Nadie sabe lo que esta pasando...
Ey!! Que buena frase para comenzar una película! Algo así como un documental -preapocalíptico-entre conspiranoico y criminal, que siembre dudas pero también certezas inverificables! Que fermente la rebelión pero no la permita!!
Algo bien tradicional, que alimente la apatía, el conformismo, la impotencia y el fatalismo moderno ...Ahí va de nuevo:
Nadie sabe lo que está pasando...
O si, todos lo saben, lo sabemos, pero no alcanzamos a entenderlo. Lo que está pasando es que nadie entiende qué es lo que está pasando.
Eso está pasando.
Claro, porque para entenderlo, hay que ir a la base, o mejor aún, a la base de la base, porque todos sabemos qué está pasando en la sociedad, porque esta pasando en las familias, que son la base de la sociedad!!
En definitiva, que no vivimos mas que en un autoreflejo, que no hace mas que demostrar a gran escala, la increíble decadencia en la que se ha sumergido la especie humana. Nos hemos degradado como especie, y eso ha pasado porque la suma total de la especie, se compone de ejemplares que se han degradado como individuos. Y esto no se trata de supremacismo, elitismo ni racismo, sino de la mas pura realidad. Se trata de lo patética y cotidianamente comprobable.
Claro que siempre hay casos excepcionales, aunque su efecto es demostrar la regla, recordarnos, que el ser humano fue...puede ser...otra cosa. No, en realidad, ya no... como no pueden volver al bosque los perritos falderos, ni las ovejas a la montaña, ni un viejo león de circo a cazar a la sabana africana. El hecho es que estamos cómodos, nos sentimos cómodos en nuestra interminable y predecible mediocridad.
Y hundidos en la mullida, tibia y pegajosa internet, todos nuestros males y nuestros fracasos, nuestras frustraciones y rencores, vuelan como pájaros por un rato, para que la fantasía nos renueve. Con solo invertir unos centavos de nuestro dinero, podemos acceder a una dosis de insumos químicos, manufacturados a gran escala en laboratorios modernos de diseño de la conciencia,.
Think Tanks, Medios Masivos, Juegos en Red, Influencers, o el entorno de cualquier Cyberteatro de Operaciones se convierte en un disparador que produce insumos químicos en nuestro cuerpo y nuestra mente, a los que hemos acostumbrado a obedecer a estímulos tecnológicos externos, ya que es mucho mas cómodo que asumir la realidad por nuestra cuenta.
Luego, dormir, comer, trabajar, volver a la rutina, votar, ganar dinero, ser testigos indiferentes del asesinato premeditado y milimetrado cronométricamente de nuestros congéneres, al mismo tiempo que compartimos el escenario, donde un día seremos asesinados, descartados.
Desactivados, por el sistema.
Si. Y eso si, es una certeza. Porque para eso nos educaron, nos adoctrinaron, nos adiestraron, nos sometieron y domesticaron desde nuestra mas tierna infancia.
Porque nuestra única función fue aceptar la autoridad, o mas bien, fomentar y justificar el autoritarismo en el que nos veríamos inmersos mas adelante, mediante un sistemático ensayo que consistiera en decir: Si Papá! Si Mamá! Y despojarnos entonces de preguntas y dudas, hasta no necesitar explicaciones ni motivos.
Para poder ir a la escuela a decir: Si Señor Profesor! Si Señorita Maestra! Hasta dejar de preguntarnos la utilidad o la función de nuestro adoctrinamiento, o el uso de nuestro tiempo.
Y todo eso para poder sentirnos cómodos, y hasta orgullosos en un uniforme corporativo, hasta normalizar los uniformes de las mas grandes y peligrosas corporaciones del planeta, las fuerzas de seguridad y los ejércitos.
Todo para poder vociferar: Si Sargento! Si, Coronel! Y todo esto para poder aferrarnos a una metralleta y matar, matar, matar.
Todo para matar sin piedad, en cuanto nos digan que ha comenzado una nueva guerra? Para sentarnos en el puesto de una fábrica a mover una palanca y fabricar un hermoso vaso donde las familias viertan la sidra del brindis navideño?
No, solo son distracciones, Pequeñeces...
Todo es para que cuando nos saquemos el uniforme, el delantal, el mameluco, y encendamos la pantalla para desperdiciar nuestro escaso tiempo restante -mientras nuestros hijos aprenden a ser indiferentes, apáticos, sumisos y autodestructivos- nos sintamos libres. Libres como pájaros. Libres como liebres.
Todo eso es para que cualquier resquicio de conciencia propia, de autodeterminación que aun siga latiendo bajo nuestra piel, sea aplastado y opacado, apagado por nuestra propia sed de estímulos instantáneos y baratos, por nuestra absurda necesidad de desconexión que refresca cotidianamente nuestra renovada voluntad de esclavos...
Todo para poder estar frescos y disponibles, para sonreír aliviados, cuando nos pongan las cadenas nuevamente, mañana.
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