descansar esa hipersensibilidad hasta el momento de  despertar en una realidad pegajosa que volveremos a combatir, sin excepciones… a como dé lugar.

 

Sobre la palabra...


 


 

(La palabra)

_ ¿Qué palabra?

_La palabra: palabra

 

 Bueno, que tema controvertido, la palabra, que difícil de definir en toda su amplitud o acotar en su mínima funcionalidad. 

 Por supuesto que no estamos hablando de la palabra dada o empeñada, ese antiguo documento de las personas rectas, honradas, de los tiempos de antes… la palabra, la palabra palabra o cualquier otra, se formó a través de milenios, persiguiendo transmitir una descripción de la realidad…

   Con el avance de la tecnología, y luego la industrialización, el abanico de objetos antes inexistentes se amplía en mayor medida que la que pueda captar en toda su vida un ser humano (hasta ese momento estábamos quedando fuera del mundo natural, ahora ya empezamos a quedar fuera del mundo humano).  

  En los pueblos primitivos el lenguaje representaba una parte total del mundo, comprobable y sin medias tintas, aprender una palabra era, sin dudas, para los niños de esas culturas, aferrar una parte del mundo.  Estos lenguajes, a pesar de no ser amplios, son precisos, y sumamente eficaces mientras no se trasplanten a una cultura diferente, se cierran sobre el individuo y su entorno…

  En tanto,  las civilizaciones avanzan, y con la invención de la escritura, el hombre se sienta a leer las palabras que escribió, ahora puede analizar y transmitir información en un formato ajeno a su cuerpo, a su voz, y sobre todo acumularlo, es la muerte en vida de los idiomas.  

  Las hipótesis, los falsos matices y la manipulación de la palabra aumentan tanto que sus sonidos ya pierden todo contacto con el sentido, pasando a ser combinaciones de letras, la sintaxis, la semántica, se llevan puesto al significado real de las cosas en favor de su representación, que de todas maneras, es lo único que conocen, en la gran mayoría de los casos,  los usuarios del idioma moderno. 

Estos lenguajes son sumamente abarcativos, aunque inexactos, pues es tanta su especialización, en un mundo basado  sobre todo en la propaganda  y el consumo, que cada significado se desdobla y se retuerce hasta hacer la comunicación algo más bien ficticio, y al  individuo, algo más bien utilitario.

  Con la acumulación y fijación de significados, mediante los diccionarios,  llega la última etapa, la de las elites literarias, los estudiosos del idioma, los ortodoxos; con sus contribuciones se produce la paradoja de una parte del lenguaje mantenido en el freezer por centurias sin hablantes, y otra parte viva luchando por su reconocimiento, sin lograrlo jamás, en el medio, millones de términos para referirse a la situación producto-consumidor, a la relación amo-siervo.

No es una situación fuera de lo común que no podamos decir lo que queramos, que no encontremos las palabras: desde chicos hemos sido educados en un idioma que se comprueba con un diccionario que no podemos llevar siempre en el bolsillo, menos cuando cada cual va corrigiendo y aumentando el suyo,  caminamos por el mundo real con un bagaje idiomático de laboratorio.  

  Cada vez que  hablamos de algo empezamos a perderlo.  

  También es normal que una vez que podemos decir lo que queremos, no lo entienden como lo dijimos, ya que además de la doble subjetividad que tiñe cada significado, el lenguaje establece una operación acumulativa entre las personas, a través de la memoria, que tamiza las palabras por la zaranda de sus supuestas intenciones.  

  Tal vez el arte sea una búsqueda de  significación sin palabras, para sortear estos contratiempos, aunque aislado en sus propias dinámicas, no llega a ser interpretado  sin perderse nuevamente a sí mismo. 

  Y sin embargo, nos relacionamos  a través de esta antigua herramienta para la transcripción del mundo a las necesidades humanas, y de hecho casi todos logramos nuestros objetivos, con solo aprender o desechar una o dos palabras por día.  

  En la sociedad actual, alcanzar nuestros objetivos significa que nos alejamos de nosotros mismos,  y hacerlo a través de las palabras no quiere decir otra cosa que desvincularnos cada vez más del verdadero rostro de las cosas.

   Es necesario contraponer permanentemente el significado con su referencia, en cada ocasión que abrimos la boca (la palabra escrita no tiene remedio, no cede) hasta acorralar el sentido hasta una imagen que nos remita completamente a algo, hasta unir nuevamente la palabra, como una flecha, con su blanco.  

  Tal vez de esa manera volvamos a tomar contacto con el mundo por nosotros mismos, y así volver a ser humanos de nuevo después de todo, tal vez todavía estamos a tiempo de ser una verdadera comunidad, en vez de un instrumento colectivo de canibalismo y distorsión social y cultural. 

   Entonces, es completamente natural que este desprestigiada la palabra, aunque tampoco se puede perder de vista, hay que reconocerlo, que  aún hay individuos que le prestan su reputación, y no por hablar de más, sino por darle un sentido, una fuerza, un valor que depende solo de ella.  …y, claro está, de su afinada referencia, de su coherencia textual en el tiempo y el espacio, de la relación entre lo que dicen y lo que hacen

  En síntesis, que ya fue suficiente, tengo la sensación de estar hablando de más sin decir nada, mejor apago la máquina y duermo, soñando un despliegue sobre el mundo sin decir ni oír, esa experiencia tan extraña y desencajante, casi aterradora a veces, que la olvidare al despertar, como todos, como todos los días.

 

03 marzo

Propietarios privados



  

 Porque todo es mío hasta que alguien demuestre lo contrario

 

Estamos en un mundo mal repartido, mal diagramado, mal encauzado… o no.

   O todo es como debe ser, todo está bien, en realidad, porque las cosas por las que luchamos o las que nos faltan tienen el mismo sentido que todo lo demás, cada rueda que se fabrica, cada servilleta de papel costo sangre destrucción y muerte.

  Como un  habitante más del mundo, considero a la propiedad como un insulto, alguien lastimo mi planeta, para decir que los frutos de esa ruina pueden venderse y comprarse, sistematizarse, adueñarse.   Me da asco, el que dijo eso merece lo peor, solo es un pedazo de mi tierra, ¿cómo no me preguntaron?

   Si todo se hace de lo mismo, entonces no  es tan rebuscado querer todo, y más de todo, como casi todo el mundo, aunque no podamos… pero si lo que quiero está lejos de mi alcance, y puedo lograr acercarlo con la señora nueve milímetros, por dar un ejemplo burdo, entonces lo hago y listo.

  ¿Y por qué no? O acaso no está hecho ese auto y ese televisor con la calidad del aire que respiro, con las cenizas de mis abuelos, con los restos de culturas remotas que son parte de mí mismo, hasta cuándo vamos a dejar en manos de los peores, la libertad y la decisión de tomar por las armas y la conquista lo que de ultima, podría ser reclamado por cualquiera. Y defendido por cualquiera también, claro.  

  No es que este pidiendo clemencia, solo digo que debería terminarse este estado de esclavitud moderna, en el que nos sometemos a la más cruel deshumanización, con el solo objeto de poseer un poco más de bienes declaradamente inútiles y nocivos a la conciencia y posibilidades de desarrollo como personas. Como seres vivos.

  ¿Qué iluso, no? Como si a mucha gente le importara más sentirse vivo que sentirse dueño de un televisor, desde el cual desligarse de hacer su apreciación del mundo; desde el cual desligarse hasta de su propio sentido del uso del tiempo hasta quedar aburridamente colgado de una pantalla a regañadientes porque “es lo único que dan” (en realidad todos elegimos el vacío de contenido que festeje, borre y a la vez disculpe el vacío de la interacción social).  

  Pero acumulamos porque así nos enseñan, según nuestras posibilidades, y el costo social y ambiental de tal sinrazón lo pagan quienes no pueden quejarse.  Y no hay escarnio o tropelía que no sea inmediatamente contradocumentado, falsamente historiografiado, hasta que la muerte de millones o la expulsión de sus tierras y medios de vida de personas o comunidades de miles de personas se pueda ver como una aventura quijotesca elegida voluntariamente por los cadáveres y los desplazados. 

  saquear, asesinar, mutilar, destruir familias y ecosistemas o condenar a niños de cinco años a comer basura pareciera ser parte de ”el lado oscuro”  de la humanidad al que lógicamente no pertenecemos, a mí que me revisen, dijo un ladrón ofendido.  Pero la verdad es que nadie sale de la superficialidad que impone el ritmo alocado de estos días para seguir uno solo de sus actos hasta sus consecuencias finales, y comprobarlo.  

  A lo sumo nos incorporamos como justicieros o acusadores de lo malo que todos conocen.  Sera por eso que tienen tanta relevancia Greenpeace y tantas otras instituciones de caridad, por servir a una coartada mental que limpie nuestra imagen, que disfrace nuestra forma de desvincularnos de todo, subrayando una conciencia casi siempre falsa e inexistente.

  Es decir, no somos mejores que el ladrón que tuvo mala suerte y atraparon, que el asesino artesanal que espero a su víctima en un callejón, que el empresario que sumo algunos caños más a su desaguadero ilegal hasta desembocar espumosamente en el arroyo hasta ayer transparente de vida.  Todo el sistema ético y moral sobre el que descansamos es falso, decadente y meramente declarativo, pero nos sirve, vaya si nos sirve…

  ¿No se entiende? Perfecto, no es mi intención, sino todo lo contrario, solo de la duda y la confusión podrá nacer un sistema propio de reinterpretación de estos decadentes, actuales, objetivos. ¿Es lo que tendríamos que hacer hoy, no? 

  Aunque sin esperanza, es difícil sustraerse a uno mismo a lo que aprendimos cada día hasta este momento. Pero deberíamos, renacer a un mundo nuevo donde realmente tomemos decisiones, donde realmente apostemos por nuestro desarrollo, evolución o como quieran llamarle. 

  ¿Y cómo lo hacemos? Seguro no será salvando esas gordas ballenas o pandas gigantes.

   A nuestro alrededor hay suficiente esclavitud y miseria como para ocuparnos de tan simpáticos animalitos, y tampoco hay tiempo para esa miseria, en realidad, porque nos falta para encargarnos de nosotros mismos… 

  ¿Pero que somos? Si no partimos de un punto cualquiera seguiremos siendo objetos, si objetos.  Es largo el camino que hemos recorrido, desde la desnudez vigilada con la que nacemos hasta la formalidad adecuada a nuestro entorno, con la que vivimos.  Solo perdimos, perdimos injustamente. Ya no hay tiempo para analizar, para modificar. 

  Solo romper se puede, solo quemar y caminar con el humo de las ciudades a nuestra espalda. Caminemos, desnudémonos, ¿cuál fue el primer ser humano que prefirió una hamburguesa a la sangre caliente del animal recién matado? Todo se perdió en el libro gordo de la falsa historia, como si mil imperios valieran más que un solo lagarto al sol…

  Destruir, matar y robar, masacrar, ya es una necesidad cotidiana en las ciudades, votar, consumir y trabajar, son mascaras para ocultarlo: fuego, no dejen de dar fuego, desnudos y sin provisiones todavía tendrán un segundo de libertad.  Antes, eso se valoraba más. 

Perros y mujeres


 


Una noche en la glorieta… 

Hoy salía de mi casa rumbo a una opción reemplazativa de  lo que en realidad quería hacer cuando no había hecho ni media cuadra y empecé a escuchar unos gritos desgarradores mezclados con unos ladridos de perros salvajes,  el tema sonaba más o menos así:

 ¡Socorrrooooo! ¡Ay dios miooo! 

  Y así repetidamente en tonos altos y quebrados, y mucho guau guau guau  guau, y yo que llegaba tarde a un lugar donde pensaba llegar temprano, pero sin ninguna gana de ponerme a solucionar problemas ajenos, menos de perros, caminando mientras esperaba la extinción del cotorreo, aunque en su dirección.

  Pero el griterío  de la mina seguía y seguía, histeriqueando como una loca, hasta un punto en que llegue a pensar que se la estaban comiendo(a veces pasa) y yo ya cruzando la esquina y veo a la media cuadra un perro Bull Dog o Bóxer o algo así, trenzado con un perrito, dos manchas de color marrón claro girando enloquecidas, la mina llorando, apenas despeinada por su gesto de agarrarse la cabeza, y otro tipo mirando.

  El espectador era, seguramente el dueño del perro grande (ah, porque el otro perro era una carcacha, esos terrier de pelo corto que no miden más de dos baldosas de largo incluida la cola y el hocico) 

  Y un auto frena, tal vez porque ya se habían separado los perros, retrocede y el tipo se baja y quiere a garrar al perrito casi medio muerto(no se para que), aunque yo lo que  hubiera hecho es callar  a la histérica de mierda como primera medida, pero el perrito no quería nada, estaba vivo y había zafado del perrazo  e intentaba morder al comedido mientras saltaba como una marioneta que le cortaron la mitad de los hilos.

  El tipo seguramente habrá quedado igual como un héroe frente a su mujer y sus hijas que miraban desde el auto, y yo que me iba arrimando no se para que porque no andaba con la cámara, y dado que el problema se había solucionado, seguí mi camino y desde una ventana en la esquina una vieja que intentaba conversarme con su baba diciendo “…ese perro mato al mío la semana pasada…” 

  Lógicamente no me detuve a escucharla pero me hizo pensar en cuan estúpida se está volviendo la raza humana y también en este terrible condicionamiento con que son educadas la mayoría de las niñas en nuestra sociedad, de una manera que muchas se hacen mujeres y luego ancianas y después se mueren sin tener ni siquiera conciencia de sí mismas, sin saber defenderse, sin darse la menor posibilidad de pensar solas.  

Y como la mente agarra cualquier miguita y se la cocina, me imaginaba a la primera mujer en el caso de que el perro hubiera agarrado a una criatura gritando cada vez más fuerte sin reaccionar, sin intervenir, viendo morir a su hijo con el espanto más grande del mundo, completamente desolada, pero de cualquier manera imperdonable, por lo menos para mi punto de vista, no descarto que haya otros. 

Por suerte ya iba como a media cuadra y no se escuchaba más nada y seguí pensando en otras cosas, seguramente con algo más de sentido pero no tanto como para que las recuerde.

  Entonces llego a la plaza y en la glorieta estaban estos gurises del Hip Hop haciendo acrobacias, y les digo yo tengo que enchufar acá,  y sin ningún problema corrieron sus mochilas y me dejaron un lugar donde pude observar, a su vez, la forma increíble en que dominan el cuerpo, y mientras me conectaba a la señal ya apareció uno de estos jipis si podía mandar un mail, y por supuesto esperame un minuto que mando el mío antes, y después no vino más, tal vez no se volvió a acordar del tema, mientras me interiorizaba de esta forma de arte y sus exigencias, viendo cuando nos podíamos volver a cruzar para hacer algunas fotos…

Y se fueron, ya era la hora, y anochecía mansamente y viene otro a ver si esta vez sí podía recuperar su Facebook, que como hace un año que no lo abría, le pedía mil requisitos.  Uruguayo, entre otra gente, pateaba con una misionerita que se había escapado de su casa, que también quería volver a hacerse un Face pero ya se le había cerrado hasta el mail. 

  Yo  venía de tomar una birra y quería seguir adelante, así que nos fuimos a buscar algo con ella mientras el novio se enredaba en internet, y gracias a la ley seca que justo ayer se habían puesto a recordar, por no sé qué cambio de inspectores, según me comento un quiosquero, tuvimos que recorrer la mitad del centro hasta que un quiosco nos vendiera Fernet.

  Así tuve la oportunidad de escuchar algo de la historia de esta chica, que se quería quedar a vivir y trabajar en Concordia, y como siempre estaba al cuidado de alguno de los otros, por los motochorros y etc. y volvimos...

  Todavía estaba mi computadora por suerte y el pibe todavía no había podido recuperar su Face (eso paso recién como a la mitad del Fernet) y mientras los gurises definían si estaban todavía de novios o habían cortado, lo que parecía bastante difícil de deslindar, la glorieta se iba llenando de gente de barrios lejanos, como si lloviera, apareciendo los cumpas de viaje.

 Pasó el rato, mientras se quedaban a curiosear los gurisitos que cuidan los autos y las chiquitas que venden tarjetas (colaboración a voluntad) y algunos se dieron la posibilidad de tener su primer contacto con la tecnología.   

Nunca me deja de asombrar lo naturalmente que la incorporan y la manejan,  y yo que entre el fernet y las historias de los pibitos y los Facebook ajenos me iba olvidando de mis planes, o tal vez no tenía planes que recordar esta vez, me dedique a beber y vivir, con el riesgo de mearme de risa de su desfachatez y la mía.

  Solo un policía nos advirtió que no molestáramos a nadie, tal vez porque percibió que nos estábamos riendo de su chaleco antibalas.  

  Y así corrieron las agujas del reloj hasta que se hizo de día y fui a desenchufar mi maquina la metí en la mochila y encare la vuelta, sin acordarme hasta hoy que tendría que haberme puesto a estudiar matemáticas…


01 marzo

¡El Arte! ...y los artistas


 


 

 Ser artista, o ser humano 

Creo que algún escritor lucido como pocos, invitaba a recuperar el valor practico, funcional ,  de su obra, es decir, proponía que el papel escrito con sus cuentos o poemas se usara si fuese necesario, como papel higiénico, para prender el fuego, para anotaciones varias, como relleno de almohadones o para envolver el pescado etc. etc.   

 Entonces me di cuenta que ese tipo merecía respeto, porque el único peligro del artista es volverse elitista, soberbio, indiferente, altivo.  

  Como si no tuvieran el resto del mundo una visión autorizada sobre la vida, como si no pudieran ser incomprendidos o pasar penurias los demás, como si un punto de vista entre siete mil millones fuera más valido que otro, una locura, insana.  Ser consciente de eso es un logro supremo, en ciertos ámbitos.

  Pero estaba mirando a estos tipos y sus esculturas, algunos más apasionados que otros, algunos más académicos que otros, y nunca termino de entender cómo es que empiezan a aislarse, de qué manera un día transforman su visión del mundo en algo tan enrevesado y oscuro, tan “visceral” que pierde todo contacto con el mundo.

  Ha nacido un artista.

  Al margen de lo que haga, su carnet es el absoluto hermetismo de su obra: la incomprensión autorreferente, la falta de un mensaje que pueda ser decodificado por alguna otra persona.  

O será ese su mérito, el de tener tan pocos puntos de contacto con la gente común que la fuerzan a poner en juego sus propios recursos y experiencia en busca de un sentido

 ¡Ese sería un buen ejercicio!  Ahora, los entendidos, los admiradores del arte, los que pretenden interpretar al artista en vez de a sí mismos, cofundadores de parámetros estéticos, intelectualizantes, cuasi críticos… solo son el viento que hincha las velas del artista en rumbo a la desconexión social de su obra.  

  Algunos incluso la rematan fundando un estilo, todo parecido, todo comparándose a sí mismo, como si se hubiera empantanado su inspiración al ir cruzando por la mitad de su alma. 

  Y sin ponernos a discutir que se gasten setenta mil pesos en algo que no durara sano ni hasta el otro año, comprendo al ciudadano “común” que no puede exponer en un salón su forma de vida, pero en vez de ver esculturas tiene que imaginarse los servicios básicos, porque no existen, y ver como la solución que podría darse a todo un barrio, se vuelca en un mensaje declaradamente inútil, orgullosamente inaccesible… 

  Es natural que se rompa la obra, que en el frio invierno se parta a hachazos y se queme sin lastima esa hermética talla en madera.

 ¿O qué? Morir por el arte, morir de frio por el arte, bueno, no lo hacen los artistas, porque alguien más entonces…

  Sin irnos tanto del tema, caminemos como la garrapata macho hasta donde está el asunto, ¿pero cuál es? ¿Hay algo realmente importante en todo esto, o es solo la proyección de un delirio egomaníaco que se encarna en una necesidad de reconocimiento? 

  ¿Se trata de una minoría hipersensible que ha logrado encarnar lo más profundo de las aspiraciones humanas? 

  Diferenciemos: el arte de las elites, y la lucha de las minorías.  Parecido pero diferente, pues mientras las minorías luchan por sus derechos, básicamente, por su derecho a existir, luchan, ampliando un milímetro la perspectiva,  por todos nosotros, por el derecho común a existir, a ser humanos, pero…

  El artista lucha por sí mismo como cualquier banquero que una vez encerrado el dinero en la caja fuerte, puede desvincularse de su rendimiento, el artista lucha por generar un significado ajeno, diferente al ser humano, porque está conectado con dios, y esto le parece evidente y apropiado, ni siquiera persigue un  sentido mundano, pues sería codearse con la plebe, lo evita, lo desprecia.  

Tal vez solo está luchando por acentuar su aislamiento de la especie… o no, estoy confundido, también se atreven, hasta en los momentos del naufragio social o institucional, a producir significado cuando todo esta callado oscuro y quieto, a traducir lo oculto y censurado a los que quieren saber, en un lenguaje que se inventa mientras mira y es mirado.

  Porque una obra de arte mira a su interlocutor, lo requiere, lo atrapa hasta minar su conciencia con el reflejo de cosas terribles o hermosas. Es la obra viva tan posible como la obra muerta, la superficialidad como el compromiso, la arrogancia como la humildad.

  Porque el artista no deja de ser un ser humano, como todos, tan infinito como un niño descalzo pidiendo pan o una señora baldeando la vereda a las tres de la mañana, como ellos, resignifica una parte del mundo, lo  transforma, aunque evitando lo efímero de la cotidianidad, en busca de un valor atemporal de bajo compromiso, o incomprensible, que le permita alimentarse de la misma esencia que denigra.

  Entonces ¿Es posible hacer una crítica del arte, siquiera una historia del arte?  

  No, son falacias. Solo se puede ver, ignorar, romper o admirar, pero el hecho de lucrar con seudo significados sangrando a la obra y al artista (como si les sobrara sangre) embutiéndolos en clasificaciones y etapas históricas, ha arrasado, por no poderlos sistematizar, con miles y miles de artistas con sus telas y piedras y maderas al hombro.  

  Detengámonos a tiempo, es válido ayudar a cruzar la calle a un ciego, aunque después le hagamos una zancadilla, pero dedicarse a multiplicar técnicas de la edad media que ya entonces estaban contaminadas...

  O clasificar contenidos probables en esquemas arbitrarios, o regodearse en la extinción del contexto para decir que estamos ante un “clásico”, que casi siempre se refugió a la sombra del dedo que señalaba las cabezas que debían caer

  Ajá, sigamos otro día, me estoy poniendo demasiado violento!  Me voy a poner a estudiar matemática, así resignifico mí tiempo en algo útil.



Felices e Incapaces

  Bueno...   Siempre es un problema conocer a gente importante.  Y es un problema porque la gente importante tiene problemas importantes... ...