En alguna sala de espera de estos últimos 17000 años de existencia me puse a pensar
…Mal, malo, no hay nada más absurdo que pensar, te lleva a la ruina, no tiene sentido, es la expresión sublime de la peor prisión que se ha inventado para el ser humano.
Sin embargo el aislamiento al que me veo sometido al estar expuesto a decisiones ajenas me lleva a estos pasatiempos, y recaigo… Mirá: yo me levanto y empiezo tac, tac, por ahí me despierto y me quedo mirando el techo entre dos y siete horas, porque tengo un lindo techo.
Pero bajo a la tierra y empiezo: tac, tac, tac, a lo sumo freno a charlar con alguien, así como a la deriva, mirando ¿Éste me va a matar? ¿O qué? Y calculo como va a estar el camino según la cara de la gente en las paradas…
Pero sigo, siempre sigo y sigo, no sé porque, tengo esa
enfermedad, no sé, como se llama… Vivir? Entonces agarro y sigo tac, tac,
tac, tac, tac… ¡No! ¡No se puede dar un paso más! El pie queda en el aire
como un latigazo a cámara lenta, el cuerpo en una mueca grotesca, acalambrado
de la tensión, espera que la mente de una orden lógica, pero no, algún imbécil
puso una frontera, no se puede pasar.
No sé si esto va a tener arreglo pero está mal, como se atreven a hablar del ser humano, de libertad, de paz, como se atreven a decir amor poniendo trabas a lo único que compartimos como especie que es la capacidad de caminar, como no va a llevar a la guerra, guerras y más guerras.
No es por el dinero, mucho menos el poder, que dura tan poco, las guerras son para fabricar lisiados que mantengan la especie en su servidumbre de la máquina, del dinero, del petróleo, de Winnie the Pooh, de la efedrina, el café o los viajes en taxi o lo que sea…
Y para
esto para llegar a estas conclusiones baratas tuve que parar, y ahora sigo, por
suerte, no me preocupa lo que no me interesa, voy a seguir caminando y listo,
hasta que me canse o se haga de noche y mire a mi alrededor…
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