Según una anécdota popular, en el viejo Aeroclub de la ciudad de Concordia, como ha sucedido varias veces, un artesano industrial diseñó, fabricó y puso a volar un artefacto volador. Para el vuelo de prueba, se presentaron como voluntarios tres personajes icónicos, un adicto, "pipero", aficionado a fumar crac, un abogado defensor penal de los tribunales locales, y un policía corrupto, uno de tantos que pululan en desmesurada abundancia en el mencionado narcoestado, alguna vez conocido como "La Perla de Entre Ríos".
Al poco tiempo de vuelo, ante los asombrados pasajeros, que compartían un porro, sin contar con ver perturbada su tranquilidad y apreciación del paisaje rural con malas noticias, el piloto los informa de la novedad de que el motor tiene una falla y pronto va a detenerse completamente, tras lo cual salta en paracaídas.
Los otros tres personajes, viendo llegada su hora de abandonar la nave, acuerdan saltar los tres al mismo tiempo. La pregunta es: Cual de ellos llegó primero al suelo?
La inesperada respuesta, ante la curiosidad del amable interlocutor es: A quien mierda le importa!!!!
Claro, la historia no es real, aunque a todos nos gustaría que lo fuera. Aunque si han habido soñadores que diseñaron y construyeron aeroplanos y helicópteros.
Lo que intento señalar, puntualizando la atención en estos arquetipos que día a día destruyen la ciudad y la tranquilidad de sus habitantes, es el cansancio absoluto, la indignación cotidiana, y el hastío total de una sociedad devastada por el negocio oficial del narcotráfico, fomentado y financiado durante décadas por el mismo dinero de los contribuyentes, a través de políticos corruptos, policías corruptos, fiscales, defensores y jueces corruptos, funcionarios y jefes de gobierno corruptos.
A través de su continua, laboriosa y dedicada gestión, han logrado criar como si fueran sus hijos a miles y miles de delincuentes de poca monta, entre los que se cuentan pequeños vendedores de droga, prestamistas, encargados de casas de empeño, adictos, delincuentes comunes, asesinos, degenerados, proxenetas, alcohólicos, aduladores y falsarios, casi todos los cuales, han ido encontrando su lugar como irresponsables y dañinos trabajadores estatales en diferentes estructuras e instituciones municipales de la ciudad.
Esta es la situación al día de hoy, y es la causa por la cual es tan difícil extirpar de las calles el flagelo de la droga berreta y barata que convierte en zombis a la juventud, tan costoso luchar contra la violencia que destruye hogares, personas y familias, sueños, clubes y cuadras enteras.
Esta es la causa por la que es tan difícil ponerle un coto al fenómeno siempre creciente de la delincuencia desenfrenada, impune, y descaradamente violenta, que convierte en escombros y cenizas, en lágrimas y sangre seca el esfuerzo de años de trabajo coherente y honrado de esforzados ciudadanos.
Esta es la causa por la que es tan difícil ofrecer otra cosa a los suburbios que la dejadez y la desidia que transforma en basurales y cloacas a cielo abierto las polvorientas calles de todos los barrios.
Pero esta es la situación al día de hoy, lo que quiere decir que de alguna manera, todos participamos, lucramos, o la dejamos evolucionar. La indiferencia como estrategia demostró ser causa de los peores resultados posibles, y así como pasaron las cosas, es hora de avanzar en otra dirección, precisamente, en la dirección contraria a la que nos llevó a este desastre.
La complicidad, a pesar de las apariencias, demostró sus funestos efectos, dejando un caudal de suicidios, crímenes, estafas y asesinatos familiares, horribles enfermedades, aun en el seno mismo de las mas ricas y poderosas familias, dueñas del destino, de la tranquilidad, las vidas y los bienes del resto de los habitantes de la comunidad.
Que más nos hace falta para permitirnos la posibilidad de un cambio total? Que más vamos a esperar cuando los mismos reyes de la ciudad, despues de aferrarse a su sangriento trono con uñas y dientes, terminaron como inútiles marionetas balbuceantes, a quienes ni aun los mejores médicos pueden salvar?
En cada interacción, en cada decisión cotidiana está la respuesta y el curso de acción.
El único posible, porque esta es la hora de actuar. Es la hora de pasar la escoba con firmeza, si queremos pasar la página de este macabro entramado de insensibles y sádicos delincuentes jugando a construir una ciudad según sus absurdas reglas, para que cientos de miles de personas sean la pisoteada alfombra que permita caminar suavemente a una elite tan despreocupada como derrochadora.
Es la hora de reescribir las reglas, restablecer la convivencia de maneras sustentables, de ejercer la democracia de una manera que no sea ficticia y cínica, sino de una forma que brinde y ofrezca posibilidades de bienestar y progreso a todos los que les interese. Es hora de que los culpables y responsables del desastre sean castigados de la forma que sea, judicial o popularmente, y que sean excluidos para siempre de la función pública junto con todos sus acólitos, segundones, chupamedias y marionetas.
Es la hora de recuperar nuestra ciudad. Nuestra propia ciudad.
Claro que no va a ser fácil!! Pero si la sangre inunda las calles, que sea por mejores motivos que por los que se derramó hasta ahora. Total, para algunos, incluso la muerte misma es un premio inmerecido.
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