12 junio

Decadente mundo a multiplicar...

  

  En este mundo moderno, las únicas consignas validas deberían ser: resistir, fortalecerse, recordar, luchar por lo humanamente correcto, y nunca -pero nunca jamás- abandonar los sueños. 

  Pero no nos lo dicen, no vamos a escucharlo, no es así como fuimos educados…  siglo tras siglo de olvidar para seguir mintiendo, generaciones de autómatas engañando a nuestros propios hijos, ocultando frustraciones para no sentir, para no dejar de encajar en una mentira que parece absoluta y total, absurdos sostenedores del plato donde seremos servidos.  

  Tememos… 

  ¿Qué tememos? Acaso perder un respeto que imaginamos, para no aceptar que no lo recibimos ¿Acaso ser señalados? 

  Como si no camináramos ya con una cruz pintada en la frente, con un blanco dibujado en la espalda, estamos listos para ser masacrados, contra el vidrio de la pecera, fuimos trocados, para que otros puedan nadar “libres”, esperamos nuestra pequeña ración sin molestar, apenas sin hacer ruido, no se vaya a dar el caso de que la reduzcan aún más… 

  Y atacamos al esclavo que tenemos al lado amenazando robarle su pedazo de pan, mientras ignoramos que pronto seremos fileteados, y nuestros restos molidos para poder mantener tranquilo al resto.

  Parece una fábula, una vieja película, pero que poco ha cambiado todo, el guion sigue siendo el mismo, mientras cambian los actores…  

  Queremos educación, conocimientos ¿Vamos al casting de la facultad? Quiero ganar, quiero ser el líder, el macho alfa, el empresario, el militar, el juez, el político, el comerciante, el profesional: invertir mi tiempo en aprender a nadar, en círculos, cada vez más pequeños, hasta que no choque los vidrios, hasta que llegue a pensar en la libertad como un error de los demás. 

  Años sentados frente a un pizarrón macabro, donde se aseguran de atarnos para dejar de pensar, todo un mundo formateándonos, haciéndonos rumiar en como dominar a los demás, propaganda eterna, sonrisas de tiburones conformes que saben ganar ¡mira esa mujer como camina! Yo sé lo que le debe gustar… ¡Vení, no te hagas la tonta, este es mi mundo, me lo dijeron papa y mama!

  Pero solo aprendimos a multiplicar dinero, o sangre, o penurias, hambre, sed, pies descalzos, frio y miedo, miedo, todo ese viejo temor, y las fobias que copiamos de la televisión: ¿Dónde están los panes y los peces? 

  De cada iglesia chorrea oro, de cada empresa gotea muerte, de cada escuela salen zombis sin cerebro, ya no es necesario abrir el mar, podemos atravesarlo caminando sobre el puente de plástico que chorrea de nuestro basural.  Pero que cómodo es hacer la plancha en nuestra zona de confort, además ¿quién dice que hay algo más? 

  Que lo averigüen otros, bastante logro es haber criado a nuestros hijos, que ellos se dediquen a salvar el mundo…  Cuando crezcan, claro, no arruinen la hora del almuerzo, duerman la siesta ¿Quieren un televisor en la pieza? 

  Papá va a hacer horas extras para que sean tan esclavos como el, pero por favor no pregunten, no quieran saber ¿no se conforman, no se dan cuenta que todo marcha bien? 

  El único problema es el gobierno, cualquier gobierno, todos, el hombre de la bolsa se compró un ministerio, el lobo feroz se disfrazó de presidente, lo sabemos, no tenemos más que quejarnos de nuestra mala suerte, no es nuestra responsabilidad, solo podemos esperar…

  Lo malo es que no sabemos esperar, y no sabemos ¿esperar que? Entonces vamos mirando al costado, por las dudas, quien deja un lugar vacío, quien se descuida, quien se agacha, a quien robarle un pequeño beneficio adentro de esta fina malla de arrastre, mientras corre arrasando el fondo.  

  Antes que icen las redes queremos nuestros cuarenta minutos de felicidad barata, nuestra berreta tranquilidad… ya lo sabemos, le cuesta al mundo la libertad, al ser humano la paz, al planeta entero su diversidad, pero ¿Nuestra cuota diaria dejamos hoy de pagar? 

  Nuestra cuota diaria no dejamos nunca de aportar, de pedir, de exigir, a los demás…



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