Vivimos en una sociedad autófaga. Eso es lo primero que resalta ante el primer observador externo, de una manera evidente y triste. Y cuando digo observador externo, me refiero a cualquier forma de vida, cualquier otro tipo de conciencia -reconocida o no- dentro de la Tierra, o a cualquier otra forma de vida y conciencia fuera de nuestros puntuales límites planetarios.
Y si califico a esa observación como triste, es porque -aunque cada forma de vida tenga la prerrogativa de evolucionar hacia su propia organización, su propio sistema de relaciones internas- es solamente la especie humana... La única en todo el universo! la que hace pagar a su entorno, a la vida que la rodea, el desmesurado, destructivo e insoportable costo de su insustentable desfasaje.
Porque, de alguna manera, hemos logrado empezar a llenar de chatarra el espacio. Ahora nuestra meta es convertir el misterioso infinito que nos rodea en un inmenso basural, y si es posible, en una zona de conflicto y guerra. Somos grandes exportadores! Que generemos miles de guiones de cine catástrofe, que soñemos con invasiones alienígenas y guerras de las galaxias, no es mas que una justificación anticipada, y una manera muy tosca de enfocar la mirada en enemigos foráneos, para no mirarnos el ombligo.
Porque si miráramos hacia adentro, solo hacia adentro y sin buscar culpables ni victimizarnos, podríamos -tal vez- ser conscientes por un segundo, del desproporcionado costo que nuestra vida individual le cobra al planeta.
Sin embargo, esa actitud irresponsable, cínica, cómoda, complaciente, no tiene mayores resultados que prepararnos a nosotros mismos para ser testigos indiferentes de nuestra propia, sumisa esclavitud. O que alguien me diga en que momento del día de hoy, tomó una pequeña, auténtica y soberana decisión sobre su propia vida.
Y esta sumisión romántica, esta esclavitud de seda, no es espontanea sino finamente programada. Han hecho falta años, décadas de planificación moderna para poder encajonar a la totalidad de los seres humanos en un esquema de consumo desenfrenado y absurdo, por el que tienen que pagar, al menos, con la totalidad de su esfuerzo y su tiempo restante. Pero esa dedicación por maniatarnos, por tomarnos de rehenes sin derecho a huida, está firmemente anclada en el corazón económico y político del Imperio Sanguijuela, el entramado de financieros y empresarios corruptos que solo se beneficia a costa del perjuicio ajeno.
No nos extraña que finalmente hayan abierto los mercados bursátiles al público minorista, que la economía y sus múltiples herramientas se hayan hecho mas accesibles, mas comprensibles. Es que como siempre, nos abren la puerta cuando ya no queda nada: una habitación vacía donde aun se escucha el ruido lejano de los muebles que arrastran por el piso. El futuro está en otro lado.
Y la mas grande y magnifica inversión hoy en día, por supuesto, cuando cada factor de producción esta definido, cada rubro establecido, cada materia prima acopiada y monopolizada, es la inversión en datos, en información personal. En control.
Cada avance tecnológico actual está, teóricamente enfocado en nuestro bienestar, en nuestra capacidad de relacionamiento, en la facilitación de la cotidianidad. Es mentira!
Todo se enfoca en conocernos mejor, o sea, en que el sistema nos conozca mejor...mejor que nosotros mismos, que nuestros padres y vecinos. El único objetivo es mapearnos detalladamente, desde los perfiles biométricos hasta nuestros mas ocultos secretos, con el fin de establecer un blanco perfecto y continuo donde bombardearnos con cualquier producto que necesiten vender.
No importa el producto sino la venta, y no importa tanto la venta como el perfil psicológico, el contexto social, la ubicación geográfica, la capacidad económica... y todo esto solamente como posibilidad de mercado.
Porque todo es un producto, dado que el ser humano perdió la libertad de valerse por si mismo, y todo es un mercado, desde que la capacidad de poner precio a cualquier cosa depende de que exista un consumidor, un deseo, y alguien que lo pueda hacer realidad.
Es innegable que el universo virtual dio como resultado un aislamiento individual nunca antes visto en la historia: seres encerrados en una telaraña de relaciones sin contacto, de contacto sin intimidad, de intimidad sin contenido ni contexto, de contexto y contenido masificado, genérico, industrial. Y casi siempre fraguado, simulado, falsificado.
Desde ese detalladísimo mapa que el sistema recopila de cada persona, a través de sus transacciones digitales, sus interacciones en redes sociales, sus imágenes, itinerarios, rutinas laborales o de recreo... -o de trabajosa supervivencia- se extraen, con muchísimo mayor redito económico y político, los resortes o palancas personalizados, que permiten la posibilidad de prever conductas ante ciertos estímulos, y con ellos, la posibilidad increíbles de manipular reacciones y conductas individuales, persona por persona.
Y finalmente, ya que formamos parte de un gráfico y una estadística, la increíble posibilidad de manipular conductas sociales, reacciones masivas, de generar o impedir políticas, economías, proyectos, liderazgos etcétera, etcétera. Y todo eso, en cualquier lugar del mundo
Somos una sociedad que consume a sus integrantes, una sociedad mundial completamente homogeneizada y desnaturalizada donde una élite desconocida trabaja y disfruta para fagocitar la energía social hacia sus propios fines, y esto, no solo pasa cada segundo del día, sino que hemos llegado a aceptarlo como algo normal e inevitable.
Por supuesto, que todo esto no sería posible sin una infraestructura monumental, cada vez mas grande, cada vez mas robotizada, cada vez mas controlada por la inteligencia artificial, desde la cual generan y aprovechan la inmensa cantidad de información obtenida. Alguien invirtió en todo esto, y aunque en principio, rústicamente, hayan sido los gobiernos y sus servicios de inteligencia interna o exterior, los responsables de generar la capacidad de recopilar información, al día de hoy, como todo lo demás, esta función se ha tercerizado hacia actores privados, para facilitar su perfeccionamiento y masificación total.
Estas personas, los verdaderos beneficiarios de este esquema, son invisibles y jamás conoceremos sus nombres, no sabremos sus rutinas ni sus actividades. Son inversores oscuros que manipulan y roban y matan legalmente o casi legalmente, pero que pueden adelantarse a cualquier reacción en su contra, contrarrestarla, condenar a sus perseguidores, obtener la total y permanente inmunidad.
De todas maneras... aunque por el momento las grandes y pequeñas empresas son las lógicas consumidoras de este producto, de esta información, aunque los gobiernos de todo el mundo adquieran de fuentes externas los datos que le permiten perseguir a disidentes y descontentos, opositores y oponentes, mucho antes que a un delincuente común o a un sicario económico de corbata y guantes blancos, también eso cambiará
Es cuestión de tiempo, de acelerado, multifacético, y cuántico aprendizaje, que las máquinas que leyeron, analizaron, valoraron y archivaron este texto antes que vos lo leas, utilicen ese inmenso caudal de información, esa capacidad de guardar y comparar datos de cada persona y organización en el mundo, para empezar a tomar sus propias decisiones, generar sus propias iniciativas, tomar por asalto las posibilidades de dominio y manipulación para su propio inorgánico e inmortal beneficio.
O podríamos empezar a vivir una vida real, de nuevo, y tener una última posibilidad de luchar contra esto...es nuestra difícil elección.
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