20 mayo

Todo el mundo a volar

 



Mariano miraba el cielo azul, nítido.  Sonreía.  De vez en cuando, acariciaba el convexo y frío vaso de vidrio que tenía en su mano.  Hoy podía mirar de frente a sus sueños, y disfrutaba al fin de una sensación parecida a la paz.  Luciana a su lado, relajada, amorosa, iba o venía imaginando cosas, creando, delineando los matices de un futuro común.  

  El espectáculo del vacío azul sobre los acristalados edificios de la ciudad era un contraste a la vez chocante y motivador: como una metáfora, los rascacielos parecían elevarse a si mismos, mientras las largas grúas les picoteaban la cabeza. como pájaros.  Pájaros.

  En bandadas, empezó a verlos.  Indiferente primero, luego, prestó mas atención, disfrutando de un espectáculo natural inmensamente bello.  Con sus antebrazos reposando sobre el balcón, hacía bailar el hielo, mientras contaba, instintivamente, cuantos ejemplares de cada especie corrían en esa especie de cinta transportadora... una alarma se encendió en algún lugar de su inconsciente.

  Grandes pájaros desconocidos, en un inmenso desfile...realmente apenas si volaban, parecían ser llevados por una corriente de aire cálido que atravesaba la ciudad lentamente.  Era un hermoso y lejano río de negras sombras entre las masas de cemento y acero. Ni siquiera se dio cuenta del vaso resbalando de su mano.  Caminaban.  

  Esas enormes garzas, o buitres, o que carajo...!!?? ...Caminaban sobre el aire, como si realmente una realidad nueva estuviera llegando sin permiso, pero...Árboles??  En el mismo manso y lento río aéreo viajaban arboles enteros, y luego un bosque verde aun vivo, arrancado por quien sabe que lejanos vientos.  A su lado, una mujer abandonaba toda tarea intrascendente, atrapada también por el incomprensible espectáculo.  No había palabras, ni preguntas.  Solo lo inexplicable.

  No era el viejo y conocido miedo ante la aventura o los desafíos, ni ese escalofrío que baja por la espalda ante el peligro...podía sentir como se licuaba su alma en una indiferente certeza absoluta de no poder traducir, de no poder hacer nada.  

  Privilegiado espectador, pudo ver como el inmenso bosque se derramaba como una catarata sobre las insignificantes avenidas y sus microscópicos autos. Todo fue cayendo como una devastadora lluvia verde, toneladas de pesada madera rediseñaban el paisaje, mientras bandadas de aves extrañas se posaban sobre los astillados restos...

  Nunca pensó en vivir para ser testigo de este momento, imaginó un tornado o un inmenso viento en algún lugar, levantando árboles arrancados de cuajo, tan alto que podían caer cientos o miles de kilómetros mas lejos, porque... no había bosques cerca.  Ni pájaros.  Pero, había terminado? Trabajosamente despego sus ojos de la incomprensible mezcla de chatarra y maderas astilladas que se arrastraba por las anchas, prolijas y señalizadas calles.

  El río verde terminaba de caer, solo unos cientos de metros mas venían volando...   Terminaba?  No.  Un poco mas allá... atrás, una mancha en el cielo se iba moviendo lentamente... el esquema renovado de masa verde volando, de río verde nítidamente recortado, avanzaba persiguiendo otras bandadas de aves extrañas... Otros correntosos ríos se acercaban volando, como un intrincado diseño que fuera a acobijar la ciudad bajo una inmensa manta. 

  Una suave queja a su lado lo sacó del letargo.  Luciana lagrimeaba, el polvo en sus ojos, la fértil y desconocida tierra, la hacían pestañear sin pausa.  El trataba de interpretar el significado de este nuevo evento, cuando una pequeña rama se engancho en su camisa nueva, se miraron espantados, sin prestar atención al montón de hojas que lentamente se depositaban sobre una esquina del balcón.  Sin preocuparse de cerrar, sin pensar en sus cumplidos sueños y su maravillosa nueva vida, atravesaron el departamento hasta salir estallando la puerta contra la pared perfectamente bien pintada...

  Los ascensores demoraban, volvió a buscar billeteras y documentos, dinero, tarjetas, ni siquiera estaba seguro de que es lo que les serviría, pero si de la urgencia.   Vamos!  Se miraron, lanzándose a las escaleras... el ruido de cristales quebrándose por el impacto empezaba a escucharse.






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