28 mayo

¡Feliz día!

  



  Hoy es mi cumpleaños.  O sea, hoy es el aniversario del día que nací, pero de otro año, hoy se festeja entonces mi cumpleaños y felicidad automática, de paso compruebo que estoy vivo, que dure un año más, y que como siempre, no me importa nada el día de mi cumpleaños…

  Creo que el ultimo cumpleaños que festeje fue el de seis años…   

  No, debe de haber otros más y yo no me acuerdo -tengo una válvula en mi cerebro que vacía mi memoria para hacer lugar- pero prefiero festejar el día de no-cumpleaños, que me da muchas más oportunidades y no encasilla ninguna parcela del almanaque.  ¡Porque todo tiene fecha hermano! 

  El día de tal, el día de tal otro, el día que nació aquel y el día que mataron al último cóndor a toscazos.  Entonces hay que llamar por ejemplo al arquitecto y desearle feliz día y que no se le caiga ninguna obra en la cabeza, y quedamos bien y todo eso…

  Hay un día para todo, así que solo es cuestión de agendarlos y ya podemos aumentar nuestro nivel de corrección social…  Claro que al arquitecto no le importa, o sea, conozco un par que no les importa ni la sociedad ni sus clientes ni nada, solo quieren plata, plata, plata a cualquier precio, y no hacen ninguna devolución a la sociedad.  

  Al contrario, más que eso, se ubican en un escalón más alto y se aíslan de lo que no pertenece a su elite y desprecian a la gente común…  para estos tipos, que no ven que el otro tipo vive su vida pagando impuestos para hacer funcionar universidades que solo verá de lejos, el título de “arquitectura sustentable” les parece sospechoso, y si todo es cuadrado y de hormigón y acero, seguro marcha bien.

  Aunque estas facetas no son exclusividad de los arquitectos, claro, también viaje a dedo con un médico, a ciento cincuenta kilómetros por hora por la ruta que pasa por San Miguel del Monte antes de pegar de lleno en La Plata, y el tipo decía “...mira, yo soy médico, así que sé muy bien cómo es esto, si tengo que chocar a cien y quedar en una silla de ruedas prefiero chocar a ciento ochenta y matarme...

  Y ahí me contó como se había ido a un pueblito después de recibirse y ahí nomás se había puesto un consultorio y se había hecho rico.

  Por supuesto que el auto era más seguro que un fórmula uno y no se cruzó ningún obstáculo que hubiera forzado las circunstancias, nunca insinuó que tuviera que usar el cinturón de seguridad, ni que existiera una medicina preventiva o que la gente tuviera que dejar de enfermarse…   

  Claro que su enfoque era obvio desde la medicina tradicional, todo a base de complejidad y remedios sintéticos y caros, y el ser humano como un medio para…  

  Bueno, esto es un resumen de la historia, pero así somos todos, es hora de reconocerlo, envueltos en nuestro egoísmo y después nos preguntamos cómo es que un día todo se incendia y nadie puede hacer nada… como una parte de los ingenieros agrónomos, que definen el suelo como una materia que tuvieron que pasar en la facultad, a la naturaleza como una molestia que hay que sortear, o a lo sumo usar de vertedero eterno y universal, que solo sueñan con soja y glifosato, y no van más allá de ver todo como una materia prima, humana o vegetal, de la que extraer su porcentaje del botín.

   En realidad todo esto podría ser distinto, o tener otras opciones alternativas a gran escala, o el conocimiento debería ser liberado y devuelto al pueblo, no privatizado, aislado y extraído.  

  No existe el no puedo, sino que nadie quiere cambiar nada, entonces desde lo más básico que necesita un ser humano como salud, techo y comida, los que se encargan de eso, de definir los contenidos con que se forman los futuros profesionales, están cien años atrasados o ni siquiera lo ven (partiendo de la amable hipótesis de que les importe)  entonces desde las universidades ya salen así, desconectados del mundo… 

  ¿Qué? ¿Qué me olvido de los abogados? En esta sociedad de litigantes y soldados, no hace falta abundar más sobre el tema, por favor, sobradamente se sabe que los cobardes llegan sin problemas a generales, y los sátrapas a jueces, para poner arena en los engranajes de la sociedad, para destrozar la convivencia y la paz, la justicia, el honor, la verdad.  

  Brindo por las excepciones, por las personas excepcionales que tuve el gusto de conocer, escapadas de la regla general, pero ellas no van a llevar solas el precio y la carga de un mundo que destruye la vida y la libertad.

  Es tarea de todos, urgente, reformular lo que está mal, no quedarnos con las nefastas tradiciones, generar algo equitativo, criar como un niño la igualdad, y al fin despertar un día en que tenga sentido vivir en sociedad…



 

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